CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).– Considerada un apoyo fundamental para Gabriel García Márquez (1927-2014) durante la escritura de
Cien años de soledad, su viuda Mercedes Barcha Pardo, falleció este sábado a la edad de 87 años en la Ciudad de México, donde ambos residieron desde 1962.
De acuerdo con información del periódico colombiano
El Tiempo, hay informes preliminares en el sentido de que Barcha padecía problemas respiratorios. Al fallecer estuvo acompañada de sus hijos y nietos.
Nacida en Magangué, Colombia, conoció al escritor cuando éste tenía 13 años. El padre de él ofrecía medicamentos viajando de un sitio a otro y el de ella tenía una farmacia en dicho municipio.
Fue hasta el 21 de marzo de 1958 cuando se casaron en la iglesia del Perpetuo Socorro de Barranquilla. Tuvieron dos hijos Gonzalo, director gráfico y experto en artes tipográficas, y el cineasta y productor de televisión, Rodrigo García.
En mayo de 2017, al cumplirse 50 años de la aparición de
Cien años de soledad (30 de mayo de 1967), Rafael Croda, corresponsal de
Proceso, escribió en el semanario cómo el autor recordaba el papel “heroico” que jugó Barcha mientras él escribió la obra en una habitación de la casa de La Loma 19, en San Ángel Inn:
“Lo que podía ser motivo de otro libro mejor –aseguraba García Márquez–, sería cómo sobrevivimos Mercedes y yo, con nuestros dos hijos, durante ese tiempo en que no gané ningún centavo por ninguna parte. Ni siquiera sé como hizo Mercedes durante esos meses para que no faltara ni un día la comida en la casa”.
Y añade el periodista que cuando ella fue a depositar en un buzón del Palacio de Correos del Centro Histórico de esta ciudad, en agosto de 1966, la novela comentó:
“Ahora lo que falta es que la novela sea mala”.
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Si bien, sigue Corda, sabían que no lo era, pues ya la habían leído sus amigos Álvaro Mutis, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa, quienes coincidieron en que “era lo mejor que se había escrito en lengua castellana en los últimos tiempos”.
En noviembre de 2014, luego de la muerte del escritor, el 17 de abril de ese año, la familia dio a conocer su decisión de que su archivo literario, consistente en dos mil documentos, objetos y manuscritos, se fuera al Centro Harry Ransom de la Universidad de Texas. La reportera Columba Vértiz de la Fuente solicitó una entrevista con Barcha, pero Mónica Alonso, quien fuera asistente personal del autor, le respondió que no iba a dar ninguna declaración.
Sus hijos emitieron una carta en la cual señalaron que “nuestro deseo y el de
Gabo… que sus cosas se dividieran con diferentes criterios”, y de ahí que se enviara al Centro Harry Ranson el archivo literario.
Entre los manuscritos está
Cien años de soledad, lo cual causó polémica pues tanto a Colombia (país de nacimiento García Márquez) como a México, donde se escribió, les habría gustado conservarlo.
Roberto Pombo, director del periódico
El Tiempo expresó al enterarse de la noticia:
“Siento una tristeza inmensa. Se nos va una mujer extraordinaria, inteligente, divertida, amorosa, una amiga maravillosa. Fue sin duda un pilar fundamental en la vida de Gabo. Tengo en el corazón a toda su familia en estos momentos”.
Fundación Gabo recuerda su carácter
En su sitio en internet, el director de la
Fundación Gabo, Jaime Abello Banfi, recordó a Mercedes Barcha como una mujer con personalidad única: “Una mezcla singular de inteligencia absoluta, fortaleza de carácter, pragmatismo, curiosidad, sentido del humor y hermetismo”.
La Fundación también recordó la forma en que Gabriel García Márquez se dirigía a su esposa:
“Mi signo es Piscis y mi mujer, mi esposa, es Mercedes”, dijo Gabo a la revista argentina Crisis, en 1973. “Estas son las dos cosas más importantes que han sucedido en mi vida, porque gracias a ellas, por lo menos hasta el momento, he conseguido sobrevivir escribiendo”.
“Mercedes tuvo que actuar como tantas otras mujeres colombianas durante las guerras civiles”, dijo Gabo en una entrevista en Playboy, en 1982.
“(Mercedes) hubo de hacerse cargo de todas las cuestiones domésticas y de mantener en pie la casa mientras yo luchaba en el frente. Ella realizó toda clase de proezas maravillosas. Diariamente, de uno u otro modo me procuraba los cigarrillos, las cuartillas, todo cuanto necesitaba para escribir".