Adiós a la "Reina del Soul", Aretha Franklin (1942-2018)
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La llamada Reina del Soul, Aretha Franklin, falleció el pasado 16 de agosto en su casa en la ciudad de Detroit, Michigan, a los 76 años. Muy probablemente ella sea una de las cantantes más reconocidas en la historia de la música popular, sus canciones y su voz han sido influencia innegable en un sinfín de artistas alrededor del mundo en temas como “Respect”, “You make me feel” o sus versiones del himno del góspel “Amazing grace”, entre muchos otros.
Brillante pianista autodidacta, Aretha creció en un hogar peculiar para los años 40 y 50. Su padre, el reverendo Clarence LaVaughn Franklin, fue una figura muy importante en el movimiento encabezado por el reverendo Martin Luther King jr., de quien fue amigo muy cercano. Gozó de mucha fama como uno de los predicadores de mayor importancia desde los 18 años de edad, y en los años 60 comenzó una exitosa carrera como cantante, lanzando discos hasta el día de su muerte en 1984.
Por otro lado, la madre de Aretha, Barbara Siggers, fue una enfermera que como muchas otras mujeres se enamoró perdidamente del reverendo, con quien se casó en 1938 y tuvo tres hijos además de Aretha (que fue la tercera): Erma (1938-2002), Cecil (1940-1989), y Carolyn (1944-1988). Los padres tenían hijos de otros matrimonios, por lo que la casa de los Franklin ubicada en el 406 de la Avenida Lucy, en Memphis, Tennessee, estaba siempre llena de niños.
De todos los hijos del matrimonio Franklin, Aretha era la más apegada a su madre, y fue quien más sufrió cuando Barbara, cansada de los constantes amoríos de su esposo, decidió dejar su hogar en Detroit --lugar al que se habían mudado unos pocos años antes para irse a la ciudad de Buffalo con su hijo Vaughn y vivir una vida alejada de la agitación que la creciente fama y costumbres de su esposo causaba en su matrimonio.
Cuando años más tarde Aretha era ya una leyenda de la música y transmitía una seguridad indiscutible sobre un escenario, nadie podía imaginar que internamente la inseguridad de aquella pequeña niña (que a los 6 años de edad fue, en cierta forma, abandonada por su madre) florecía cada vez que las presentaciones terminaban y regresaba a su vida cotidiana.
Aretha sufrió muchísimo la ausencia de la madre, situación que ella misma evadía e incluso en su autobiografía From these roots (“De estas raíces”) menciona muy poco todo este tema, pues ella siempre declaró que sus padres vivieron un matrimonio feliz.
Ninguno de los niños Franklin dejó de ver a su madre cuando ya vivía en Bufallo, todo lo contrario, solían visitarla constantemente, y Barbara estaba encantada de recibirlos. Aretha incluso la acompañaba a su lugar de trabajo en el Hospital General de Buffalo, donde le enseñó a cuidar a los pacientes. Fue en la casa de su madre en la calle Lythe del barrio Cold Springs, que Aretha se acercó por primera vez a un piano en el que cantaba junto a su ella, quien además poseía una gran voz y también era una consumada pianista.
Sólo cuatro años después de mudarse a Buffalo, cuando Aretha tenía 10, Barbara Franklin falleció inesperadamente. La cantante recuerda en su libro que el reverendo reunió a todos sus hijos en la cocina para darles la noticia sin muchos rodeos, esperando que pudieran lidiar con la noticia y la ausencia.
Aretha Franklin sufrió en silencio la pérdida, para ella el dolor era algo que debía sobrellevarse en privado, y encontró en la música el refugio que necesitaba para dejar de lado sus problemas y simplemente disfrutar de ese don con el que nació: el de la gran voz.