'Maithuna”, de Mario Lavista a Octavio Paz
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- Mario Lavista presentó en el 20° aniversario luctuoso de Octavio Paz, el pasado jueves 19 de abril, su estreno mexicano de “Maithuna”, cantata inspirada por el poema homónimo del Nobel de Literatura 1990, con el cuarteto Streghe bajo la dirección de José Antonio Rojas (ver acto en https://www.youtube.com/watch?v=onMbE9BiQh8).
A continuación, un fragmento de la amplia entrevista sostenida por este reportero con el compositor Mario Lavista (ML), nacido en la Ciudad de México, 3 de abril de 1943, previamente al estreno de “Maithuna” con versos de Octavio Paz (OP).
RP: El estreno mundial de este largo poema de Octavio Paz, incluido en el libro Hacia el comienzo de mediados de los años sesentas, se dio en diciembre de 2016 por encargo del Centro de Experimentación del Teatro Colón, de Buenos Aires, Argentina.
ML: Este centro experimental está encargado de dar a conocer las óperas contemporáneas y la música nueva. Ellos me localizaron, me hablaron y me pidieron en 2016 que escribiera una obra coral para rendir un homenaje a Octavio Paz. La única condición era que debía yo, obviamente, musicalizar un texto suyo. Como el encargo me pareció extraordinario, lo acepté de inmediato, porque claro, este encargo me daba a mí la oportunidad de reanudar a mí como músico un diálogo con la poesía de Octavio Paz. Ahora bien, el término “maithuna” es de origen sánscrito y se refiera a una suerte de ritual erótico religioso, erótico sagrado…
--Budista.
--Exactamente. Eso es difícil de entender en la tradición católica porque el catolicismo niega el cuerpo, en nuestra religión el cuerpo no existe; es más, es un elemento de pecado, inclusive. En cambio, en ciertas religiones orientales, como la hindú, sí se acepta; bueno, hay un ritual erótico sagrado, erótico religioso. Y yo siempre repito he sido un asiduo lector de la poesía erótica de Paz, yo creo que él es uno de los altos poetas del erotismo. Pero claro, a mí me parece que su erotismo pertenece más al ámbito de lo sagrado que al mundo profano. De ahí que haya elegido la palabra “maithuna”.
“Escribí mi obra para dos sopranos, dos mezzosoprano y un pequeño ensamble de percusiones que tocan las mismas cantantes. Traté de guiar instrumentos que no nos remitieran o que no recordaran el color, el timbre de los instrumentos de percusión occidentales. Por ejemplo, utilizo un gong tailandés, que me hizo conocer Ricardo Gallardo, el director de Tambuco, un tambor tarahumara que es como una baqueta, cuyo sonido es precioso. Utilizo crótalos que son estos pequeños discos de metal que tienen un sonido muy agudo, no los de concierto; utilicé bloques de madera que me recuerdan ciertos sonidos de la música japonesa y, finalmente, el sonido de varias copas de cristal afinadas. El instrumental que utilizo es breve, pero trato de no referirme a un sonido de percusión occidental.
“La pieza de música transcurre con extrema lentitud de principio a fin, y se acompaña de aquí y allá con los instrumentos de percusión, los cuales tocan ciertas secuencias, patrones rítmicos que aluden a una especie de marcha ritual; ahora, musicalicé solamente fragmentos del poema, el poema es muy largo, y si hubiera lo musicalizado todo hablaríamos de una hora u hora y media. Porque cuando se musicaliza un texto, este texto corre mucho más lento que si lo estuviéramos diciendo… Solamente musicalicé fragmentos y en muchas ocasiones aparecen dos o tres textos de la misma ‘Maithuna’, pero se cantan simultáneamente. Y por otra parte, me tomé la libertad poética, diría yo, de utilizar la palabra ‘maithuna’, que sólo aparece como título del poema de Paz.
“Esta obra se estrenó ese año de 2016 en la sala de música de cámara del Centro Experimental del Teatro Colón, le fue muy bien porque en primer lugar tuve cuatro cantantes estupendas, me dieron toda una semana de ensayo, todas las tardes ensayábamos cuatro horas en el Teatro Colón, y hubo mucho tiempo para afinar la obra. El programa se completó con varias obras mías instrumentales y una obra coral, es decir, era música mía y entre ellas estaba esa obra que ellos me habían encargado”.
--Y después llevaron “Maithuna” a Estados Unidos.
--Para mi satisfacción, el año pasado en el mes de mayo se llevó a Nueva York, porque el Teatro Colón tiene un convenio con esta sala de conciertos para que muchas cosas que se presentan en el Colón se presenten en Nueva York. Yo no pude ir, pero algunos amigos míos que viven allá fueron y me dijeron que estuvo muy bien.
--¿Cómo se suscitó el estreno en México del jueves 19 de abril?
--Fue la misma Marie-José Paz quien sugirió al Colegio Nacional que hubiera una obra mía, naturalmente con los textos de Octavio Paz el jueves 19 en el 20 aniversario luctuoso.
“Y ella pensó en un principio que se hiciera Hacia el comienzo, que fue la obra que presenté en Bellas Artes en 1984, entonces a mí me avisaron en el Colegio que Marie-Jo quería que se presentara música y, bueno, yo dije quew lo ideal sería estrenar esta obra en México y qué mejor momento que este 20 aniversario luctuoso. Entonces hablé con Marie Jo y le dije: ‘Voy a presentar esta obra de estreno que nadie conoce, tú no la conoces’, entonces ella estuvo encantada y finalmente, después de dos años, se estrenó en México”.
--Mario, ¿quiénes son los músicos que usted llamó para este estreno?
--Ah, yo conozco desde hace muchísimos años a la soprano Lourdes Ambriz, ella fue Aura en el estreno de la ópera que hice sobre la novela de Carlos Fuentes con libreto de Juan Tovar, ¡la conozco desde la prehistoria! (risas). Y siempre que tengo alguna cosa de canto recurro a Lourdes Ambriz.
“Ella tiene un grupo de cámara, de cantantes precisamente que se llama Streghe, una palabra italiana que quiere decir ‘las brujas’. Hablé con ella que conoce muy bien la obra, porque yo sugerí para el estreno del Teatro Colón que la invitaran a ella para que me ayudara a poner la obra con tres cantantes argentinas. El grupo Streghe está formado por la soprano Nadia Ortega y Lourdes Ambriz, y las mezzosopranos Nurani Huet y Verónica Alexanderson. En esta ocasión ellas van a ser dirigidas por el contrabajista y director José Antonio Rojas. La obra necesita alguien que las coordine, porque están ocupadas tocando percusión mientras cantan, y las dirija, sobre todo necesitábamos hacer un ensayo acústico porque la sala del Colegio Nacional es un poco seca y a mí me conviene siempre una acústica cálida, de mucha más resonancia”.
--Y sobre todo, usted hablaba de que la hermandad entre poesía y música es… ¿fantasía?
--Sí, yo creo que está regida por la fantasía y la imaginación. El hecho de que me hayan encargado esta obra y que ellos mismos en el Teatro Colón me pidieran que fuera con textos de Paz, me dio la oportunidad de reanudar este diálogo con él. Entre un músico y un poeta, la música y la poesía. A mí eso me parece estupendo como músico. Qué mejor como músico que rendirle homenaje a un magno poeta como lo fue Paz a través de un canto coral. No hay nada mejor que eso.
--¿Viajaron juntos, se vieron más?
--Fuera de México nomás lo vi durante más de una semana en Francia, primero en Aix-en-Provence, y luego lo vi en ese mismo viaje en París de 1984. Y siempre fue una gente de primera, muy interesado en lo que los demás hacían, en lo que sucedía en la música de México, algo que no necesariamente todos los intelectuales están interesados en eso, ¿no?
--Es importante también que a Paz le interesara la música.
--Claro, y que escribió el poema largo “Lectura de John Cage”.
--¿Llevó usted a Paz para escribir algo en su revista musical Pauta?
--Utilicé varios textos suyos no originales. Simplemente le pedí permiso para publicar algunos, por ejemplo, hay uno extraordinario de Paz sobre la muerte de (José) Revueltas. Y otro también extraordinario sobre la muerte de (Carlos) Chávez. A quien le dediqué un número completo en Pauta es a John Cage. Le publiqué el poema que le escribió Paz a Anton Webern, y yo siempre le decía: “Mire, Octavio, Pauta es una revista que no tiene dinero, ¡no le podemos pagar lo que le pagarían por esto!”. Y el me decía: “No, no se preocupe. Usted publíquelo y ya, se acabó el asunto”.
--O sea, no se hablaban de tú.
--Sí, Paz siempre se habló de usted con toda la gente. Yo no me habría atrevido a hablarle de tú (risas).
--¿Discutían?
--No discutir; quizás un punto un tanto álgido era la ópera. Tengo el recuerdo de que no lo convencía mucho la ópera, realmente. Y a mí me gusta muchísimo la ópera como género dramático y poético musical. A él no le llamaba particularmente la atención la ópera. Pero nunca hubo una discusión más profunda que eso. Simplemente era una diferencia en gustos, nada más.
“Fíjese que ‘Maithuna’, mi obra, es una obra muy tranquila, por eso transcurre muy lentamente. Me fui mucho más del lado sagrado que del lado propiamente erótico, digamos. Hay descripciones en ‘Maithuna’ de la pareja que está haciendo el amor, en fin, a mí me interesaba lo otro, lo que sucede internamente en esa pareja y en esa sensualidad, la cópula. Es una copulación que tiene que ver con cuestiones no sólo de índole propiamente físico, sino sagrado. Yo me fui más por la otra interpretación. Por la tranquilidad, por la lentitud. No es muy larga, dura aproximadamente quince minutos”.