Lennon al desnudo, por su biógrafo Robert Rosen
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Nos escribe el autor estadunidense Robert Rosen (Brooklyn, 1952), quien publicó el polémico libro Nowhere Man. Los últimos días de John Lennon (Grijalbo, 2003), para enviarnos ahora desde Nueva York la reciente entrevista que le hiciera Bill Harry de la revista roquera de Liverpool Mersey Beat, donde el también autor de Los diarios de John Lennon ofrece más revelaciones del exBeatle, durante los años previos a su asesinato (8 de diciembre de 1980).
Hemos escogido algunos fragmentos del texto de Rosen, traducido al español por René Portas para nuestros lectores y fans del jefe Lennon (ver también en Proceso http://www.proceso.com.mx/251707/adelanto-de-libros-8220nowhereman-los-ultimos-dias-de-john-lennon-8221-de-robert-rosen y http://www.proceso.com.mx/254102/habla-robert-rosen-autor-de-8220nowhere-man-8221-john-lennon-en-el-corazon-de-las-tinieblas).***
Bill Harry (BH).- Teniendo acceso a los diarios de John Lennon y otros materiales relevantes, ¿llegaste a algunas conclusiones personales sobre John que fueran diferentes a tus opiniones anteriores?
Robert Rosen (RR).- Antes de que Fred Seaman me diera los diarios de John Lennon, en mayo de 1981, él me había estado contando sobre John, desde el día en que empezó a trabajar para él, en febrero de 1979. La imagen que pintó originalmente fue la que yo describí en el párrafo inicial de Nowhere Man: la de una disfuncional “súper estrella atormentada, un prisionero de su fama, encerrado en su dormitorio, desvariando sobre Jesucristo, mientras una comitiva de sirvientes atendía cada necesidad suya.”
“Seaman me contó que él pensaba que John estaba acabado, que nunca haría música de nuevo. Él pensaba que Lennon estaba cansado de vivir, y dijo que no se sorprendería si cometía un suicidio. Todo eso cambió en el verano de 1980, cuando Seaman estaba en las Bermudas con John, y John empezó a escribir y grabar el material para el Double Fantasy. Cuando yo empecé a transcribir los diarios de John, mucho de lo que Seaman me había contado se confirmó, especialmente en los apuntes del diario de John desde principios de 1980, cuando él pareció disperso, desenfocado y confundido sobre qué hacer en lo venidero.
“Aun así, una serie de cosas me sorprendió, como cuánto tiempo y energía gastaba John escribiendo en sus diarios, mismos que fueron su actividad creativa primaria durante sus años de reclusión. Aunque yo sabía sobre su interés en la numerología, la astrología, el tarot, etc., me sorprendió cuán seriamente él tomaba esas cosas, especialmente el tarot. Y aunque yo, por supuesto, sabía de la rivalidad de John con Paul --en 1979 Seaman empezó a referirse a Paul como “el enemigo”— me sorprendió cuán obsesionado estaba John con Paul, cómo pensaba en él casi todos los días, y cuánto placer le dio cuando Paul fue detenido en Japón por posesión de mariguana. Así, si mi opinión sobre John cambió, eso tuvo que ver por cuán obsesivamente mezquino y egoísta él podía llegar a ser con Paul.”
BH.- Al leer los diarios de John Lennon al detalle, ¿consideraste alguna vez que John fuese un obsesivo del ocultismo, los horóscopos y otros estudios psíquicos límites?
RR.- No hay duda de que John estaba obsesionado con lo oculto: el tarot, la numerología, la magia y la astrología. John y Yoko tenían un lector de cartas de tarot de tiempo completo a quien llamaban Charlie Swan (su verdadero nombre era John Green). Yoko se reunía con él o le hablaba diariamente. John se reunía con él varias veces a la semana, aunque por un extenso período de tiempo tuvo a Charlie leyendo diariamente su futuro. Fue Yoko quien introdujo a John en la numerología y lo encaminó al Libro de los Números de Cheiro, el cual se convirtió en una de las “biblias” de John (la fascinación de Lennon con el número 9 es bien conocida).
“Cuando Paul fue arrestado en Japón por posesión de mariguana, John atribuyó el arresto a la magia de Yoko, que ella había aprendido de Lena, la bruja colombiana; había ido a Colombia con Charlie Swan y pagado a Lena 60 mil dólares para que le enseñara a lanzar hechizos mágicos (Swan, usando su nombre verdadero, escribe profusamente sobre Lena en su libro Los días del Dakota). Y cada mes John recortaba los horóscopos de Patric Walker –los de su signo Libra, y de Acuario para Yoko-- de la revista Town and Country, los pegaba en su diario y guardaba una pista de cuán precisos eran. Él usualmente los hallaba sumamente exactos.”
BH.- John era un lector voraz. ¿Puedes recordar alguno de los libros que le impresionaron en los diarios?
RR.- Hubo una serie de libros que John mencionó en sus diarios que le impresionaron por una variedad de razones. Él estaba muy metido en los sueños lúcidos, o en la programación de sueños (éstos eran a menudo sexuales con su amante May Pang), que luego registraba en su diario. Se refería a la programación de sueños como el “poder del sueño”. Cuando yo estaba escribiendo Nowhere Man, no advertí que El poder del sueño era el título de un libro que le había enseñado a programar sueños. Obviamente, ese libro tuvo una influencia poderosa sobre él.
“John odiaba usar lentes, y se obsesionó con un libro sobre la mejoría de la visión, a través de los ejercicios con los ojos. Yo no recuerdo el título, pero John hacía los ejercicios recomendados por rachas, aunque eso no mejoró su visión.
“Disfrutó mucho la Primavera negra, de Henry Miller, que le recordó a John de cuando los Beatles estuvieron tocando en locales de striptease en Hamburgo. Estaba tan impresionado por Miedo y asco en Las Vegas, de Hunter Thompson, que hasta consideró interpretar a Thompson en una versión cinematográfica del libro. Y Helter Skelter, de Vincent Bugliosi, sobre los asesinatos de Manson, asustó hasta la médula a John.”
BH.- Desde que estuvo intrigado por los sueños y llevó un diario de sueños, ¿llegó él a alguna conclusión sobre el sueño?, es decir: ¿Era éste profético, le brindaba algunas respuestas?
RR.- John no pensaba que sus sueños fueran proféticos. Era la posibilidad de que él pudiera ser capaz de ver el futuro, la que estaba detrás de su interés en el tarot y en parte, en el yoga.
“Pero él estaba fascinado con los símbolos de los sueños, su relación con la realidad, y lo que éstos revelaban sobre su psique. Él asimismo pensaba que éstos podrían brindarle una percepción de su relación con Yoko. Cuando él programaba sueños, era sólo el primer sueño el que era capaz de programar. Después de eso, podía soñar con cualquier cosa. En un sueño un hombre se convertía en un lobo, y John vio eso como un símbolo de su furia. Un sueño sexual que tuvo con George Harrison lo dejó sintiéndose confundido, no podía entender por qué él habría tenido tal sueño.
BH.- ¿Tienes una opinión sobre por qué John se refería constantemente a su esposa Yoko Ono como “madre”?
RR.- A riesgo de sonar como un psicoanalista barato, yo pienso es obvio que él consideraba a Yoko como un sustituto de su madre verdadera. Asimismo, pienso que era una manera de John de expresar su alegría por que Yoko le había dado a Sean, y él finalmente tuvo una familia verdadera. Vale señalar que en sus diarios él no llamaba a Yoko “madre”.
John antes y después
BH.- Durante el período último de cinco años en la vida de John, que estudiaste, ¿cuáles fueron los aspectos de John que te impresionaron, y cuán hombre diferente era él desde sus días con los Beatles?
RR.- Lo que más me impresionó sobre John fue su disciplina fanática cuando se trataba de escribir en su diario y la manera en que apuntaba todo, día tras día. Como dije en Nowhere Man, él registraba “cada detalle, cada sueño, cada conversación, cada bocado de comida que se ponía en la boca, el flujo perpetuo de la conciencia”. Yo encontré eso inspirador y traté de emular ese tipo de disciplina en mi propia escritura.
“Asimismo, encontré sumamente interesante que, a pesar de sus 150 millones de dólares y su fama universal, su vida cotidiana no me parecía tan diferente de la mía. Ambos estábamos sentados en una habitación en Manhattan, escribiendo en cuadernos y fumando hierba. Por supuesto, cuando él estaba hablando de los gastos de la casa, sus números tenían un par de ceros extra al final.
“Obviamente, durante sus días con los Beatles cuando estaba grabando y de gira no estaba pasando tanto tiempo en soledad y aislamiento. Y aunque tenía una esposa, Cynthia, y un hijo, Julián, no estaba actuando como un buen marido o un verdadero padre. Eso es algo por lo que se sintió culpable por el resto de su vida, especialmente por su relación (o más bien por la falta de una) con Julián. John consideraba a Sean un milagro, y lo veía como una oportunidad para arrepentirse de los pecados contra la familia que él había cometido cuando era un Beatle. En otras palabras, él hizo lo mejor que pudo por ser un verdadero padre para Sean.”
BH.- ¿Estaba John aceptando como compañía de Yoko a personas como Sam Havadtoy, y fue esa una relación platónica o más íntima?
RR.- Aunque Fred Seaman ha insistido en que Yoko estaba teniendo un affaire con Sam Havadtoy, John no indicó explícitamente en sus diarios que él pensara que ese era el caso. Podría haber sospechado que algo estaba sucediendo, había oído de pasada pequeños trozos de las habladurías entre los sirvientes, pero no hay nada definitivo y no hay indicios de que John tratara alguna vez de impedir a Yoko pasar tiempo con sus decoradores de interiores, los Sams: Havadtoy y Green.
BH.- ¿Fueron o no felices los últimos años de John?
RR.- El nacimiento de Sean y la oportunidad de ser un padre y tener una familia verdadera brindaron a John una enorme cantidad de alegría. Y hacia el final, cuando canciones inspiradas como “Woman” le llegaron, estaba encantado. Pero sus celos hacia Paul, su frustración sexual e incapacidad para pasar tiempo con May Pang, su constante preocupación por Apple Records que trataba de estafarlo, y su temor de que iba a perder el amor de Sean, todo ello fue un torrente continuo de tormentos. Como lo dije en Nowhere Man: “La realidad de John era el aburrimiento y el dolor puntuados por micro segundos de éxtasis”.
BH.- ¿Cuán difícil fue escribir el libro, considerando las circunstancias?
RR.- Yo empecé a escribir el libro un par de semanas después que Seaman hubo saqueado mi apartamento y tomado todo en lo que había estado trabajando. Fue entonces cuando advertí que tenía grandes porciones de los diarios de John memorizadas, y comencé a escribir todo lo que podía recordar. Mientras más escribía, más recordaba. Para mí escribir es un proceso doloroso, y escribir Nowhere Man fue más o menos igual difícil que cualquier otro libro que haya escrito. Yo tenía la mayor parte de Nowhere Man escrita a finales de 1982, aunque por ese tiempo la llamé Los diarios de John Lennon.
“Lo que ahora aparece en la edición publicada, no es del todo diferente al manuscrito original. Pero debido a que me tomó 18 años encontrar a un editor, fui capaz de pasar ese tiempo refinando el libro, agregando más a éste mientras la información se hacía disponible. Como explico en la introducción, nueva información que yo recogía era de los diarios, las revistas, otros libros, y especialmente en la internet. Yo ensamblé todos esos fragmentos en un todo coherente, y tuve esos 18 años para hacerlo bien. Aunque por razones de derechos de autor yo no podía citar de los diarios, fui capaz de algún modo de infundir en Nowhere Man la energía, el sentimiento y el tono de los diarios, y esa es la magia del libro. A veces se sentía como si John me estuviera dictando, como si yo estuviera conectado con su espíritu.”
BH.- ¿Tú encuentras en cualquier momento que sus apuntes en el diario, indicaran que él estaba por momentos implicado en una vida plagada de períodos de trivialidad?
RR.- Yo no sé si lo llamaría trivialidad. John tenía intereses de amplio alcance y leía un montón de periódicos; todo The New York Times, hasta los trapos sucios de los chismes. Él pensaba que las historias sobre los científicos, que buscaban nuevas maneras de estimar la edad del universo, y sobre el aumento de peso de Marlon Brando, eran igual de cautivadoras. Él asimismo creía que tabloides como The National Enquirer eran más creíbles que el Times, sobre el cual pensaba que mal informaba.
BH.- Los últimos cinco años fueron generalmente de reclusión. ¿Fue eso debido a las propias decisiones de John o por las circunstancias?
RR.- John estaba hastiado del negocio de la música, y cuando caducó su contrato con la Capitol Records --el “Castigo de la Capitol”, lo llamaba--, estaba decidido a alejarse de esta disquera. Sean nació alrededor de aquel tiempo y como ya dije, John estaba asimismo decidido a ser un padre verdadero para Sean. Así, parece ser verdad que fue una decisión mutua entre John y Yoko que él se retirara por cinco años y pasara ese tiempo criando a Sean.
“Por supuesto, él le dejó las partes difíciles a Helen Seaman, la institutriz, mientras él pasaba mucho tiempo en sus habitaciones en el Dakota, en Cold Spring Harbor, Palm Beach, y en habitaciones de hotel en Japón durmiendo, soñando, fumando hierba, mirando la tele y escribiendo en su diario. Entonces, cuando los cinco años pasaron, tomó la decisión consciente de regresar al mundo, recuperar su musa y hacer música de nuevo.
“Fue una transición difícil y dolorosa que resultó en el álbum Double Fantasy.”