La famosa colección Gelman: Aún muchas dudas
* No se conoce públicamente el testamento de Natasha Gelman
* La colección no podría salir de México
* Varias de sus obras son Patrimonio Nacional
México, D F, 14 de junio (apro)- Aunque con la desconfianza de miembros del Frente Cívico Pro Defensa del Casino de la Selva, de que es sólo una escala previa a su completa expatriación, la colección Gelman de arte mexicano se exhibe desde hace un par de semanas en el Centro Cultural Muros de Cuernavaca, que será su casa durante al menos los próximos cinco años
Quizá muchos se pregunten si efectivamente sobre la famosa colección --atesorada durante aproximadamente cinco décadas por los señores Jacques y Natasha Gelman-- pende la amenaza de su salida de México, lugar donde el matrimonio se conoció y decidió establecerse adoptando la nacionalidad mexicana
Según Robert Littman, albacea de dicho acervo, la señora Gelman estableció en su testamento que el conjunto artístico debe permanecer en México, sin disgregarse, pero no en una institución pública sino privada
Tal es el caso de Muros, cuyo costo de 50 millones de pesos fue financiado por las empresas Costco y Comercial Mexicana (CM) luego que el Frente Cívico protestó por la destrucción del Casino de la Selva, en cuyos terrenos se asientan dos tiendas de dichas cadenas y el centro cultural
Pero no sólo existe la limitación legal establecida por el documento testamentario La parte más importante de la colección, lo que la hace ser una de las más importantes a escala mundial, son 18 cuadros de Frida Kahlo y 14 de Diego Rivera, que no pueden salir del país dado que están declarados como patrimonio de la nación
La obra de Rivera fue declarada en 1959, junto con la de José Clemente Orozco, de quien también hay obras en la colección Gelman La de Kahlo adquirió el rango de monumento nacional en 1984 El acervo cuenta así mismo con piezas de David Alfaro Siqueiros, patrimonio desde 1980, y de María Izquierdo, declarada igualmente en 2003
La declaratoria no implica una expropiación por parte del Estado mexicano Los propietarios de las obras las conservan con la limitación de poderlas sacar del país sólo en forma temporal, no definitivamente
Quizá consciente de ello, la señora Natasha Zahalka de Gelman, quien había expresado su deseo de que la colección no se disgregara, indicó en su testamento que permaneciera en México
Lo cierto es que el testamento no se ha hecho público En julio de 1988, meses después de la muerte de la señora Gelman, la reportera Ana Cecilia Terrazas publicó en la revista Proceso una entrevista con Littman y asentó:
“A Littman le extraña la pregunta respecto de hacer público el testamento: ‘¿Eso pasa normalmente? ¿Por qué? No estoy diciendo mentiras No es People’s Magazine”
Y tras asegurar que la denuncia testamentaria se publicaría el martes 7 de julio de ese año, agregó:
“Sobre las cosas importantes de los Gelman, que son las colecciones, la gente ya sabe qué pasó La colección de la Escuela de París se va al Museo Metropolitano de Nueva York (MET); la colección de pintura mexicana es mi responsabilidad y preocupación, para asegurarme de que no se separe, de que quede en México Todo lo que indique la ley mexicana se seguirá”
Voluntad testamentaria
La colección se quedó entonces al cuidado de Littman quien creó para ello la Fundación Vergel Comenzó a ser alquilada a diversas instituciones museísticas de México y otros países y con el dinero --dijo el albacea a Proceso hace un par de meses-- se adquirieron nuevos cuadros que la han incrementado
En el transcurso hubo varias ofertas para adquirir o albergar la colección: del Museo Dolores Olmedo Patiño, que posee la mayor colección de Riveras y Fridas; del empresario canadiense Paul Reichman, propietario del edificio Torre Mayor ubicado en Paseo de la Reforma; del coleccionista particular Andrés Blaisten; de un museo de Monterrey, y del Museo Nacional de Arte (Munal), que hasta había dispuesto dentro de su proyecto Munal 2000 una sala especial para las obras
En uno de los diferentes catálogos que se han hecho sobre este patrimonio, el crítico de arte y museólogo francés Pierre Schneider escribe en su ensayo “El arte de coleccionar”, que los Gelman deseaban donar su colección a un museo, pero no decidían cuál:
“Jacques Gelman pensaba que el coleccionista no era el propietario de las obras, sino su tutor, su guardián, un simple eslabón de la cadena humana que permite sobrevivir a los cuadros en la peligrosa travesía que va del taller al museo A los pintores, la gloria futura; a los coleccionistas, el presente y sus preocupaciones
“Entre estos cuidados, hay uno que parece contradecir esta modestia: los Gelman se ocuparon de que su colección se preservara integralmente Ella debía no solamente quedarse perpetuamente en el mismo museo, sino más aún, debía ser expuesta como un todo, en lugar de encontrarse dispersa a través de las salas, librada a los humores cambiantes de los conservadores Esta voluntad respondía menos al deseo de ver su nombre expuesto en el frente de ‘su sala’, que a la convicción de que una colección digna de ese nombre es, ella misma, una obra de la cual el coleccionista es el autor”
En octubre de 2002 se anunció que la colección se entregaría en comodato por cinco años a Costco-CM Littman narró en abril pasado que el actual coordinador de Difusión Cultural de la UNAM, Gerardo Estrada, siendo director de Asuntos Culturales en la Secretaría de Relaciones Exteriores (2001-2003), lo presentó con los dueños de dichas empresas, por lo que lo consideraba el “padrino” de esa unión
El propio Estrada, quien fue director del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) agregó por su cuenta que había hablado con Littman sobre la posibilidad que la colección quedara en “algunos de nuestros museos” Y aseguró haber visto entonces copia del testamento, donde “efectivamente” -- subrayó el sociólogo-- la señora Gelman indicó que la colección se quedara en el país, pero en un museo privado:
“Esa era una limitación legal”
Fue entonces cuando presentó a Littman con los empresarios Hablaron de los “pros y contras y finalmente ellos llegaron a un acuerdo”
Las razones de Natasha
Con motivo de la declaratoria de María Izquierdo como monumento nacional, en enero de 2003, esta reportera entrevistó al coleccionista Ricardo Pérez Escamilla, quien en un momento de la conversación habló del tema del coleccionismo y de la situación del acervo Gelman:
“Ya se deberían de haber ocupado las autoridades de darnos a conocer públicamente el testamento de los señores Gelman, porque nunca ha sido publicado, y tenemos derecho a conocerlo todos los mexicanos Es un testamento del que hablan las autoridades como si lo hubieran visto, como si lo hubieran publicado, como si fuera del dominio público, y no es verdad
“Ustedes me dan la oportunidad de exigir públicamente que se dé a conocer ese testamento Me temo mucho que lo que dejaron establecido los señores Gelman sea muy distinto a lo que se nos ha hecho creer”
El coleccionista, quien entregó en comodato al Munal su colección de cerca de 10 mil piezas de litografía del siglo XIX, así como la mitad de su biblioteca, agregó:
“Como mexicano, como estudioso de nuestro arte, pido, exijo que las autoridades, es decir INBA y Conaculta (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes) informen públicamente qué sucede con esta colección que debería estar formando parte del acervo de alguno de nuestros museos”
En varias ocasiones se ha señalado también que los Gelman formaron su colección de arte gracias a las ganancias que les redituaron las películas del cómico Mario Moreno “Cantinflas”, con quien Jacques se asoció en la compañía Posa Films
La crítica de arte Raquel Tibol señaló en enero de 1990, en su columna en el semanario Proceso, donde escribió sobre la colección Reader’s Digest y su poseedora:
“Natasha viuda de Gelman no opina, como Lila Acheson Wallace, que los generadores del dinero que le permitió dedicarse al costoso hobby del coleccionismo tienen un cierto derecho moral a compartir los grandiosos beneficios de la plusvalía El egoísmo de los ricos tiene razones que la cultura de los muchos no comprende"
Así fue que la parte de artistas europeos de la colección de los Gelman se fue, casi al momento de morir Natasha, a incrementar los acervos del MET Schneider señala en su texto que constituyó “la donación más importante de obras del siglo XX que el museo neoyorquino haya jamás recibido”
Y desde luego no le habría caído mal a algún recinto mexicano Por ejemplo, el Museo de Arte Internacional Rufino Tamayo, en cuya primera etapa, cuando fue creado por la Fundación Televisa, los Gelman formaron parte de su Consejo
Por ahora la colección ya está en el nuevo Centro Cultural Muros, en Cuernavaca --donde vivieron los Gelman y donde falleció Natasha en mayo de 1998--, aunque no se sabe si “perpetuamente” como llegó a desear el matrimonio
El acuerdo entre Costco-CM y la Fundación Vergel es por cinco años renovables hasta 20 Littman asegura:
“Si alguien construye un edificio como este (Muros) no va a hacerlo para cinco años solamente”
Quizá en cinco años, quizá en veinte la pregunta volverá a ser la misma: ¿A dónde irá la colección Gelman?