A 10 años de su partida: Los evangelios musicales de Monsiváis
Entre las infinitas curiosidades y búsquedas del escritor estaba su afición por la música. La colección de sus preferencias consta de 5 mil 183 discos, ya en manos de la Fonoteca Nacional, que los limpia y clasifica como parte de las conmemoraciones, a una década de su fallecimiento este viernes 19. Pável Granados, titular de la institución, repasa el acervo, que muestra al Monsiváis “devorador de cultura”.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Quien quiera conocer bien a bien el corazón de Carlos Monsiváis, deberá saber los secretos que vibran dentro de los 5 mil 183 discos que él conservó y que su familia ha donado a la Fonoteca Nacional.
“Ésta es una muy buena noticia, pues fundamentalmente son LP, es decir, discos Long Play, CD y unos poquitos de 78 RPM (Revoluciones Por Minuto). Aunque yo diría, de verdad, que la gran colección está conformada por sus discos LP recopilados a lo largo de tantos años y que llegaron a nuestra sede en Coyoacán, el año pasado, a través de su familia. Lo primero que ya hicimos fue darles tratamiento curativo para crear un inventario general de esos bellos cofres”, anuncia Pável Granados, director de la institución.
“Nos llegaron cajas con 5 mil 183 discos y, como solemos hacer, les quitamos el polvo, los hongos, algunos estaban húmedos y otros secos, en fin. Ahí se puede documentar Carlos el melómano, su historia; e igual yo diría que el espejo del Carlos Monsiváis el escritor, pues todo el tiempo en sus textos hacía referencias a canciones, a artistas, a discos, así que será una sorpresa que los investigadores conozcan este magnífico archivo discográfico suyo.”
Toda proporción guardada –suma telefónicamente Pável Granados–, “los discos de Monsiváis corresponderían al hallazgo de la perdida biblioteca de Sor Juana Inés de la Cruz, para comprenderlo como un devorador de cultura”. Al punto que el coautor de Mi novia la tristeza (con Guadalupe Loaeza. Océano 2008; 442 páginas) aún no logra repasar los materiales en su totalidad.
Los días previos a la donación son recordados con placer:
“No solamente me sentí hondamente emocionado cuando llegó, sino desde el mero comienzo cuando platicando con la familia de Carlos, me di cuenta de que se trata de un excelso tesoro musical.”
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En una primera revisión, Pável detectó grabaciones de la famosa cantante cubana Olga Guillot (1922-2010), y “las ediciones muy interesantes” de su paisana, la mulata La Lupe (nacida Lupe Victoria Yolí Raymond, en el barrio de San Pedrito, Santiago de Cuba, el 23 de diciembre de 1936, y fallecida “feliz” en Nueva York el 29 de febrero de 1992, de acuerdo con Juan Moreno-Velázquez en el libro de 2003 Desmitificación de una diva: La verdad sobre La Lupe).
“La Lupe fue muy criticada porque hacía una especie de sátira de mal gusto, según decían, a Olga Guillot, y en el fondo lo que ella interpretaba era un estilo esperpéntico del bolero. Se fue a Estados Unidos y con Tito Puente grabó Con el diablo en el cuerpo. Pedro Almodóvar en su película Mujeres al borde de un ataque de nervios, en 1988, usó su canción de ‘Puro teatro’.”
Al final de su vida, cuenta, se volvió predicadora en una iglesia cristiana en Estados Unidos:
“De ser una mujer estrafalaria, se convirtió en una persona profundamente religiosa, y el caso es que era de las intérpretes que fascinaban a Carlos Monsiváis. Recordemos que él cantaba muy bonito desde niño, en el coro de la iglesia Protestante donde enfatizan la educación de la voz y los himnos religiosos y evangélicos, que son la esencia de los cánticos góspel.”
Milagros del góspel
Las joyas monsivaianas abarcan montañas de música mexicana:
“Naturalmente, hay un mundo de boleros. Tito Guízar, Fernando Fernández, Elvira Ríos, María Luisa y Avelina Landín, Jorge Negrete, Javier Solís, Marco Antonio Muñiz, Lola Beltrán, Lucha Villa, Lupita Palomera… También descubrí un vasto abanico de baladas de los años setenta y ochenta, como José José; por supuesto, de la época dorada del cine nacional está Tin Tán, pero también de los tiempos milongueros y de tango: Carlos Gardel…”.
No paran ahí las maravillas sonoras. Destaca a Judith Reyes, la cantora tamaulipeca de protesta y del 68, quien le dedicó uno de sus discos.
“Sin embargo, hay un par de cosas que más llaman la atención. Una, la abundancia de música de concierto europea: Wagner, Bach, Mozart, así como música clásica mexicana.”
Y en segundo lugar, lo que significará “un filón invaluable a estudiar”: Carlos Monsiváis era un gran aficionado al jazz y la canción afroamericana.
“Especialmente, el góspel. Carlos fue un gran conocedor del góspel. Ahí están los discos de Mahalia Jackson, The Golden Gate Quartet, aparte de un caleidoscopio de músicos negros de blues y una nutrida antología de solistas, bandas y combos de jazz, porque hay que recordar que muchos de estos discos los compraba en Estados Unidos.”
Se le comenta que por recomendación de Monsiváis, en junio de 1994 Proceso logró una exclusiva con el compositor Juan Gabriel en Los Cabos, Baja California Sur, cuando después de ocho años de disputas disqueras, El divo de Juárez regresó para su disco número 31, Gracias por esperar (BMG/Ariola) con la agrupación angelina de Stephanie Spruill’s Gospel Choir (https://www.proceso.com.mx/453837/juan-gabriel-la-genesis-sus-canciones).
“¡Claro, tiene sus discos de Juan Gabriel! Pero hasta ahorita no he visto si están dedicados. Esperemos que sí… Él frecuentaba las buenas librerías y tiendas de discos en San Diego, California, me imagino que lo mismo en Nueva York. Son ediciones que incluyen grabaciones de poesía en inglés, por ejemplo, de Emily Dickinson, textos de William Burroughs. ¡Y aprendió el inglés oyendo los discos de Los Beatles, durante su estancia en Inglaterra! Entre las cosas curiosas que encontramos, salió un disco del documental de Marcos sobre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, dedicado. Asimismo, un corrido al líder sindical Fidel Velázquez, en el disco del 50 aniversario de la CTM (Confederación de Trabajadores de México), de 1986.
“Es un mosaico. No nada más de México, sino de los gustos musicales de Carlos Monsiváis, si bien, desde luego, existe un repertorio de lo que uno espera toparse al leer los escritos de Carlos: mambos de Pérez Prado, bastantes boleros de los años cincuenta, de los llamados ritmos tropicales de los sesenta con la Sonora Santanera, del tabasqueño Carlos Colorado. Todo aquel México de noche está representado. Lo que ahora realizamos, como de costumbre en la Fonoteca, es un inventario al llegar las colecciones. Pasan los discos por un proceso de salón en una cuarentena y se estabilizan para ingresarlos, curados, a nuestra bóveda en perfecto estado. Nos falta una revisión más exhaustiva.”
Con Henoc de Santiago, director del Museo del Estanquillo dedicado al escritor, y de la Asociación Cultural El Estanquillo, se prepara exhibir la colección en 2021, que parcialmente se planeaba para octubre (ver recuadro):
“Para mí personalmente siento que será una manera de retribuir un poquito a tanto de lo que Carlos Monsiváis ha dado, esa pasión por la música, una forma de dialogar con su vida, de brindarle a la gente acceso a ese tesoro. Como estar juntos en la sala de su casa, pero con él, con su corazón musical.”