'El regreso de Mary Poppins”: vuelve la magia
MONTERREY, N.L., (apro).- Mary Poppins está de vuelta, pero no llega sostenida por un paraguas, si no por una cometa voladora.
El vehículo usado para su arribo es, quizás, la única diferencia entre la primera niñera que interpretó primorosamente Julie Andrews en 1964 y la que ahora encarna, con igual vigor, la versátil Emily Blunt, que rejuvenece el clásico y le aporta todos los elementos musicales, cómicos y mágicos, que conoció la generación anterior.
El regreso de Mary Poppins (Mary Poppins returns, 2018) es prácticamente una segunda parte con nuevas aventuras de la obra original que, como en esta ocasión, presenta Disney. La enigmática nana sigue siendo bella, juvenil, ubicua, omnisapiente, telekinésica, arrogante y, ante todo, perfecta. Aunque pretende hacer su propia interpretación, Blunt imita con fidelidad a Andrews.
Y le sale bastante bien, por lo que el legado queda en buenas manos.
En esta ocasión, Mary regresa a Londres, la casa de los atribulados hermanos Jane y Michael Banks (Emily Mortimer y Ben Wishaw), ya de adultos, y a quienes asistió en aquella primera visita épica, cuando aún eran pequeños. Los dos se encargan, como una familia poco ortodoxa, de otros tres pequeños.
En una época de depresión social generalizada, juntos deben enfrentar la inminente pérdida de la casa, que se quedará su banquero de moralidad ambigua (Colin Firth). A menos que encuentren unos documentos extraviados, que les regresarían solvencia en esos días desesperados.
El director Rob Marshall, experto en musicales, presenta una historia familiar dirigida a un público infantil, pero con obvias reminiscencias para disfrute de los mayores. Aunque se encuentra en la época de la digitalización desaforada, se da el lujo de mezclar acción real con animación 2D, como un guiño a la primera versión de la Señorita Poppins, que recorría la campiña con caballos que escapaban del carrusel.
También recurre, claro, a imágenes generadas por computadora, pero apuesta, sobre todo a las actuaciones. La mezcla de elementos histriónicos, que incluyen la participación de la siempre magnética Meryl Streep, crean una película que siempre se mantiene intensa y divertida.
Las excelentes coreografías, que encabeza Lin-Manuel Miranda, que busca, con denuedo, emular el encanto y hasta la actitud, que generaron Dick Van Dyke como Bert, crean un ambiente de festival, en un mundo de fantasía donde todo es posible.
Con su retorno, Mary Poppins trae a los Banks la ilusión y la alegría que habían perdido. Les regresa también esperanza, en una época en la que sienten que todo está perdido.
Los niños, dentro y fuera de la pantalla, descubren con la niñera que, través de la ficción, siempre pueden hallar un mundo mágico y mucho mejor que el que habitan.