Ahoga la población el espacio sagrado de Mitla
OAXACA, OAX. (apro).- Como si fuese un universo aparte, Mitla se mantiene hasta nuestros días como si siguiera siendo el Mictlán, el lugar consagrado para los muertos. El silencio dentro de la zona --roto sólo por las conversaciones de los visitantes, el viento que roza en la vegetación o el ruido de los trabajadores que ahora le dan mantenimiento-- ayuda a conservar su imagen sacralizada.
El visitante realmente parece sumergirse en un mundo aparte, al descender a las tumbas de los antepasados, y hasta puede olvidar por momentos que la zona arqueológica –ubicada a unos 46 kilómetros de la ciudad de Oaxaca, en los valles centrales de la entidad– está rodeada de una población creciente, y que incluso algunos de sus templos quedaron en medio de predios que lo mismo albergan casas que locales comerciales.
Apenas cruzando la calle de la pared de un monumento arqueológico, por ejemplo, están ya locales donde se vende ropa tradicional, artesanía o mezcal.
Desde el 2001, la investigadora María de Lourdes Nicolás Vázquez (http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/derycul/cont/4/est/est14.pdf) alertó en su ensayo Mitla. Análisis de un caso de deterioro del patrimonio cultural arqueológico, sobre el ahogamiento urbano del sitio prehispánico, habitado desde épocas prehistóricas, pues sus primeros pobladores ocuparon las cuevas cercanas de Guilá Naquitz entre los años 500 a 300 a.C.
Dice la especialista:
“Toda la zona arqueológica presenta un estado general de deterioro muy avanzado. Las patologías de sus materiales son de una variedad muy amplia y las invasiones de construcciones privadas van creciendo sobre los monumentos y sus áreas. Construcciones que probablemente se lleven a cabo incluso con material arqueológico, como sucede en otras zonas arqueológicas.”
En cosa de minutos se pasa de un estacionamiento ubicado frente a la entrada a la zona arqueológica (que en realidad es un solar sin pavimentar), a la primera pirámide prehispánica, sobre la cual se construyó una iglesia dedicada a San Pablo.
Antes hay que pasar por un mercadito de artesanías y, desde luego, por una pequeña construcción donde se encuentra la taquilla, y --se supone-- los servicios sanitarios. Pero la persona en la taquilla no tiene recato en informar que están fuera de servicio por remodelación, sin ofrecer alternativas.
Así que el visitante debe buscar por los comercios aledaños o ir hasta el mercado contiguo, donde una parvada de locatarios hará todo su intento por venderle algún recuerdo de su visita. Y es muy probable que lo logre, porque la artesanía y ropa tradicional oaxaqueña se distinguen por su belleza.
Hay así sombreros, barro negro, joyería que imita la encontrada en las ofrendas de entierros prehispánicos, alebrijes multicolores y ropa para todos los gustos y posibilidades económicas, desde sencillos atuendos de manta hasta bellos deshilados o lujosos bordados a mano.
Sin duda los turistas se preguntarán si con esa falta de infraestructura, México quiere realmente ser una potencia cultural, un país que ocupe los primeros sitios de turismo cultural en el mundo o líder en patrimonio mundial, como repiten continuamente los discursos oficiales de los funcionarios al frente del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).
Como sea, los sitios de Monte Albán y las cuevas prehistóricas de Yagul y Mitla, cercanas a este mágico lugar, sí están inscritos en la lista del patrimonio cultural de la humanidad de la UNESCO. Las vicisitudes de la vida mundana que rodea los históricos espacios no restan méritos a su belleza, su valor histórico o arquitectónico.
Mitla, que en lengua náhuatl significa el inframundo o lugar de los muertos, impresiona por la ornamentación en relieve --en buen estado de conservación-- de sus construcciones. Tiene incluso restos de pintura mural, pero, como propuso la investigadora Nicolás Vázquez desde hace ya diez años, requiere de un plan urgente de planeación urbana y de mejor infraestructura para los visitantes.