Sobre la prohibición de plásticos para 2020
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Para el 2020 se prohibirán en esta ciudad bolsas, charolas, cucharas, cuchillos, globos, mezcladores, platos, popotes, tapas, tenedores, varillas, vasos y cualquier utensilio fabricado en plástico de un sólo uso, toda su comercialización y distribución.
Al menos eso dicta la reforma a la Ley de Residuos Sólidos que fue aprobada por el Congreso de la Ciudad de México con 51 votos a favor y una abstención. La iniciativa fue presentada por el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), en específico promovida por la diputada Alessandra Rojo de la Vega, vicecoordinadora del Partido Verde y presidenta de la Comisión de Preservación del Medio Ambiente, Cambio Climático, Protección Ecológica y Animal.
Hasta ahí suena todo suena bien.
Sin embargo, antes de prohibir y promover leyes para obtener reflectores, el PVEM y el propio congreso que aceptó dicha medida --y cuya reforma fue turnado a Claudia Sheinbaum para su promulgación y publicación-- debe de dar soluciones; el mismo Verde dijo que si bien la reforma “trastoca intereses”, y que buscarían un beneficio común con las empresas, primero debieran promover las leyes, industria y esquemas de estímulos pertinentes tanto para las empresas como la ciudadanía, y después buscar las prohibiciones.
Basta recordar lo que sucedió con la reforma a la Ley General de Vida Silvestre (artículo 78) que entró en vigor el 8 de julio de 2015 y que prohibía a los animales en los circos. Muchos la apoyaron sin tomar en cuenta a los profesionales en la vida animal que trabajan de manera directa con la fauna.
Tal reforma no garantizó el bienestar de los animales, apenas un año después diversos medios de comunicación dieron cuenta del extravío de mil ejemplares exóticos, la agonía y la muerte de algunos; la propia Procuraduría Federal de Protección al Ambiente catalogó tres años después de aprobada dicha medida como “innecesaria”, y en su momento el mismo PVEM consideró que se trató de una propuesta “incompleta”.
Todo mundo está de acuerdo en que los productos de plástico no se deben de usar por la contaminación que producen al tardar demasiado en degradarse; de la misma manera en que no debiera haber contaminación en la Ciudad de México, pero mientras no exista un eficiente sistema de transporte en contrapeso al apoyo de las automotrices, que desde la década de los noventas registraron un “boom” en el país, será difícil tener una calidad de aire digna.