Muchos millennials y centennialls, pero todos terminaremos siendo viejos
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Abundan notas, infografías, reportajes y toda clase de información sobre los millennials, los centennialls, las generaciones “z” y “k” —y la letra del abecedario que me falte— para intentar explicar cómo los más jóvenes nacieron con la tecnología bajo el brazo, cómo se adaptan de inmediato a los cambios; lo innovadores, libres y vanguardistas que son. Esta vorágine por lo nuevo diluye el opuesto natural: la población mayor a 60 años crece de manera exponencial. Todos nos haremos viejos.
México tiene 13 millones de adultos mayores, de acuerdo con el Consejo Nacional de la Población, y para 2030 se estima que el 15 por ciento tendremos más de 60 años. Diversos estudios apuntan que a finales de este siglo la esperanza de vida en algunos lugares del mundo podría llegar a los 100 años.
El 43.2 por ciento de los adultos mayores en el país sufre pobreza multidimensional, según el Instituto Nacional de Geografía y Estadística. Siete de cada 10 personas en esta condición carece de sistemas de salud o seguridad social. El Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México señala que recibe pensión. Y hay muchísimas más estudios y estadísticas que retratan los ínfimos sueldos, prestaciones e infinitos problemas que padece este sector.
Para la población económicamente activa el panorama no pinta mejor. Bajo este sistema laboral, únicamente el 38 por ciento tendrá derecho a pago de pensión.
La agonía de las empresas tradicionales, la precarización del estado de bienestar y el aumento en la esperanza de vida son el germen de un futuro en el que las personas probablemente tendremos la necesidad de trabajar hasta los 80 años, o la tumba, lo que llegue primero.
Los nuevos modelos de negocio apuntan a la industria aeroespacial, la biotecnología, la robótica, y todo lo relacionado con la ciencia y tecnología. Incluso el sector servicios vive una revolución que está fulminando los viejos procesos. El autoempleo, el freelance, las empresas de comercio por internet y la innovación serán parte fundamental del nuevo ecosistema económico.
Tanto los adultos mayores como las generaciones que le siguen necesitan de la tecnología para mantenerse vigentes en el mercado. Ante esa realidad, algunos gobiernos y empresarios han tomado conciencia de lo urgente que resulta actualizar a quienes nacieron muchos años después de la tan citada era digital.
La AARP Foundation invirtió $250 mil dólares en un programa para dotar de Ipads, entrenamiento e internet a 100 adultos mayores. Personas como Bertha Grant, de 83 años, se mostraron sorprendidas de verse, a su edad, aprendiendo a usar una tableta, mientras que algunos de sus compañeros de curso ya tienen planes de abrir sus propios sitios web.
Los adultos mayores muestran una abierta curiosidad por no quedarse atrás de estos tiempos, que también son los suyos. Un estudio del European Centre for Social Welfare Policy and Research encontró que el 53 por ciento de las personas mayores a 65 años utiliza cotidianamente internet.
El Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos realizó, por su parte, una investigación que concluyó que los adultos mayores recurren a la tecnología en casa para encontrar información sobre temas de salud y trabajo, relacionando a los nuevos dispositivos como benéficos para su calidad de vida.
La iniciativa privada está innovando e invirtiendo para este sector, con iniciativas como GranPad, una tableta diseñada especialmente para los adultos mayores, o Silver Mother, una plataforma que le recuerda cuándo tomar su medicina, ir al doctor, o medir sus hábitos diarios de salud.
En México, mientras tanto, amén de los raquíticos presupuestos en ciencia y tecnología, la población de más edad está lejos de beneficiarse con las oportunidades que ofrece internet.
La Encuesta Nacional Sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares reportó que el año pasado sólo 17 por ciento de los mayores de 60 años se conectó a Internet. Además, el 20 por ciento de las familias mexicanas no cuenta con computadora y conexión a la red.
Estos factores abonan a una brecha generacional que amenaza con marginar a los millones que no puedan adaptarse a las exigencias contemporáneas.
El contexto mundial y nacional es enfático, fulminante: quien no corra al ritmo de la tecnología quedará relegado. Viviremos muchos años y sólo unos cuantos se librarán de no trabajar hasta la vejez; el único camino de sobrevivencia es sumarse a los tiempos de la actualización infinita.
Responsable de la publicación: Juan Pablo Proal
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