"Star Wars: El Ascenso de Skywalker": final con nostalgia
MONTERREY, N.L. (apro).- En su cierre, aparentemente definitivo, la saga de Star Wars se despide con nostalgia.
En este noveno episodio denominado Star Wars: El ascenso de Skywalker (Star Wars: The rise of Skywalker, 2019), el director y guionista J. J. Abrams le arroja una croqueta a la base de fans que ya envejecieron, luego de 40 años de aventuras, y le presenta a sus antiguos héroes, con aportaciones entrañables que hacen mucho más difícil la despedida.
Aunque hay un interés evidente por complacer a los seguidores antiguos, los que se iniciaron con la epopeya de rebeldes intergalácticos en 1977, ahora es tiempo de que Disney, apropiado de la franquicia, le entregue emociones a la nueva generación, buscando que se identifique con los personajes que dominaron la última trilogía. Sin embargo, es evidente el apego de los nuevos adeptos con los iniciadores de este longevo clásico de ciencia ficción.
Abrams, en el control de las acciones, le proporciona frescura a la serie. Con un gran manejo de recursos visuales hace maravillas para darle forma a un guión mediocre, que se cicla, utilizando elementos anteriores de la mitología de la serie y que no aporta líneas memorables. En la remembranza del episodio VI El Regreso del Jedi, otra vez el lado oscuro tienta a la heroína para que se le integre, con lo que terminaría por consolidarse la fuerza maligna que se apoderaría del Universo.
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Como ocurre en toda la serie, la acción se basa en la búsqueda. En esta ocasión, es Rey (Daisy Ridley) la que emprende la localización del emperador Palpatine (Ian McDiarmid), para aniquilarlo, aunque en el trayecto se encuentra con numerosos obstáculos, empezando con el malvado Kylo Ren (Adam Driver), que viene atormentado por sus acciones en el pasado y busca, de alguna forma subconsciente, redimirse ante las atrocidades que ha cometido.
Y, claro, en el camino hay algunas peleas con sables, persecuciones y una enorme batalla espacial, que decidirá la suerte de la galaxia. El azar, por supuesto, será determinante para que quede sellado el destino de los héroes. Y algunos sacrificios se tienen qué hacer, para que triunfe La Fuerza.
En medio del tumulto de la guerra se mantiene encendida la llama amorosa entre los protagonistas. Rey, convertida en una chica superpoderosa, encuentra, en este episodio, su mayor expresión como jedi y también su interpretación más significativa. La valerosa mujer es la que lidera la lucha y reta a toda una pléyade de machos que estaban en el comando de las batallas. No es gratuito, que se convierta en heredera de Luke, el más legendario de todos los caballeros que iniciaron las escaramuzas contra la dictadura, hace décadas en una galaxia muy, muy lejana.
También hay un merecido homenaje a la desaparecida Carrie Fisher, al darle a Leia un peso específico en la historia. No hace cameo, como otros extrañados personajes, si no que su determinación es decisiva para mantener con vida a la resistencia.
Y por ahí esta entrega postrera cede a las presiones de la agenda global, marcada por la diversidad, y, después del desenlace, envía un atrevido mensaje político de inclusión que parece ser del agrado de la feligresía.
De cualquier manera, como epílogo, SWIX produce satisfacción al contestar todas las preguntas. No deja cabos sueltos. Los seguidores de la serie han estado al pendiente de los detalles que se siguen en el árbol genealógico y en la cascada de acontecimientos que llevan hacia este final que cierra, con fuerza la legendaria estirpe de jedis y seres interplanetarios.
Star Wars: El Ascenso de Skywalker da un fuerte portazo para una histórica opera encadenada, en episodios de factura irregular, pero que han encantado a chicos y grandes, en el final de un milenio y el inicio de otro.