Ajedrez
Ajedrez: El efecto de los años
Hoy en día tenemos que los chicos avanzan considerablemente en lo que tienen que aprender en ajedrez: táctica, estrategia, aperturas, finales, maniobras del medio juego, etcétera, pues hay un número enorme de fuentes que se pueden consultar.CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Mucha gente cree que el ajedrez es un juego para gente mayor, para ancianos. Y esto se ve muchas veces en pinturas o fotos de gente ya de edad discurriendo profundamente sus jugadas. La realidad sin embargo, es totalmente contraria: los mejores exponentes son cada vez más jóvenes.
Hay muchas razones para ello. Por una parte, los niños y jóvenes suelen ser prácticamente esponjas, que absorben el conocimiento muy rápidamente. Además, si consideramos que gracias a Internet y la tecnología, hoy en día tenemos que los chicos avanzan considerablemente en lo que tienen que aprender en ajedrez: táctica, estrategia, aperturas, finales, maniobras del medio juego, etcétera, pues hay un número enorme de fuentes que se pueden consultar y el resultado se nota mucho más rápidamente.
Desde luego que además de esto hay que considerar el interés que el ajedrecista pone en el juego. Hoy, con la especialización existente, muchos jugadores menores de 20 años alcanzan una madurez ajedrecística que antes se lograba después de llegar a los 30 años de edad. Fischer, por ejemplo, fue Campeón Mundial en 1972, con 27 años. Hoy tenemos a Gukesh, de la India, que ha ganado el derecho de retar a Ding Liren, el Campeón Mundial, contando tan solo con 17 años.
No obstante lo anteriormente dicho, muchos jugadores se convierten en fuertes grandes maestros que llegan a mantener un nivel impresionante. Víctor Korchnoi con más de 70 años era capaz de vencer a los mejores del mundo y Vassily Smyslov, un jugador fuera de serie (excampeón mundial), estaba jugando el torneo de candidatos con más de 66 años de edad.
Pero sí, estos dos personajes son realmente la excepción que confirma la regla. Lo normal es que con la edad los ajedrecistas pierdan empuje. Por una parte, se hacen mayores, se cansan más rápido, tienen menos resistencia física pero peor aún, quizás han perdido la motivación de competir. Pongamos el mejor ejemplo de ello: Garry Kaspárov, quien se retiró en el 2005, apeló a que ya había ganado todos los torneos importantes en el mundo y que no le quedaba nada más que demostrar. Y sí, dijo que jugaría eventualmente pero cuando lo hace, en torneos de partidas rápidas y Blitz, queda en los últimos lugares. Ya no tiene el nivel de competencia que hoy se exige y además, ya tiene 61 años. Vamos, la juventud empuja fuerte.
Otro ejemplo interesante es ell que pone el GM Danny Gormally, que copia la lista de los mejores jugadores británicos en la lista de Elo de la FIDE (Federación Internacional de Ajedrez, por sus siglas en francés). Por ejemplo, Nigel Short (nacido en 1965), quien fuese subcampeón mundial, ya tiene 2594 puntos Elo, es decir, su nivel empieza a palidecer. Luke McShane (nacido en 1984), presumiblemente el aficionado más fuerte del planeta, llega a 2617 puntos Elo, lejos de los 100 mejores del mundo. Y sí, McShane no se dedica al ajedrez profesionalmente, pero de alguna manera la edad le está empezando a cobrar factura. Vamos, el propio Gormally (nacido en 1976), gran maestro, tiene 2421 puntos, un Elo más de Maestro Internacional que de Gran Maestro.
Y es claro entonces que el tiempo no perdona. Mi pregunta es si puede hacerse algo al respecto. En esta ocasión, en lugar de teorizar, decidí ponerme a mí mismo en la práctica de una idea para ver si puedo hacer que la caída de Elo sea menos pronunciada. El plan es trabajar de dos a cuatro horas diariamente por un par de meses. Con método, con disciplina. Por ejemplo, yo estudio ajedrez en la mañana y en la noche. Hay días que no tengo cuatro horas pero seguro puedo hacerme de dos horas libres para trabajar en mi ajedrez.
La idea entonces es jugar un par de torneos abiertos, procurando no preocuparme de los resultados sino de la calidad de juego. Poner pues la mente en un estado diferente al de la competición, es decir, hacer buenas partidas, no dar tablas a la primera oportunidad y luchar hasta el final. El resultado pasa a segundo término.
Ganar o perder a mi edad ya no es importante. Es difícil que pueda regresar a mi nivel de los 20 años. No voy a ser ni campeón del mundo, ni gran maestro y probablemente ya no pueda llegar siquiera a maestro internacional. Pero eso no es tan importante ya. Lo que estoy tratando de entender es si hay algún mecanismo que permita evitar esta -aparentemente- caída libre en mi Elo. ¿Podrá ser?
Hay que decir que hay desde luego siempre ejemplos notables. En México, uno de los primeros profesionales del ajedrez, el Maestro Internacional Kenneth Frey, con más de 70 años, es asiduo participante en los torneos de clasificación internacional que se organizan en uno de los pocos clubes que hay en la Ciudad de México, el club “Mercenarios”. Ayer nos avisó, en una de las reuniones sabatinas que hacemos para ver ajedrez (vía zoom desde que inició la pandemia), que su Elo era de 2119 puntos, un “milagro biológico” (según sus propias palabras). ¿Cómo lo logró? ¿Motivación? ¿Experiencia y madurez en su juego? No lo sé. Lo que sí reconozco en Frey es su pasión en el ajedrez. Y de hecho, en una entrevista que le hice hace años le pregunté finalmente: “¿Ha valido la pena dedicarse al ajedrez?”. Su respuesta fue contundente: “Ha valido cada maldito segundo de la vida”.