La Orquesta Sinfónica del Politécnico, el faro musical del norte de la CDMX
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- Como hemos comentado muchas veces, pasados los períodos vacacionales nuestra ciudad goza de buena salud en cuanto a actividades artístico-culturales se refiere. Que se puede y debería hacer más y llegar a mayor cantidad de gente, eso es cierto, pero también lo es que ese es un tema que merece mucho, pero mucho más que un artículo. Me referiré únicamente a una de las aristas de nuestra citadina realidad musical.
Habitualmente en la Ciudad de México, semana a semana, ofrecen conciertos por lo menos seis importantes orquestas: la Orquesta Filarmónica de la Universidad, la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata, la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, la Orquesta Escuela Carlos Chávez, la Orquesta Sinfónica Nacional y la Orquesta de Cámara de Bellas Artes, a las cuales debe agregarse un buen número de presentaciones de pequeños conjuntos y solistas instrumentales y vocales. Muchas de estas presentaciones, debe añadirse, son completamente gratis o tienen un costo ya no digamos bajo pero sí muy accesible. En términos generales, una buena oferta musical a la cual se puede acceder.
Sin embargo, esa buena, amplia y variada oferta tiene un pequeño gran defecto, el 99% de ella está situada en el centro y sur de nuestra enorme ciudad.
De las orquestas mencionadas, cuatro actúan totalmente al sur la Ofunam y la Eduardo Mata en la Sala Nezahualcóyotl o la Carlos Chávez o, un poquitito más al centro, en el Auditorio Blas Galindo del Cenart. La formativa Carlos Chávez también en el Blas Galindo, aunque ocasionalmente se mueve hacia otras direcciones. La Filarmónica de la Ciudad, por su parte, se presenta en la Sala Ollin Yoliztli. La Sinfónica Nacional hace lo propio en Bellas Artes y, en ese mismo palacio pero en la Sala Ponce, actúa la Orquesta de Cámara, misma que se mueve un poco al norte ya que, los domingos, interpreta sus conciertos en el Conservatorio Nacional en la calle de Presidente Mazarik, Polanco.
Con los otros ensambles y solistas sucede lo mismo, en su aplastante mayoría lo más al norte que llegan es a la Biblioteca Vasconcelos de Buenavista y al edificio Memorial de la UNAM en Tlatelolco.
Es evidente, entonces, que un enorme sector de la población citadina está así, musicalmente, totalmente desprotegida.
Por eso, en estas condiciones, la Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico (OSIP), se convierte en un auténtico y único oasis para los aficionados del norte de la ciudad. Un oasis bastante pequeño por cierto, pero oasis al fin y al cabo, al que se puede acceder jueves por la noche y los sábados al medio día durante sus temporadas que se efectúan en el Auditorio Alejo Peralta, más conocido como “El queso” de la Unidad Zacatenco, situada al norte del ex D.F.
Fue allí donde escuchamos el estreno en esta ciudad de La Pierre Solaire (“La piedra solar”) de la mexicana Cristina García Islas, en su versión reducida de sólo tres de sus cinco movimientos originales, Nahui Ocelotl, Nahui Éhecatl y Nahui Ollin, interesante obra que merece más de una audición completa, y que estuvo acompañada para completar el programa dirigido por el brasileño Lanfranco Marcelletti, nada menos que por la 4ta. Sinfonía de Gustav Mahler.
La OSIP, norte musical que bien vale la pena incrementar.