Metralla metalera de Iron Maiden en el Palacio de los Deportes
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- Una magistral metralla de heavy metal bombardeó Iron Maiden anoche en el Palacio de los Deportes, esparciendo ráfagas de sonoridades extremas y un enloquecedor despliegue escénico para volar las emociones.
La ansiedad contenida en los 21 mil 650 asistentes que llenaron a reventar el Domo de Cobre estalló justo al marcar el reloj las 21:05 horas, detonándose la incesante catarsis que duró cerca de 120 minutos.
Esta legendaria agrupación británica --integrada por el fundador Steve Harris en el bajo, Bruce Dickinson en la voz, Nicko McBrain a cargo de la batería, y los guitarristas Dave Murray, Adrian Smith y Janick Gers--, tuvieron como recibimiento ensordecedores aullidos que retumbaron el recinto.
Como parte del Legacy Of The Beast Tour (gira “El legado de la bestia”), la magia y carisma de Bruce rápidamente caló con sus ásperos cánticos dando bienvenida a su espectáculo vía “Aces High”, al tiempo que el despliegue teatral regaló una provocadora producción al puro estilo metalero, despegando con un monumental avión de guerra que sobrevolaba el escenario.
Lienzos de arte macabro fungieron de telón de fondo para narrar en cada rola historias delirantes; el espacio se transformó en batallas épicas y castillos medievales, además de destacar la presencia de su icónico personaje cadavérico Eddie The Head (“Eddie El Cabezón”) en sus distintas facetas demoniacas. Dicho Eddie --o Edward— ha sido la figura símbolo de la banda a partir de febrero de 1980, una mascota invención de Derek Riggs.
Las miradas de la multitud quedaron encantadas por esos pasajes de inmersión hacia atmósferas espectrales, todo con una magnifica calidad de sonido en el otrora llamado “Palacio de los Rebotes” para cada feroz acorde. Resonaron así “Where Eagles Dare” y “2 Minutes to Midnight”, además de “The Clansman”, a la cual el público se unió en coro al, calando hasta los huesos las palabras que en inglés reclaman libertad:
“¡Freedom, freedom, freedom!”.
[caption id="attachment_601413" align="alignnone" width="3429"] Los seguidores corearon los éxitos de la banda. Foto: César Vicuña / OCESA[/caption]
El vocalista mostró simpatía, agradeciendo constantemente a nuestro país y sus fans, portando al igual que el resto de los músicos sombreros de charro y elevó en vilo las banderas de México y Reino Unido, tras vencer en un duelo de espadas a un Eddie. El ensamble metalero fundado en 1975 mantuvo la misma descomunal energía durante el resto del show, mismo que contempló cortes como “The Trooper” y “Revelations”. Rasgaron además “Flight of Icarus”, en colosal y asombrosa representación tridimensional al revivir la mitología griega de Ícaro en caída al desplegar sus alas para alcanzar la luz apolínea, infructuosamente.
A Dickinson se le veía cambiar de vestuario para cada tema, y correr en el montaje de dos niveles para su actuación en viajes por ensueños de rock duro. Pero el ocaso llegaba:
“The Number of the Beast” y “Iron Maiden” sorprendieron, luego de asomarse al fondo la encarnación avernal de Lucifer coronado de cabrías cornamentas y un pentagrama invertido tatuado en la frente. Llamaradas dantescas y lenguetas de pirotecnia daban aparente cerrojazo al espectáculo; pero aún tenían un par de siniestros obsequios como encore para sus fieles: “Hallowed Be Thy Name” y “Run to the Hills”.
Una caja con la insignia TNT fue jalada del gatillo por Bruce Dickinson para una dosis más de fuegos pirotécnicos más, finiquitando el glorioso recorrido de poesía metalera desbordante de fiereza. Al filo de las 23:00 horas todos los músicos pasaron al frente para despedirse y agradecer a su gente por la imponente entrega y comunión de espíritus extasiados en congregación. Tal fue la rotundamente exitosa primera fecha de tres que ofrecerán los Iron Maiden en el Palacio de los Deportes, quienes estarán también este 29 y 30 de septiembre.