Subsidios y mecenazgos en las artes visuales
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- A un cuando sea incómodo o amenazante, tanto para la secretaria de Cultura Alejandra Frausto como para la directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBAL) Lucina Jiménez, en el contexto de las artes visuales es urgente evaluar, transparentar, reestructurar y reordernar los programas de subsidios y mecenazgos:
En lo que corresponde a la Secretaría de Cultura, los subsidios que bajo el modelo de becas otorga el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) a través del Sistema Nacional de Creadores y, en lo que compete al INBAL, las atribuciones de los patronatos y patronos museísticos.
En esta época de austeridad gubernamental y precariedad presupuestal para proyectos artísticos, ¿existen protocolos que regulen y controlen la influencia y participación de los patronos en la administración museística? Ser miembro de un patronato no otorga ni el conocimiento artístico ni la responsabilidad social que debe caracterizar a un servidor público de la cultura.
Estas reflexiones surgen a raíz de un evento que se realizó el pasado 25 de abril en La Tallera de Cuernavaca, Morelos, en donde el presidente de la Asociación de Amigos de la Sala de Arte Público Siqueiros y la Tallera, A. C., Boris Hirmas, presentó a la prensa tanto al nuevo director de ambos recintos, Willy Kautz, como la inauguración de la muestra Todos los siglos son un solo instante, de la artista Cynthia Gutiérrez.
Debido a que ambos espacios pertenecen al INBAL, el protagonismo gubernamental que asumió Hirmas provoca cuestionamientos sobre la relación entre la institución y sus patronos: ¿Acaso el INBAL está dejando que los patronatos dirijan sus museos?
Exagerado en sus elogios a la directora saliente, Taiyana Pimentel (Cuba, 1967), Hirmas evidenció su indiferencia ante una gestión que a pesar de estar comprometida con la difusión de la firma David Alfaro Siqueiros, no logró aumentar ni el conocimiento ni el valor artístico del emblemático artista.
Con un notorio interés por exhibir autores contemporáneos vinculados a los gustos y valores del mercado global, Taiyana Pimentel, responsable de la SAPS desde 2009, dejó la dirección de ambos recintos con un proyecto realizado en la SAPS que, lejos de merecer elogios, debería provocar su sanción.
Inaugurada el jueves 4 de abril bajo el título de Geltin sincronizada Gelatin, la muestra del colectivo austriaco Gelitin, además de presentar absurdas vasijas que, sin lograrlo, pretenden vincularse con estéticas escatológicas –nada comparable con la acción del italiano Pierro Manzoni, quien supuestamente enlató 30 gramos de mierda de artista en 1961, o los espléndidos Cuadernos de la mierda de Francisco Toledo realizados entre 1985 y 1990–, integró un grotesco performance del grupo Young Boys Dancing que consistió en intervenir distintos lienzos con pinceles introducidos en el ano.
Corrientes y decadentes tanto en sus movimientos corporales como en su concepto, los integrantes de este grupo evidencian no sólo la superficialidad de la Asociación de Amigos de la SAPS y la Tallera sino, también, la sumisión del INBAL ante el mecenazgo de los patronatos museísticos.
Y en lo que concierne a las becas de Creadores y Eméritos del SNC, en lugar de descalificar a la senadora morenista Jesusa Rodríguez –que el pasado 10 de junio declaró que las becas debían desaparecer–, se debería exigir una reestructuración que, con base en la creación de una política cultural de Estado y la evaluación financiera de cada becario, atienda la desigualdad económica que existe entre las disciplinas artísticas. Si a diferencia de un literato o un poeta, un artista visual como Manuel Felguérez puede vender sus obras entre 70 mil y 120 mil dólares, ¿es adecuado que reciba una mensualidad vitalicia de 20 salarios mínimos que corresponden, aproximadamente, a 40 mil 800 pesos?
Este texto se publicó el 16 de junio de 2019 en la edición 2224 de la revista Proceso