Integración danza-música de Claudia y Mario Lavista
lunes, 7 de noviembre de 2011 · 14:34
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Sentados uno junto al otro Claudia y Mario Lavista ensayan, ella, a la bailarina Xitlali Piña, y él a la cellista Bozena Slawinska. Muy atentos los integrantes de Delfos Danza Contemporánea y los músicos de Tambuco Ensamble de Percusiones parecen hipnotizados ante las instrucciones del músico, que le pide a la intérprete de origen polaco prolongar un poco más una nota y con ello lograr que música y movimiento coincidan exactamente. Están en plena preparación para la muy breve temporada de Cuaderno de viaje. Danza y música, que Claudia, su única hija –codirectora junto Víctor Manuel Ruiz de Delfos– diseñó como proyecto hace un año para mostrar por primera vez la coreografía creada por ella con la música de su padre. El evento dancístico musical tiene como sede la sala Miguel Covarrubias de la UNAM en el Centro Cultural Universitario (del 4 al 6 de noviembre). El fi nanciamiento del proyecto es de El Colegio Nacional, el programa México en Escena del Fonca y la dirección de Danza de la UNAM, entre otras instituciones. El evento único en su género incluye la participación de Alejandro Escuer tocando Lamento a la muerte de Raúl Lavista, para fl auta baja; Bozena Slawinska con Cuaderno de viaje, para cello solo, y la oboísta Carmen Thierry, Tambuco y dos bailarines obteniendo música en Marsias, para oboe y copas de cristal, dirigidos por el propio Mario Lavista en el foro; repetía así la insólita experiencia estrenada en 1982 y que azoró a los asistentes quienes no podían creer que con unas cuantas copas y agua el compositor realizara un efecto musical tan inusual y sugerente –“delicias sonoras incorporadas a un discurso musical propio para que no parezcan efectos”, dice él. Para cerrar se podía gozar la sorpresiva Danza isorrítmica, para ensamble de percusiones creada al alimón con Tambuco con instrumentos caribeños como la conga y el bongó e instrumentos orientales como dobachi y todo tipo de gongs. “Estoy más que entusiasmado –dice durante un breve receso Mario Lavista a Proceso–. ¡Es una maravilla ver la música interpretada por bailarines y músicos! Es un experimento único, porque además algunas de las composiciones las hice en específi co mediante un proceso de experimentación sonora con los propios intérpretes, ese el caso de Tambuco.” Tambuco A unos cuantos días de iniciar una gira por Colombia, Ricardo Gallardo, director de Tambuco Ensamble de Percusiones, señala bromeando que “Delfos ya es nuestro cuerpo de baile, hemos hecho varios proyectos juntos que han sido extraordinarios como experiencia”. Acreedor al reconocimiento Japan Foundation. Award 2011 for the Arts and Culture por “haber contribuido con su música a introducir la cultura contemporánea nipona, no sólo en México sino en el resto del mundo”, el grupo ha participado con la compañía de danza contemporánea en los montajes de La consagración de la primavera de Igor Stravinsky, Catulli Carmina de Carl Orff, y Sidereus Nuncios de Javier Torres Maldonado, estas últimas dos concebidas especialmente para el Festival Internacional Cervantino. “Estamos muy contentos por trabajar con bailarines, siempre nos estimula muchísimo tener interacciones de tanta fuerza. Al mismo tiempo tenemos el reciente estímulo de haber sido premiados por el gobierno japonés, haber tenido una entrevista de 30 minutos con el emperador de aquel país y que nos hayan dado una medalla de oro y 3 millones de yens.” Gallardo, de 50 años, ha obtenido junto con su ensamble de percusiones cuatro nominaciones al Grammy como mejor álbum de música clásica, compitiendo contra Pierre Boulez y la Orquesta Sinfónica de Washington. Además con su ensamble ha tocado con The Michael Nyman Band; Kronos Quartet, y las orquestas fi larmónicas de México y Montpellier. A pregunta expresa señala que no obstante la importancia del reconocimiento que obtuvo en Japón, las autoridades culturales de México ni siquiera les mandaron un correo electrónico de felicitación. “Es uno de los premios más importantes del mundo, creo que era importante para el país, pero aquí si no te ganas la medalla de oro en futbol o en box, no existes. “Me parece fundamental dignifi car la profesión de los músicos y hacer patente que estamos totalmente en contra de ese estado institucional en el que vivimos, en el cual se piensa que los artistas no deberíamos de cobrar porque hacemos lo que nos gusta.” Claudia En rueda de prensa en el salón de ensayos de la dirección de Danza de la UNAM, Claudia Lavista asienta que aunque no hubiese sido su papá, el tipo de música que genera le interesaba mucho. No obstante, en entrevista con esta reportera señala que siempre le pareció “extraño y difícil de entender”. Al tiempo, sensibilizada a las experimentaciones del compositor que se caracterizan por sus giros intempestivos que incluyen todo tipo de objetos, y sus variaciones que transcurren bajo condiciones ocasionalmente aleatorias, se dio cuenta de que era fundamental para ella “hacer una retrospectiva de las obras que he hecho con la música de mi padre, porque siendo él quien es nunca habíamos establecido una colaboración artística verdadera… si bien nos adoramos, no fue sino hasta que ambos fuimos convocados por Ignacio Toscano, director de Instrumenta Oaxaca, a elaborar una pieza para el homenaje que se pretendía hacer a Guillermina Bravo en el 2010 con motivo de su cumpleaños 90”. Memoria ciega es el nombre de la coreografía llevada al cabo por Claudia Lavista con la partitura original Divertimento para una bruja, para conjunto de cámara, grabada bajo la dirección de José Luis Castillo y que incluye lo que Mario Lavista defi ne como “interpretación magistral” de los participantes y en especial de Duane Cochran en un piano preparado por el propio Lavista con clavos, tornillos, cintas selladoras de hule espuma y gomas, entre otros objetos. Acompañada de los bailarines Aura Patrón, Karla Nuñez, Surasí Lavalle, Xitlali Piña, Johny Millán, Omar Carrum, Agustín Martínez, Daniel Marín y en especial de Víctor Manuel Ruiz; Claudia Lavista afi rma que esta experiencia en la sala Miguel Covarrubias es sin duda una gran oportunidad para ver y oír de manera óptima su danza y la música de su padre.