Banamex

Ante la venta de Banamex, los dilemas de su colección

Para varios de los especialistas consultados en materia de política cultural, coleccionismo, historia y arte, es deseable, como lo expresa Bolfy Cottom, que el extraordinario acervo de Banamex se mantenga unido.
domingo, 30 de enero de 2022 · 12:47

Para varios de los especialistas consultados en materia de política cultural, coleccionismo, historia y arte, es deseable, como lo expresa Bolfy Cottom, que el extraordinario acervo de Banamex se mantenga unido. Si eso se consigue en manos privadas, no molesta a Ana Garduño, si bien cree que el poder político podría ofertar con los propietarios, convocando a la sociedad civil. Para Carlos Lara la enorme carga económica hace inviable que el Estado se haga de ese patrimonio, y por tanto es innecesaria la postura expropiatoria del canciller Marcelo Ebrard. Y Renato González Mello pugna por una discusión pública para mejorar la ley actual.

CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- La duda sobre el patrimonio cultural de Banamex acecha de nuevo.

La primera vez fue en 1982, con la nacionalización de la banca por decreto presidencial (Proceso 305, 306); luego ante la reprivatización del banco en 1991 (Proceso 775); después ante la compra de Banamex por el consorcio estadunidense Citigroup en 2001 (Proceso 1288), y ahora, 20 años más tarde, con la puesta en venta del que alguna vez se llamó Banco Nacional de México.

Aunque Citigroup afirmó de manera reciente que “la venta del banco es integral”, es decir que incluye a Fomento Cultural Banamex (FCB), el gobierno federal recibirá lo correspondiente a la transacción en impuestos –lo que no sucedió hace dos décadas, en el gobierno de Vicente Fox–, reviviendo el tema de la adquisición e incluso la expropiación de la colección.

En 2001, ante la presión de especialistas, académicos y políticos que se reunieron en un Frente Pro Defensa del Acervo Cultural de Banamex, en el cual estuvieron la escritora Elena Poniatowska, el actual senador Jesús Ortega, la actriz Jesusa Rodríguez y el ahora secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, se pedía la expropiación de los bienes como pago por el daño del Fobaproa.

En esa ocasión la reportera Judith Amador se entrevistó en el antiguo Palacio de Iturbide con Cándida Fernández, directora de FCB, para hablar sobre el destino de la colección, que ascendía entonces a más de 2000 obras (del siglo XVII hasta el XX), 550 de ellas “del más alto valor” (Proceso­ 1289). Refirió que no era la intención de los grupos financieros deshacerse de ninguna de las obras de la colección y que ésta permanecería en México.

A dos décadas de distancia la colección de Fomento Cultural Citibanamex se duplicó, y su labor de exhibición y difusión continuó siendo profusa; en 2019 abrió una sede más, el Foro Valparaíso (Proceso 2246), en el antiguo Palacio de los Condes de Valparaíso, en el número 60 de Venustiano Carranza, donde se exponen diversas obras de arte del siglo XVII al XX, espacio que se sumó al Museo Casa Montejo en Mérida, a la Casa del Mayorazgo de la Canal en San Miguel de Allende y al Palacio de los Condes del Valle de Súchil en Durango, además del mencionado Palacio de Iturbide en el Centro Histórico de la Ciudad de México, sede del Palacio de Cultura Citibanamex.

El noviembre pasado, en el marco del 50 aniversario de la creación de FCB, entre las muy diversas actividades conmemorativas se anunció la publicación de un libro, México 1521-1821. Se forja una nación. Sin embargo, al revivirse la venta de Banamex, y con ello de FCB, diversos especialistas han hecho cuestionamientos en torno al destino de la colección.

Proceso consultó a algunos de ellos.

Bolfy Cottom

El antropólogo, doctor en historia e investigador de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Bolfy Cottom, tras reconocer la labor de FCB, consideró que, si existen un catálogo y un registro, no hay mucho que temer, aunque señaló que no debería esperarse a una futura transacción financiera para volver de nuevo al tema. Recordó a este semanario:

“No veo problema en que ‘Citi’ sea propietario de muebles e inmuebles con estatus de monumento nacional. La preo­cupación que manifestamos en 2001 era si estaba claro el conjunto de acervo de obras, el catálogo, con bienes históricos, artístico y probablemente arqueológicos…

“Lo que sería ideal es que el acervo permanezca unido, que no se desbalague si tiene estatus de monumentos históricos, artísticos y arqueológicos o bienes de interés paleontológicos que estén declarados.”

En su opinión, a partir de esa venta en 2001, la institución ha desempeñado una labor importante en materia de catalogación y adquisición de obra, y más allá de posiciones ideológicas, como la de privatizar, hay que ser realistas respecto de la situación del Estado:

“Las instituciones públicas tendrían que trabajar de la mano con asociaciones o iniciativa privada, porque plantear que el Estado se haga cargo, híjole, mucho tiempo he pensado que así debería ser, que el Estado se haga cargo, pero con el tiempo he considerado que ya no tiene capacidad, está rebasado, y lo vemos ahora y desde hace tiempo: el presupuesto público no alcanza, creo que debe haber una labor de vinculación con la sociedad civil con la iniciativa privada.”

–Hay bienes protegidos, pero parece que el temor es por aquellos que no tienen o no poseen esa protección, específicamente los del siglo XX.

–¿Pero a que se refieren con ello? Se llegó a plantear un proceso de incorporación mediante disposición de la ley que incluyera “todo el patrimonio del siglo XX”. Se dice fácil, pero ¿qué entendemos por ello? La pregunta es: ¿todo debe ser nacional?

“Ahora hay una comisión nacional de zonas de monumentos artísticos a la cual, en la reforma de 2014, se le dio la facultad de criterio para permitir una declaratoria. Yo supondría que esa comisión está funcionando y que debería tomar la iniciativa de formar expedientes técnicos. Los particulares también podrían proponer este conjunto de obras para una declaratoria, ¿pero qué impacto tendría? Una limitación de derechos, porque las obras que se declaren no podrían salir del país, pero si hay un interés general público y lo amerita, no le veo problema. Sólo que, ¡ojo!, se intentó con la obra de María Izquierdo, no se pudo declarar toda, sólo una parte. Se dice fácil pero no lo es… Lo que sí es que esas comisiones deberían estar trabajando.”

Carlos Lara

Vía telefónica, el investigador y especialista en legislación cultural Carlos Lara explicó que hace dos décadas trató el tema como parte de su tesis de maestrí, y en un volumen posterior, El patrimonio cultural de México, un recurso estratégico para el desarrollo (Proceso 1531). Indicó que le asombró que Marcelo Ebrard, quien hace 20 años pidió la expropiación de la colección, siga con el mismo discurso nacionalista cuando el Estado no está en condiciones. A pesar de ello lo considera en estos momentos como el único hombre que podría intervenir en dicha negociación.

Sin embargo, se manifestó a favor de guiarse por lo que considera como lo más viable para la colección, lo cual llama “El interés superior de la colección”.

Explicó:

“Los arranques nacionalistas me parecen innecesarios porque el Estado no se puede hacer cargo de una colección de esa naturaleza. ¿Para qué quiere el Estado ‘hacer nuestro el patrimonio del pueblo de los mexicanos’? Pensé que Marcelo, quien se rasgó las vestiduras hace 20 años, había madurado, pero cuando vi sus comentarios pensé: ‘caray, no pasa el tiempo’. Este grupo de gente instalada en el nacionalismo, vomitando contra el Fobaproa, se entiende en un discurso político de una expresión crítica del entonces PRD, pero no ahora.”

Lara, quien trabaja en tres libros, entre ellos la segunda parte de El salario emocional de la Cultura, dijo que a su juicio hay vías para que el gobierno mexicano se acerque a la colección:

“Consideraba a Marcelo, aún lo considero, como una persona seria y con capacidad crítica, que puede llevar a cabo una negociación de alto nivel para quizá con la transacción de los impuestos iniciar un programa, similar a Pago en Especie o el Fondo Arqueológico que formó parte de la Comisión de Cultura de la Cámara de Dipu­tados, creada para adquirir los terrenos de perímetros A, B y C de zonas arqueológicas que estaban en manos de privados; o quizá iniciar con esos impuestos la recuperación gradual de las obras, con criterios de pertinencia histórica, cultural y artística, o si les gana el nacionalismo por aquellas que no están protegidas.”

Concluye:

“En lo personal me decanto por lo que denomino el ‘Interés Superior de la Colección’, tal y como existe en la legislación en materias específicas. El caso más conocido es el ‘Interés Superior del Menor’: en el caso de un divorcio con un niño de por medio, un juez considera el interés superior de un menor… ¿quién tiene empleo y satisface sus garantías? Aquí sería lo mismo: ¿En dónde está mejor la colección?… si es en lo privado, entonces habría que refrendar el acuerdo de hace 20 años con los nuevos dueños, que si bien es de carácter indicativo, funcionó en su momento, y también propiciar estímulos fiscales.”

Renato González Mello

Ante la incertidumbre en este tema, el doctor en Historia del Arte e investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, Renato González Mello, afirmó que valdría la pena considerar la noción de “colección” en el marco de la ley, bajo una regularización, y en el entendido de que la prioridad es mantener la colección entera:

“Una parte del acervo cuenta con la protección de la ley, el problema de ésta es que no incluye la noción de ‘colección’ porque cuando la redactaron se entendió esa noción como algo privado, pero es más amplia que esto, debe ser objeto de protección porque es parte del sentido que tienen los bienes culturales a partir de una regulación… Pienso que debe haber una discusión pública para mejorar la ley actual.”

–¿A qué se refiere con regular?

–Si el banco tiene una colección registrada en sus activos, como es el caso de Banamex, debe haber una necesidad legal de explicar qué va a pasar con ella, darle oportunidad al Estado para intervenir en defensa del interés del público, para que siga reunida y fortalezca el diálogo cultural del país.

Sobre las declaraciones de funcionarios públicos, como la del secretario de Relaciones Exteriores, señaló:

“La tarea del gobierno es modificar las estructurales legales y administrativas, empezando por las del propio Estado mexicano, mediante la tarea legislativa, democrática y libre de personalismos… el voluntariado no compensa la insuficiente acción del gobierno actual.”

Finalmente, en relación con las discusiones en torno de la incertidumbre de la transacción financiera, se dijo optimista de que el patrimonio cultural de Banamex continúe íntegro:

“Tiendo a ser optimista, creo que se va a mantener en México y con su proyecto cultural actual, porque en tres décadas el mismo banco ha cambiado de manos dos veces y el proyecto cultural se ha fortalecido. Es claro que sus propietarios han encontrado un sentido en mantener el proyecto cultural.”

Ana Garduño

La doctora en Historia del Arte por la UNAM, especialista en coleccionismo e investigadora del Cenidiap (Centro de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas) del INBA, Ana Garduño, califica la colección como “una de las más significativas y representativas de México”:

“Es una de las colecciones que mejor complementa los acervos de los museos públicos en México. Dialoga de manera natural con casi todos los museos del sistema INAH e INBA: Museo Nacional de Historia y Museo Nacional del Virreinato; Museo Nacional de San Carlos, MUNAL, MAM, Museo Carrillo Gil de la red del INBA, por mencionar algunos. Y, por lo menos en mi experiencia profesional, han sido generosos en sus préstamos para nutrir exposiciones que he curado en museos públicos, como Evocaciones, muestra con la que el Museo Nacional de San Carlos celebró su 50 aniversario en 2018.”

Destacó que, a diferencia de otros acervos particulares, FCB comisiona y ha hecho públicos sus estudios e investigaciones mediante libros y catálogos, lo que se suma a una política de adquisición de obras, práctica que incluso el Estado no realiza, aunque con sus excepciones, como en el caso del Museo Carrillo Gil, tema en el que profundiza en “Acervos en construcción, museos expandidos” (en Cimientos. 65 años del INBA: legados, donaciones y adquisiciones (INBAL, 2011).

Sobre el posible riesgo de la separación de la colección, razonó:

“Separarlos equivaldría a que se ofertaran de manera independiente, algo que los accionistas mexicanos de la venta anterior (2001) decidieron no hacer. No veo la razón por la cual ahora lo haría un organismo con sede en Estados Unidos que no tiene liga histórico-emocional con el patrimonio cultural de Banamex. Además, el capital de que se trata no es de lo más sustantivo de la institución; aunque sea un acervo copioso y de alta cotización en el mercado artístico e inmobiliario, no puede compararse con el costo de un banco empresarial.”

Finalmente, ante las diversas posibilidades que se discuten sobre el destino de la colección ante la compra-venta, señaló:

“En el panorama cultural mexicano ha sido sustancial la participación de los particulares en la gestión de instituciones museales, son un contrapeso indispensable y quienes rompen el monopolio de los museos estatales. Mantener el acervo del Banco de México en manos privadas no es una mala decisión, sobre todo si se garantiza la continuidad de su ya larga tradición de compromiso con el resguardo, conservación, investigación, exhibición y acrecentamiento de su significativo acervo.

“Por otra parte, sería una acción de enorme trascendencia que desde la esfera del poder político se decidiera ofertar por ese patrimonio y negociar con los actuales propietarios. Convocar a la sociedad civil, no sólo a la clase empresarial, a aportar los recursos necesarios para adquirirlo se convertiría en un hito histórico nacional y nos embarcaría en una campaña artístico-cultural tan emblemática como el simbólico acto de llamar al pueblo de México a apoyar para indemnizar a las empresas norteamericanas por la nacionalización del petróleo en 1938…”  

Este texto se publicó en la edición 2360 del semanario Proceso, cuya versión digital puedes adquirir aquí.

 

 

 

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