Investigadores de la UNAM analizarán el subsuelo de la pirámide de Kukulkán

miércoles, 24 de septiembre de 2014 · 14:30
MÉXICO, D.F., (apro).- Nuevas historias mayas están por contarse. Investigadores de la UNAM analizarán el subsuelo de la pirámide de Kukulkán, en Chichen Itzá, mediante una tomografía eléctrica tridimensional realizada con tecnología no convencional desarrollada por ellos y en proceso de patente. La idea, buscar cavidades o túneles en el subsuelo de la pirámide ya que, se sabe, en la época mesoamericana era común que, para inaugurar un edificio, se colocara por debajo una ofrenda que contuviera elementos simbólicos importantes y los científicos universitarios creen que ese podría ser el caso de Kukulkán. Para constatarlo, un equipo de académicos y alumnos de la Facultad de Ingeniería (FI) y del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM movilizarán en octubre próximo 250 kilogramos de equipo a esa zona maya y realizarán 20 horas de medición en cinco días de trabajo cuyos resultados preliminares esperan tener para febrero o marzo del próximo año. La metodología que emplearán permite dar un nuevo uso a una herramienta comercial de exploración somera que permite caracterizar el subsuelo debajo de las edificaciones y detectar la posible existencia de cavidades, túneles, y problemas de subsidencia. Durante la segunda y tercera semanas de octubre los académicos y estudiantes universitarios colocarán 96 electrodos y casi un kilómetro de cables que llevarán una corriente de dos amperes como máximo, alrededor del monumento histórico de la Pirámide del Castillo y arrojarán aproximadamente cinco mil puntos de observación, que permitirán “ver” por debajo de ella, hasta 20 metros de profundidad. Con la tomografía eléctrica tridimensional, que es una técnica no invasiva porque de otro modo se dañaría el patrimonio nacional, los científicos “iluminarán” lo que existe por debajo de la gran pirámide. La incursión de la UNAM en la investigación del patrimonio cultural no es nueva. Desde 1990 el equipo conformado por René Chávez Segura, Gerardo Cifuentes Nava y Esteban Hernández Quintero del IGf, así como por Andrés Tejero Andrade, de la FI, y Denisse Argote Espino, subdirectora de Laboratorios y Apoyo Académico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), trabajan en el estudio del patrimonio cultural. Han estado presentes con sus investigaciones en Teotihuacan, los Teteles de Ocotitla o la catedral de Nuestra Señora de la Salud, en Pátzcuaro. Con la misma tecnología que emplearán en la pirámide de Kukulkán, constataron la presencia de túneles por debajo de la Catedral de Morelia y la condición de la pirámide principal de la zona arqueológica de Pañhú, Hidalgo, que sufre deslizamientos de terreno. Sin embargo, la colaboración institucional ha cambiado, de acercamientos con arqueólogos, a una relación institucional formal y para los trabajos en Chichén Itzá cuentan con la aprobación del Consejo de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología es Historia (INAH), así como con el apoyo de la delegación Yucatán del propio instituto y del arqueólogo encargado del sitio. Gerardo Cifuentes afirma que cuentan con un instrumento de última generación, denominado SySCAL-Pro, manufacturado por Iris Instruments (Francia) del que han obtenido “el máximo jugo”, porque por sí mismo no realiza ese tipo de estudios. “Se requiere programarlo y nosotros lo hemos hecho en forma no convencional. Es ahí donde viene nuestra gran contribución al campo de la exploración geofísica”, señala. La parte novedosa, aclara Esteban Hernández, no es el aparato, sino la forma de utilizarlo, además –dice-- “en la pirámide se tienen planeadas algunas combinaciones de lecturas, que serán los primeros experimentos que se van a realizar al menos en América; ésa es la aportación del método”. Según René Chávez, se coloca una serie de varillas en el suelo, llamadas electrodos, interconectadas con un cable. El instrumento “funciona de manera simple: se envía corriente al subsuelo con un electrodo y otro la recibe, como si se tratara de un circuito eléctrico; dos más, en cualquier punto, miden la diferencia de potencial”, explica. Linda Manzanilla y René Chávez de la UNAM, junto con William Sauck y Larry Desmond, de las universidades de Michigan y San Francisco, encontraron una discontinuidad o ruptura en la roca caliza que, en apariencia, “entra” a El Castillo de la pirámide. Su impresión es que al parecer existe un sacbé o camino enterrado hacia el interior de la pirámide. “No estamos seguros de que sea un túnel, puede ser una subestructura, pero este método nos lo dirá”, considera Chávez, pero afirma que, en caso de existir, se podrá detectar una inestabilidad geológica. Al respecto, Denisse Argote refiere que, dentro de la construcción hay un túnel con un jaguar y un chac mool. “Cuando los itzaes hicieron la segunda inauguración de la ciudad, no destruyeron la primer pirámide, dejaron la cavidad y esas ofrendas, y sobre eso construyeron el nuevo edificio”, comenta. Chichén Itzá, dice, tiene dos etapas constructivas importantes: una en el periodo Clásico y otra en el Posclásico, que es la que se conoce más y que podemos observar en la actualidad. La posibilidad de encontrar nuevos elementos con la tomografía es muy grande, afirman los expertos quienes esperan colocar, en mayo, los electrodos sobre la pirámide y, de esta forma, “iluminar” el volumen propio de la edificación y “ver” las etapas constructivas.

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