Un año sin JEP (1939-2014)
MÉXICO D.F. (apro).- Traductor, ensayista, cuentista, narrador, novelista, poeta y traductor José Emilio Pacheco (1939-2014) cumplió el lunes 26 un año de fallecido.
Hace un año, Laura Emilia Pacheco, su hija, anunció la muerte de quien fuera uno de los grandes poetas mexicanos de la segunda mitad del siglo XX:
“Con enorme pesar tengo que decirles que mi padre murió. Se fue muy tranquilo, se fue en paz, murió en la raya como él hubiera querido; trabajó en los últimos días en los breviarios de su amigo Juan Gelman. Se acostó a dormir y ya no despertó. Les pido que nos ayuden a pasar este momento difícil”, dijo.
Aquellos breviarios formarían el último Inventario –columna que nació en Excélsior y luego del golpe a la dirección de Julio Scherer en ese diario, se llevó a Proceso--, que intituló: La travesía de Juan Gelman. Fue publicado en el número 1944 del semanario con dedicatoria a Gabriel Zaíd, y con el clásico “JEP”, como firma al final del texto.
Lo despidieron cientos de personas, entre admiradores, amigos, colegas y familiares, el lunes 27 en el Colegio Nacional, ubicado en Donceles 97, Centro Histórico. Asistieron intelectuales, políticos, artistas, y sobre todo, sus lectores (adultos, jóvenes, estudiantes) quienes se encontraron al mediodía en el auditorio de ese recinto, donde José Emilio se hubiera querido despedir, ajeno siempre a todo tipo de bullicios, como dijera su fiel esposa Cristina, pues consideraba a esa institución como su propia casa.
Pacheco realizó una intensa labor de escritura que inició a los 20 años de edad con La sangre de Medusas (1958), un cuento de unas 20 páginas que le publicó Juan José Arreola en su colección Cuadernos del Unicornio a la cual siguió su primer libro de poemas, Los elementos de la noche (1963), y El viento distante (en ese mismo año); después publicó novelas: Morirás lejos (1967), No me preguntes cómo pasa el tiempo (1970), El principio del placer (1972), Irás y no volverás (1973), Islas a la deriva (1976), Desde entonces (1979), Tarde o temprano (1980), y Las batallas en el desierto (1981).
El notable escritor de Inventario se haría acreedor a más de una veintena de distinciones entre premios, medallas, y doctorados Honoris causa (por la Universidad Nacional Autónoma de México, y de las universidades autónomas de Campeche, Nuevo León, y Sinaloa). Entre sus múltiples reconocimientos destacan: el Premio Xavier Villaurrutia (1973); Nacional de Periodismo de México (1980); Iberoamericano de Letras José Donoso (2001); el Internacional Octavio Paz de Poesía y Ensayo (2003), de Poesía Iberoamericana Ramón López Velarde (2003), o el Internacional Alfonso Reyes (2004).
Asimismo, el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2004), el Internacional de Poesía Federico García Lorca (2005), el Premio Cervantes de Literatura y el Premio Reina de Sofía de Poesía Iberoamericana (ambos en 2009), que lo catapultaban --según referencias de escritores, artistas e intelectuales-- como posible candidato al Nobel de Literatura.
Las instituciones de las que fue miembro le rindieron homenajes tras su muerte, como el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a través de la Dirección de Estudios Históricos (DEH), de la que formó parte, al organizar el encuentro “Testimonios desde la amistad”, el 26 de marzo de 2014, que incluyó un recital musical, testimonios de Luis Barjau, titular de la DEH, José Joaquín Blanco, Francisco Pérez Arce, María Teresa Franco, directora del INAH, y lecturas en voz alta de algunos poemas de Pacheco.
Más tarde, el 30 de junio del 2014, fecha de nacimiento del poeta, se le realizó un magno homenaje en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario, televisado por el canal de TV UNAM.
A ese homenaje nacional se unieron, además de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN), el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), el INAH, El Colegio Nacional y El Colegio de México.
Inició con un video de semblanza del escritor y después se realizó una lectura poética y evocaciones a cargo de Elena Poniatowska, José Luis Martínez, Eduardo Lizalde, Rafael Olea Franco, Luis García Montero, así como una intervención musical por parte de Carlos Prieto al cello. Y por supuesto, la presencia en primera fila de su esposa y sus dos hijas.