Revista Proceso

La tortura hoy

La tortura ha existido siempre. En Grecia y Roma se imponía a los esclavos, a los bárbaros, a las no-personas que la filosofía antigua equiparaba con las bestias. “La antropología latente –dice Iván Illich– exigía que se les tratara como animales.
lunes, 30 de junio de 2025 · 05:00

El mal es el más espantoso de los misterios. Pese a milenios de cultura, su presencia es la misma desde la aparición del hombre en la tierra. Pertenece a la naturaleza del poder. Sus métodos, sin embargo, se han sofisticado con el desarrollo industrial y la inteligencia artificial hasta producir esa forma del horror que Hannah Arendt definió como la “banalidad del mal”: la técnica puesta al servicio del exterminio masivo. 

 La tortura, que no pretende ese tipo de destrucción, ha sufrido también mutaciones. No más eficaces, como es el caso de las técnicas de exterminio en masa, pero igual de perversas en los fines que persigue. 

Mi interés en ella radica en el hecho de que desde hace casi 20 años el crimen organizado, en connivencia con el Estado, no ha dejado de ejercerla. ¿Cuál es su función? ¿Qué fines persigue?

La tortura ha existido siempre. En Grecia y Roma se imponía a los esclavos, a los bárbaros, a las no-personas que la filosofía antigua equiparaba con las bestias. “La antropología latente –dice Iván Illich– exigía que se les tratara como animales. Al no haber un lugar en la casa para exiliarlos (...) la única forma de doblegarlos era lacerando su carne.” Era la forma en la que el soberano desencadenaba su furor sobre el que desobedecía. Mediante ella, un castigo ejemplar, inscribía su voluntad en la carne del infractor y lanzaba un mensaje intimidatorio a sus súbditos. 

La tortura que hoy se ejerce y que, presionada por los derechos humanos, ha sido desplazada a sitios privados –sótanos de las procuradurías, casas de seguridad, campos clandestinos del Ejército o del crimen organizado– y a veces, como es frecuente en México, se exhibe públicamente en...

Fragmento del texto de Opinión publicado en la edición 0024 de la revista Proceso, correspondiente a junio de 2025, cuyo ejemplar digital puede adquirirse en este enlace

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