Estro Armónico

Desde Trento hacia el mundo

En esta ciudad de Italia, conocida por haber sido sede del Concilio de la Iglesia católica entre los años 1545 y 1563, reside la soprano Elizabeth Espíndola, una valiosa compatriota cuyas aportaciones artísticas y culturales están adquiriendo cada día más relevancia.
domingo, 3 de enero de 2021 · 16:20

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- En esta hermosa ciudad del norte de Italia, conocida internacionalmente por haber sido sede del Concilio Ecuménico de la Iglesia católica entre los años 1545 y 1563, reside desde hace varios años una valiosa compatriota cuyas aportaciones artísticas y culturales están adquiriendo, cada día más, relevancia. Se llama Elizabeth Espíndola, es soprano, gestora cultural, autora de diversos trabajos académicos y propuestas culturales que le han valido premios, dirige un coro binacional, y sobre su edad baste decir que es aún muy joven. En Proceso le damos la bienvenida con pífanos y clarines.

–Hablar sobre tu trayectoria vital implica internarnos en los sentimientos que entraña la expatriación. Cuéntanos por qué elegiste Trento como lugar de residencia…

–En una cálida noche veracruzana me planteé si debía seguir adelante en el plano profesional tal como lo había imaginado, o si debía abrirme a otras experiencias que ampliaran lo que ya había obtenido pues, aunque ya había cumplido seis años trabajando en la compañía de teatro infantil de la Secretaría de Educación de Veracruz y otros tantos en el Instituto Veracruzano de Cultura, y también en Difusión Cultural de la Universidad Veracruzana como actriz y profesora de canto, mi corazón ya estaba en Italia desde 2015, año en el cual realicé una gira a Nápoles, obteniendo el premio de ópera urbana por la Unesco.

“Ahí se dio ese giro de tuerca en mi destino. En ese mismo año ingresé a la maestría de artes escénicas de la Universidad Veracruzana para investigar sobre las fuentes documentales y aspectos escénicos de la ópera Motezuma de Vivaldi. Así, en 2017, gracias a los planes de movilidad estudiantil de la Universidad Veracruzana y la beca Erasmus, fui admitida en las universidades de Trento y de Bolonia para perfeccionar mi trabajo recepcional sobre Motezuma. Decidí venir a Trento no sólo por su grandiosa herencia sonora medieval, sino también por su cercanía con Austria, Francia, Alemania y, por supuesto, con mi amada Venecia. Ya que además de estudiar quería vivir, conocer y viajar como loca.”

–En tu tesis de maestría desvelaste un enigma sobre el que la musicología planetaria no había logrado ponerse de acuerdo. Expláyate en la ardua investigación que te echaste a cuestas para cimentar tu tesis…

–A fin de investigar sobre la ópera mexica de Vivaldi, llegué directamente a la ciudad de Venecia en enero de 2017; lo primero que hice fue caminar sola y sin hablar durante 10 días recorriendo sus calles húmedas y frías, tratando de imaginar o evocar el porqué uno de los más grandes genios de la música se interesó en nuestra cultura y de quién, cómo o de dónde habría obtenido esa información sobre el tlatoani. Así que, como detective de serie televisiva, comencé el rastreo de documentos, pinturas, iconografías e información desde el siglo XV hasta el XXI, por toda Italia, parte de Alemania y Austria, en bibliotecas y museos de las ciudades a las que iba; siempre partiendo del sentido más común y trivial de lo que podría haber hecho un compositor y su libretista en pro de la creación.

“Con esa premisa me fui topando con documentos inéditos que me permitieron establecer la autoría del libreto operístico Motezuma e indagar sobre las razones que el Prete Rosso tuvo para representar a Tenochtitlán durante la temporada de otoño del teatro Sant’Angelo en 1733, y bajo qué gramática escénica y vestuario se representó a Motecuhzoma II. Pude establecer que el libretista fue Gerolamo Giusti, en lugar del citado Alvise Giusti, por quien se habían decantado los musicólogos desde 2002. Me apasionó saber, a pesar de los absurdos, cómo se representaron a los mexicas ante los ojos venecianos y su despampanante estilo barroco.”

–De tu pasión por el Preste Rojo surgió el Coro Vivaldi, coméntanos sobre la génesis y los escollos que has sorteado para consolidarlo…

–El Coro Vivaldi surgió en 2011 cuando entré a trabajar como profesora de canto en la Casa de Cultura Coatepec del IVEC, ya que considero primordial que los estudiantes de canto tengan formación coral; así surgió el “Vivaldi” como una práctica grupal de los viernes por la tarde, además de que saliendo del coro íbamos todos a platicar a la cafetería de enfrente, pues en Coatepec puedes encontrar uno de los mejores cafés del mundo. Nombré al coro Vivaldi así porque, desde mi experiencia como intérprete, las obras del genial veneciano son una escuela para el canto individual y grupal.

“Tuvimos el placer de participar en diversas obras corales y óperas con la Sinfónica de Xalapa, la Orquesta de Cámara de Bellas Artes y la Orquesta de Cámara de Xalapa, entre otras, además de obtener reconocimientos del IVEC, el Conaculta y el gobierno de Tlaxcala. Posteriormente nos consolidamos como un coro independiente y así surgió el Primer Coro Italo-Mexicano Antonio Vivaldi, con mis alumnos de Italia y México, operando de una manera virtual y colaborando con diversas agrupaciones europeas.”

–En este mes has sido galardonada por tu alma mater veracruzana, relátanos lo que te ha representado a nivel afectivo y en qué se traduce en términos académicos…

–Ha significado muchísimo para mí el haber obtenido el mayor reconocimiento de la Universidad Veracruzana por mi tesis; me hace muy feliz saber que esa chica que llegó a la Facultad de Música preguntándose si sería capaz de pasar los exámenes, al mismo tiempo que trabajaba en una cafetería para mantenerse, viviendo sola en un pequeño cuarto sin cocina y lejos de su familia que nunca estuvo totalmente de acuerdo en la carrera que había elegido, hoy por hoy es doctora en canto por el Conservatorio Francesco Antonio Bonporti de Trento, maestra en artes escénicas por la Universidad Veracruzana y diplomada en otras tantas artes musicales. Esa chica soy yo, y me siento realmente orgullosa de lo que he logrado. Estoy muy consciente de mis límites e imperfecciones, pero en mi fuero interno sé que he hecho las cosas lo mejor que he podido. Jamás he escatimado esfuerzos ni dedicación a lo que creo importante.

–Tu última proeza fue la de armar un magno concierto navideño en el que involucraste a músicos de varios países para ofrecer, virtualmente, un repertorio natalicio latinoamericano que le ha dado la vuelta al mundo. ¿Cuáles fueron los principales retos para concebirlo, organizarlo y cristalizarlo?

–El Primer Concierto Navidad Latinoamericana es un proyecto maravilloso que nació de la necesitad de cantar, de unirse, de no parar, y de dejar a un lado la tristeza por el duro golpe que ha significado el aislamiento 1. El primer desafío fue reunir a la Orquesta de Música Popular de la Universidad Veracruzana y al Ensemble Leuven de Bélgica, puesto que las reuniones para ensayar estaban restringidas. Los ensayos de coro se llevaron virtualmente, donde las personas aprendimos, poco a poco, a manejar diferentes herramientas electrónicas para poder cantar. Se volvió un reto inmenso, ya fuera por la inestabilidad de la señal de internet o por el impacto de vernos en una pantalla sin juzgarnos por nuestra, a veces, desaliñada apariencia física.

“Por otra parte, la gestión fue un asunto muy complicado, ya que había que innovar día a día con nuevas y diferentes estrategias de comunicación virtual pues, hasta cierto punto, con la virtualidad se corre el riesgo de enfriar las relaciones y emociones sociales, ya que un mensaje puede interpretarse de maneras diferentes. Pero, también, la virtualidad tiene el potencial de crear nuevas redes de colaboración, hasta hace muy poco impensables, como las que se lograron en este proyecto, reuniendo simultáneamente a destacados cantantes, como María Clemencia González de Colombia, Rocío Morlán de Italia y Carlos Lozada de México, todos ellos en un solo link desde diferentes puntos del globo terráqueo”.

–Estás hablando de un milagro tecnológico que ya está revolucionando la manera de hacer música y de concebir las inminentes gestiones de los teatros y sus artífices. Podemos decir que, en ese sentido, el futuro ya nos alcanzó. Para concluir, danos tu opinión sobre lo que conlleva para un artista vivir en estos tiempos del covid-19.

–Implica atrevernos a repensar nuestra labor artística, a salir de nuestra zona de confort, de aquellas fórmulas conocidas para accionar. Es una dicotomía que, en el encierro o en la distancia social, es cuando más tenemos que enlazarnos, crear cercanías, abrir nuestro pensamiento a nuevas posibilidades para ejercer el arte. La crítica situación sanitaria nos invita a poner un pie dentro de esta nueva etapa virtual que ha dejado atrás lo que antes conocimos como “quehacer artístico”. l

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1         Se propone la audición de la obra Los pastores, perteneciente a Nuestra Navidad de Ariel Ramírez. Orquesta de Música Popular de la Universidad Veracruzana, Ensemble Leuven de Bélgica y Coro Italo-Mexicano Antonio Vivaldi. Solistas: Ileana Ballester, Ma. Clemencia González y Elizabeth Espíndola.

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