ADELANTO DE LIBROS: "Anthony Quinn", de Miguel Juan Payán y Silvia García Pérez

lunes, 30 de agosto de 2004 · 01:00
México, D F, 30 de agosto (apro)- Nadie como el actor de origen mexicano Anthony Quinn para interpretar papeles de griego en el cine De unos meses a esta parte, hemos visto que ciertos libros españoles con precios bastante modestos han inundado las tiendas de autoservicios y las cadenas de restaurantes propiedad de empresarios de la Madre Patria Se trata de la serie “Grandes mexicanos ilustres”, con biografías dedicadas a héroes (Hidalgo, Zapata, Iturbide); pintores (Siqueiros, Orozco, Rivera); políticos (Lázaro Cárdenas, Porfirio Díaz, Benito Juárez) y artistas (María Félix, “Cantinflas”, Lara, Negrete, “El Indio” Fernández, Salma Hayek), amén de otras figuras cimeras del cine mexicano, entre ellas el recientemente desaparecido Anthony Quinn El libro de esta colección impresa por Dastin, para Ediciones y Distribuciones Promo Libro de Madrid, España, se intitula simplemente “Anthony Quinn”, y su redacción estuvo a cargo de Miguel Juan Payán y Silvia García Pérez, con biografía y filmografía del histrión Como se sabe, el primer Óscar de su carrera lo recibió Quinn en 1952 por “¡Viva Zapata!”, filme dirigido por Elia Kazán Muchos otros papeles lo harían célebre, pero para este adelanto de libros hemos escogido aquellos donde Quinn personificó exclusivamente papeles griegos de siempre El mejor, para sus críticos, fue el principal de “Zorba, el griego” (1964), donde ejecuta una grandiosa danza con música de Mikis Theodorakis Nacido el 21 de abril de 1915 en Chihuahua, Anthony Quinn falleció a los 86 años Héroe mexicano-griego Anthony Quinn, el actor, seguía forjando su leyenda en Hollywood: Michael Cacoyannis le propuso ser Zorba el griego en “Alexis Zorbas” (1964) cuando Tony interpretaba “Tchin- Tchin” en teatro, una vez acabada la cinta de David Lean Y con dicho proyecto llegaría el gran símbolo de su vida como actor, el personaje por el que el mundo entero y la historia del cine jamás podrán olvidarle Era un papel que nadie quería en Hollywood, un filme rechazado durante años por diversos estudios No lo había aceptado ni Burt Lancaster, pero para Tony era perfecto, y gracias a su apoyo y a su enorme interpretación alcanzó un éxito desmedido y a Tony lo subió a lo más alto, llegando incluso a repetir nominación al Óscar en la categoría de mejor actor También fue candidato al Globo de Oro y al BAFTA, y obtuvo el reconocimiento de la “National Borrad of Review” La película contó con un presupuesto bajísimo, 400 mil dólares que la United Artists gastó de los 750 mil necesarios para llevarla a cabo, y se rodó en blanco y negro, pero la fama del personaje fue tan grande que él llegó a admitir, no sin tristeza, lo mucho que eclipsó y eclipsa al resto de los papeles que figuran en su filmografía, ganadores de Oscar incluidos () “Alexis Zorba” (“Zorba, el griego”/ “Zorba the greek”) fue una nueva oportunidad de Quinn para desmelenarse como actor en uno de esos personajes que le eran tan caros de interpretar por las enormes posibilidades interpretativas que se abrían ante sus ojos Dirigida en 1964 por Michael Cacoyannis, adaptaba una novela de Nikos Kazantzakis, autor que años más tarde había de protagonizar una curiosa polémica religiosa por la oposición de la Iglesia católica a su versión de la vida de Cristo, vertida en la novela “La última tentación de Cristo”, adaptada al cine con Martin Scorsese como director y Willem Dafoe como actor “Zorba, el griego”, película en la que Anthony Quinn participó también como productor, contaba las peripecias de un joven escritor inglés, papel interpretado por Alan Bates, que viaja a Grecia, donde entra en contacto con Zorba, personaje al que dio vida Quinn El carácter vitalista y las costumbres primitivas del griego acaban por influenciar al joven británico, modificando su vida Si hay un personaje que defina a la perfección la imagen cinematográfica de Anthony Quinn a lo largo de todas sus películas, es sin duda el que interpretó en este largometraje que le llevó a conseguir una nueva nominación al Óscar como mejor actor La estatuilla le fue arrebatada por Rex Harrison merced a su trabajo en el musical “My fair lady”, y junto con Quinn fueron derrotados ese año Richard Burton y Peter O’Toole por “Becket”, y el genial Peter Sellers por los distintos papeles que interpretaba en “Dr Strangelove” (“Teléfono rojo: ¿volamos hacia Moscú?”) Sin embargo, la película consiguió el premio a la mejor actriz secundaria, Lila Kedrova, así como las estatuillas de la Academia de Hollywood concedidas a la mejor fotografía en blanco y negro y a la mejor decoración en blanco y negro que, junto con las nominaciones a la mejor película y al mejor director, no era sino una manera de compensar la gran calidad de su propuesta cinematográfica La película, que se hizo famosa por la música de Mikis Teodorakis, pecaba quizá de una duración excesiva: 142 minutos, a pesar de lo cual la composición del personaje de Zorba llevada a cabo por Quinn garantizó el interés del espectador por una trama sin trama, esto es, por un argumento que no llegaba a revelar su verdadero contenido durante buena parte de su metraje y que en cierto modo jugaba a contracorriente en lo que a narrativa cinematográfica se refiere No era en esencia una película concebida para el particular lucimiento de Anthony Quinn, pero se convirtió en un auténtico trampolín desde el que el actor multiplicó su popularidad y su sombra de leyenda sobre el paisaje hollywoodense Nadie ponía ya en duda de manera alguna su talento como actor y su capacidad como estrella autosuficiente, más allá de los manejos de Hollywood Zorba facilitó además el retorno del actor a los escenarios de Broadway un cuarto de siglo después En su anterior recorrido por el mundo del teatro en Nueva York, había sustituido con éxito a Marlon Brando en las representaciones de “Un tranvía llamado deseo” Griego de oro Quinn comenzó a intervenir en producciones italianas, sudafricanas o libanesas: “The Message” (1976), rodada con producción árabe la hizo para poder mantener a sus numerosos hijos, sólo que dar vida a Al-Risalah, líder musulmán contemporáneo de Mahoma, le ofreció una nueva oportunidad como actor situado en primer plano Esta situación mejoró cuando protagonizó junto a Jacqueline Bisset su último gran éxito, “The Greek Tycoon” (“El griego de oro”, 1978), biografía del armador, playboy y millonario Aristóteles Onassis, pero centrada en la época cuando casó con Jacqueline Kennedy El largometraje fue dirigido por John Lee Thompson, en el que el actor recuperó su contacto con la identidad griega para encarnar a Theo Tomaseis, un multimillonario propietario de una naviera que se casa con la viuda de un presidente norteamericano Lo poco satisfactorio del resultado por este drama queda evidenciado por el hecho de que quienes han visto la película destacan la belleza de sus escenarios y de su protagonista femenina, buena prueba de que el director no consiguió atrapar el interés de los espectadores con elementos de mayor entidad, como el diálogo o las interpretaciones, lastradas por el aire televisivo aplicado por buena parte del reparto a sus personajes Fue este un proyecto muy querido para él, dado que tuvo ocasión de conocer personalmente a la figura a la que interpretó, y de prometerle que llevaría su vida al cine fielmente Aunque, además de ese título, volvería su figura diez años después en una serie de cuatro capítulos, coproducción hispano-norteamericana cuyo costo se elevó a 7 millones 200 mil euros: Onassis: el hombre más rico del mundo, esta vez con Francesca Annis en el papel de Jackie y con Tony interpretando al padre del armador, Sócrates La serie, que contaba con una perfecta reconstrucción de los ambientes y de los personajes, obtuvo un grandísimo éxito tanto en Estados Unidos como en el resto de los países donde se transmitió Tony asegura que Onassis fue un personaje complicado Que se fue de su casa a los diecisiete años sin dinero, que empezó vendiendo tabaco, y pese a la fortuna que amasó, no llegó a hacer nada importante en la vida; hasta en el amor fracasó, incapaz de estar toda la vida con la única mujer a la que de verdad quiso: Maria Callas Según sus propias palabras, “más que el griego de oro se podía decir que era el griego de barro” Según sus propias palabras también: “Una de las últimas ocasiones en las que nos encontramos fue después de la muerte de su hijo Alejandro, cuando ya no era el hombre fuerte que yo había conocido, sino un anciano enfermo derrotado por la pérdida de su hijo” Gracias a Onassis pudo realizar otro sueño, “Los hijos de Sánchez” (1978), pero el resultado fue fallido a nivel artístico y comercial Quinn universal En 1953 lo contrataron Carlo Ponti y Dino de Laurentiis, y dejó Hollywood para rodar en Italia “Ulises” (“Ulises”, 1954) En dicho país filmó cinco películas en once meses y, a su vuelta en Hollywood, le esperaba la gloria de llegar convertido en una estrella, pese a que su personaje en “Ulises” fuera un malo muy típico El guión estaba escrito en inglés y en el reparto se alternaba la presencia de estrellas del cine norteamericano, como Kirk Douglas o el propio Anthony Quinn, y figuras del cine italiano como Silvana Mangano o Rossana Modesta Quinn era Antinoo, el pretendiente más arrogante y violento entre los que aspiraban a conseguir la mano de la esposa de Ulises, interpretado por Douglas… A Quinn le correspondió mantener viva la parte más dramática y estática de la película, cuyo principal problema derivó de su carácter de coproducción, ya que las voces originales de Douglas y Quinn fueron dobladas por actores italianos que restaron el vigor aportado por las interpretaciones originales a los personajes Finalmente, lo más acertado de la película fueron sus espectaculares decorados, construidos en los estudios italianos Ponti De Laurentiis, y el esfuerzo que realizaron los responsables del proyecto por llevar a cabo localizaciones por distintos puntos del Mediterráneo que, según afirmaron, es la propaganda del filme, correspondían directamente a los citados en la obra de Homero () A todos esos trabajos hay que añadir el papel de Zeus, líder de los dioses en la mitología de la antigua Grecia, que Anthony Quinn interpretó en la serie “Hércules, viajes legendarios”, donde hizo una interpretación campechana y algo golfa del dios, radicalmente opuesta a la ampulosa y falsa representación del mismo personaje que había desplegado Lawrence Olivier en el largometraje “Furia de Titanes”, por poner el ejemplo más inmediato en lo que encarnar a Zeus en la pantalla se refiere El Zeus de Quinn es un tipo al que casi podemos comprender, egoísta, caprichoso, patriarcal con el protagonista de la historia, el Hércules interpretado por Kevin Sorbo La alargada y proteica sombra del patriarca Quinn llegó en el otoño de sus días hasta el mismísimo monte Olimpo, donde habitaron los mitos, tal como la estrella más cercana al común de los mortales que ha conocido Hollywood había legado mucho tiempo antes hasta el último reducto de los astros del cine norteamericano, para habitar entre ellos sin romper el vínculo con la gente corriente, que se convirtió en su mejor aliado para dar vida a sus personajes El revolucionario mexicano, el jeque árabe, el griego sabio, el pintor vitalista, el paisano filósofo, el anciano elocuente, se dieron cita para habitar en el pellejo de un solo hombre, que trazó su propio epitafio en una de sus declaraciones: “Lo étnico no supone ninguna diferencia, soy una persona en el mundo” (Anthony Quinn, de Miguel Juan Payán y Silvia García Pérez Serie Grandes Mexicanos Ilustres, Prmo Libro, España, 2003)

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