'Ubú Rey” o el sofisticado arte de ser primitivo

domingo, 18 de octubre de 2015 · 17:45
GUANAJUATO, Gto. (proceso.com.mx).- Se presentó la obra de teatro Ubú Rey del francés Alfred Jarry (Laval, 1873-París 1907), en el Teatro Principal dentro del marco del XLIII Festival Internacional Cervantino, interpretada por la compañía colectiva londinense Cheek by Jowl, que dirige Declan Donnellan. La puesta en escena sorprendió al público, dejando a doctos e incipientes en un completo frenesí de emociones aplaudiendo de pie, con la actuación de Xavier Boiffer (Bordura), Camile Cayol (Madre Ubú), Michelangelo Marches (El Rey Wenceslao), Christophe Grégoire (Padre Ubú), Cécile Leterme (La Reina Rosamunda) y Sylvain Levitte (Bougrelas). Durante la puesta totalmente realizada en francés, las únicas palabras en español fueron dirigidas al público en una escena interactiva en que el Rey Ubú amenaza y se excusa por sus actos, hablando de cómo se comporta el poder, tocando la vena sensible en el México de Ayotzinapa. Esta obra (con la que inició el teatro del absurdo en 1896) ha sido una faena certera en la historia europea, convirtiendo Alfred Jarry un trabajo escolar de finales del siglo XIX en un clásico imperdible. Montaje multimedia el de Cheek by Jowl, donde podemos observar que el mundo poco o nada cambiado desde que fue escrita la pieza basada en el infantilismo, y trata sobre la atrocidad del ser primitivo que reprime muy en el fondo aquél quien paga el precio por la madurez y la vida civilizada. También expone diversas formas de comprender la misma historia, convirtiendo la acción en un conducto transportador de épocas y señales de cambios no resueltos en la sociedad humana, que se repiten irremediable e inconscientemente sin querer al paso de los siglos, y parece seguir a través de la eternidad como un fantasma. “Somos una especie que prefiere evocar la inocencia de la infancia antes que recordar su crueldad potencial. Los defectos son relegados una vez que es alcanzada la ‘civilización’ que nos ofrece la madurez”, dicta parte de la justificación del planteamiento en el programa de mano. El director Declan Donellan es cofundador de la compañía Cheek by Jowl, junto con el diseñador Nick Ormerod (escenógrafo de esta puesta). Ha sido, además, director asociado del Royal National Theatre en Londres. En el año 2000 conformó una compañía de actores en Moscú, bajo el auspicio del Festival Internacional de Teatro Chéjov, y su libro El actor y la diana lleva reediciones en más de 25 idiomas. Una historia célebre Ubú Rey (en francés, Ubú Roi) cuenta de manera fársica la historia de Papa Ubú (consejero confidencial real), quien es instigado por su esposa para derrocar al Rey Wenceslao y su familia e instalarse en el trono. Papá Ubú accede y confabula junto con el Capitán Bordura, a quien promete nombrar Duque de Lituania una vez obteniendo el cetro, a cambio de que el asesinato sea consumado por éste último y así Papá Ubú pueda lograr sus sucios planes. Ubú enloquece de poder, cometiendo actos terribles como la ejecución de jueces, financieros y magistrados por no seguir sus órdenes locuaces, pueriles y avariciosas. En esta puesta la anécdota es contada usando el recurso del más fino y civilizado humor inglés, pasando por la paradoja hasta llegar a lo pueril y la flema soez, una combinación que con el equilibrio perfecto dan como resultado el montaje que presenciamos el día de ayer en el Cervantino. Usa la multimedia como un recurso de la nueva era y pretexto para exponer el relato a través del más simple e inesperado entorno doméstico, dejando leer el mensaje de ésta sin prejuicio alguno o necesidad de época; verdadero circo de tres pistas, desde una trilogía de mensajes diversos que conllevan a la misma conclusión: ¿Es el ser humano es en verdad domesticable y cuando se vuelve civilizado, se convierte en una olla de presión a punto de estallar? La respuesta queda en el aire, mientras miramos cómo la narración visual nos conduce a distintos escenarios. Una escenografía completamente blanca y pulcra de una casa de clase media alta; una familia que espera invitados a cenar; un hijo que carece de atención de parte de sus consanguíneos, ocultando bajo la fachada de la felicidad sus bajos deseos, sus entes primitivos (quizá los de otros tiempos: un sueño, una extraña divinidad que los lleva irremediablemente a actuar de distinta forma a la que quisieran conducirse, la atrocidad inminente y la perfección del disimulo en un hogar sofisticado). Tras dejar tan reluciente escenografía blanca, sobre la cual se proyectaban escenas en vivo, quedó más que una porquería de escenario: utensilios de cocina, comida, condimentos, trapos, basura, papel, entre otras cosas… Mientras, la familia se conduce perfectamente en un convite apacible, escondiendo sus infiernos primitivos en lo más profundo de charlas frívolas y la quietud de quien sabe fingir bien detrás de una madurez nunca alcanzada. El director Donellan, nacido en Inglaterra en 1953, estudió Derecho en Queen’s College Cambridge, antes de ser llamado a la barra de abogados en Middle Temple en 1978, para después asociarse con Ormerod en 1981 y desde entonces a la fecha, ha dirigido más de 30 producciones para la su compañía, visitando en gira casi 400 ciudades en cinco continentes. Junto con su socio el Nick Ormerod ha generado una forma surrealista y distinta de contar historias, haciendo uso y no de los elementos tecnológicos actuales, así como los recursos teatrales de todos los tiempos, en una trayectoria contundente a través de los años.

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