Patrimonio / Más que piedras

Evocaciones de la mayóloga María del Carmen Valverde

La historiadora María del Carmen Valverde Valdés, quien falleció el pasado 4 de octubre, se interesó, desde que cursaba los últimos años de su carrera, en el estudio del México prehispánico, particularmente del mundo maya.
viernes, 23 de octubre de 2020 · 08:16

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Académica del Centro de Estudios Mesoamericanos (CEM) del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) desde 1990, la historiadora María del Carmen Valverde Valdés se interesó, desde que cursaba los últimos años de su carrera, en el estudio del México prehispánico, particularmente del mundo maya.

En 1985 hizo su servicio social en el CEM (del cual llegó a ser directora), en un seminario de investigación sobre dioses mayas que coordinaba la doctora Mercedes de la Garza, a quien reconoció por haberla introducido en el estudio de esa cultura. Para 1990, apenas cinco años después, ya era investigadora en dicho centro.

Solía decir también que era obra del “destino”.

En una entrevista con María Luisa Santillán, del área de Divulgación Científica de la UNAM, de abril de 2015 la investigadora, que entonces se desempeñaba como coordinadora del Posgrado de Estudios Mesoamericanos, señaló:

“Lo que pasa con la cultura maya es que una vez que uno está adentro lo atrapa; ya no es opcional y en un mundo fascinante” .

Se lo relató también a la periodista y divulgadora de la ciencia Verónica Guerrero Mothelet, autora de la semblanza “María del Carmen Valverde. Atrapada en el mundo maya”, en el número 135 de la revista Quiénes de la UNAM:

“Llega un momento en que uno ya no estudia a los mayas, sino que pasa a formar parte de su universo”.

Y más adelante añadió:

“De todas las culturas mesoamericanas, creo que es la que tiene la mayor trayectoria histórica… y continúa viva. Esto no quiere decir que sea la única: en Mesoamérica tenemos una diversidad cultural enorme. Pero los mayas presentan esta faceta que los hace atractivos desde todos los puntos de vista”.

Licenciada y maestra en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras, y doctora en Estudios Mesoamericanos por la misma institución, la mayista falleció el pasado 4 de octubre, causando consternación y pesar en la comunidad académica de la propia UNAM, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y las escuelas nacionales de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRYM) y de Antropología e Historia (ENAH), entre otras instituciones.

Miembros del Comité Organizador del Congreso Internacional de Mayistas y del Programa Universitario de Bioética, expresaron también sus condolencias. A través de la cuenta en Twitter el programa destacó que fue “una gran mujer, incansable universitaria y entrañable colega”.

Dedicada entre otros temas a la religión y las artes plásticas de la cultura maya, escribió los libros Balam. El jaguar a través de los tiempos y los espacios del universo maya, Teoría e historia de las religiones (en dos volúmenes), Sym-Bolon: ensayos sobre cultura, religión y arte, La noción de vida en Mesoamérica, Chiapa de Corzo. Épocas prehispánica y colonial, y El jaguar del principio y del fin del mundo, por citar algunos.

Colega suya en el CEM, la investigadora Laura Elena Sotelo Santos reseñó en su momento el libro Balam…, y destacó que en él “se integra por vez primera un cuidadoso y profundo análisis respecto a uno de los símbolos que está presente en prácticamente todos los aspectos de la cultura maya, no sólo en sus restos materiales arqueológicos, como cerámica y escultura, sino también entre los mayas actuales, en sus relatos sagrados y en sus danzas”. 

Considera Sotelo que Valverde responde a sus lectores la pregunta de quién es el jaguar en la cultura maya: Es Balam. Y explica que para hacer este volumen no sólo recopiló investigaciones, sino también representaciones plásticas en cerámica, códices, escultura, arquitectura, pintura mural y objetos pequeños, así como fuentes documentales.

“El libro está estructurado de tal manera, que va llevando de la mano al lector a través del complejo universo simbólico maya. Para poder penetrar en él, Valverde inicia anotando la importancia de los animales, como seres sagrados, individuales, que forman parte del mundo religioso indígena. Parte de una revisión general sobre las características biológicas del jaguar. Entre la información más significativa, está, por ejemplo, su habilidad de cazar sin ser visto por la presa, lo que lo convierten en un excelente cazador, sus hábitos crepusculares y nocturnos, características que lo vincularon con los espacios oscuros, semejantes a la noche y al inframundo, su impresionante frecuencia copulatoria (de más de 38 veces por día), se asocia con la fertilidad inagotable del interior de la tierra, aunado al poder de sus mandíbulas y a la fuerza de sus garras, que lo convierten en ‘rey’ de la selva”.

El arqueólogo Leonardo López Luján, responsable del Proyecto Templo Mayor, lamentó su pérdida a través de su cuenta de Twitter @LeoLopezLujan,  y resumió:

“…nos deja sus análisis sobre el jaguar entre los mayas y la Guerra de Castas, así como el recuerdo de su grata amistad”.

 

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