El Gewandhaus Quartett llegó a México
CIUADAD DE MÉXICO (Proceso).- Doscientos once años después de su fundación (1808), el prestigiado cuarteto Gewandhaus-Quartett, el más antiguo de Alemania, llegó por fin a México para inaugurar las actividades que durante todo el año se celebrarán en nuestro país en ocasión de celebrarse el 250 aniversario del investigador, científico y aventurero Alexander von Humbolt, a quien el primer presidente de México, Guadalupe Victoria, otorgó el título de Ciudadano Mexicano, y a quien Benito Juárez llamó Benemérito de la Patria.
Un único concierto presentó el Quartett que, por supuesto, quedará en la mente de los que tuvieron el privilegio de escucharlo. Pequeño conjunto camerístico desprendido de la a su vez más antigua orquesta germana, la Gewandhaus Orchester (1743) que, entre otros notables, tuvo como titulares a los legendarios Félix Mendelssohn Bartholdy, Wilhelm Furtwängler y Kurt Mazur –a cuyas gestiones se debe la actual sede construida durante el régimen socialista de la desaparecida República Democrática Alemana.
Con tales antecedentes del órgano madre, nada de extraño tiene que los conjuntos que de él se desprendan sean poseedores y trasmisores de la misma tradición de calidad. Tal el caso del cuarteto que hoy nos ocupa.
El cuarteto ha recorrido no sólo un largo camino sino que, lo más difícil –y yo me atrevería a decir que extraordinario–, ha mantenido su nivel de altísima calidad pese al necesario relevo generacional que, naturalmente, va cambiando a sus integrantes. Este continuus está literalmente grabado en sus más de ochenta producciones. Actualmente está formado Frank-Michael Erben, quien lo dirige desde el primer violín y en 2007 fue nombrado concertino nada menos que de la orquesta del Festival de Bayreuth (y cuyo violín es un Guadagnini de 1775); Yun Jin Chao, segundo violín, joven china que desde el 2008 es la segunda concertino de la Gewandhaus; el uzbeco Anton Jivev, violinista de la Gewandhaus desde 2012 e intérprete del cuarteto desde 2015, y Jürnjakob Timm, quien es el cellista principal de la Orquesta del Festival de Bayreuth desde 1993. Pura primera línea, como puede verse.
Con esa calidad individual y el trabajo de conjunto que realizan permanentemente, ya ensamblado el cuarteto produce, necesariamente, un resultado musical superior que se manifiesta en la precisión, la exactitud colectiva –que es puntual pero no mecánica, no autómata ni fría, sino homogeneizada en la calidez de dar vida a las notas que, convertidas en sonido, llegan en forma por demás grata al escucha–. Fue así como el Gewandhaus-Quartett nos ofreció dos obras realmente destacadas entre las composiciones de sus respectivos autores, Robert Schumann (1810-1856) y Ludwig van Beethoven (1770-1827).
Del primero interpretó el tercer Cuarteto de cuerdas del Opus 41, es decir, el último de los tres que constituyen ese opus y que, se dice, fueron estrenados en ocasión del cumpleaños número 25 de su esposa la también compositora Clara Wieck el 13 de septiembre de 1842.
De Beethoven el cuarteto se interpretó el hermoso Cuarteto de cuerdas número 8 en mi menor Opus 59 número 2, o sea, el segundo de los tres cuartetos conocidos como Razumovsky, por estar dedicados a este personaje.
Estupendo inicio de actividades “humboltianas” que esperamos mantengan este nivel de calidad todo el año.
Este texto se publicó el 21 de abril de 2019 en la edición 2216 de la revista Proceso