Teatro
"El hilador", de Paula Zelaya
El hilador es una obra llena de imágenes e historias que nos cuentan dos personajes que, desde dos polos opuestos, se identifican y tienen que sobrepasar un sinfín de obstáculos para estar juntos. La principal dificultad es la condición para su encuentro: que alguien muera.CIUDAD DE MÉXICO (apro).- A los adultos también nos gusta que nos cuenten cuentos como cuando éramos niños, sentirnos navegando en el mundo de la fantasía, y más cuando, desde la ligereza y la imaginación, reflexionamos sobre el amor y las pérdidas, como en la obra de Paula Zelaya Cervantes, El hilador.
El hilador es una obra llena de imágenes e historias que nos cuentan dos personajes que, desde dos polos opuestos, se identifican y tienen que sobrepasar un sinfín de obstáculos para estar juntos. La principal dificultad es la condición para su encuentro: que alguien muera.
La autora mezcla la candidez infantil con lo sórdido de la muerte, y desde la comedia y el humor negro se va desarrollando una historia de amor sui generis.
Quirón es un niño huérfano elegido por la Muerte para ser su chofer personal e ir con él para llevarse las almas de los seres que están a punto de morir. Una niña, hija de un vendedor de velas, conoce a Quirón cuando su padre está muriendo. Ella, primero, lo odia, pero se enamoran después y, como en los cuentos infantiles, la madrasta de Elena la maltrata y encierra y el niño la libera, pero sin poder librarse de sus obligaciones con la Muerte.
La obra de Paula Zelaya está llena de simbolismos y elementos mágicos. Mezcla la realidad con la fantasía, lo cotidiano con lo extraordinario. Su capacidad como directora hace que los recursos teatrales que integran la propuesta sean ricos en interpretaciones, y encuentra soluciones concretas para expresar fenómenos más abstractos, como significar las almas con pañuelos blancos que, colocados al pie de la persona, indican su muerte. La lluvia está en el sombrero de la Muerte, o las aglomeraciones del transporte público en ropa colgada de una estructura por la que se entreveran los personajes.
Los lugares por los que transitan los personajes están construidos con uno o dos elementos dentro de una barroca y sugerente escenografía diseñada por Sergio Villegas e iluminada por Matías Gorlero, dándonos un ambiente surreal. Un fragmento de escaleras, un montón de baúles, una telaraña en la parte superior, un maniquí de costura, trapos por aquí y por allá, y hasta un fonógrafo.
Los actores integran a su accionar el movimiento de los elementos de la escenografía para cambiar de espacio, transformándolo según las necesidades de la historia. Ana González Bello y Evan Regueira interpretan a sus personajes con soltura desde una caracterización de niños que juegan o maldicen, corren o se sientan a llorar. El personaje de la Muerte lo interpreta Marcos Radosh, siendo la danza su medio de expresión.
Los personajes narran al público y también dialogan; en ocasiones las acciones reiteran lo que cuentan, y desde la simultaneidad se muestra lo que a cada uno de los personajes les ocurre. El lenguaje coloquial está coloreado con modismos mexicanos y se mezclan con pasajes poéticos que profundizan en el alma humana.
El hilador fue escrita por Paula Zelaya Cervantes en 2013 cuando estudiaba en una universidad de Vancouver, y se estrenó ahí bajo su dirección. Fue su ópera prima y obtuvo varios reconocimientos. En el 2018 Once Once Producciones, dirigida por Jimena Saltiel, la presentó en el Teatro Helénico, en el Centro Cultural Teatro 2 y en el Teatro Juárez, y ahora puede verse, con una muy buena grabación, en la plataforma de Teatrix.
El hilador es una propuesta evocativa, que cruzando fronteras metafísicas nos invita a conocer la historia de dos niños, vueltos jóvenes, atravesados por la Muerte y el amor.