Opinión
Claudia, primer año de desafíos
El primer año de gobierno de Claudia Sheinbaum ha sido un periodo de altos y bajos, de la concreción de reformas heredadas del gobierno de López Obrador, así como de aprendizaje y adaptación para enfrentar problemas complejos que habrán de ser resueltos con tiempo.Contrariamente a lo que se esperaba por la cuantiosa cantidad de votos obtenidos, el enorme poder de Morena en los gobiernos estatales y el dominio en el Congreso de la Unión, el primer año de gobierno de Claudia Sheinbaum ha sido de desafíos, conflictos, instigaciones y hostilidades que han puesto a prueba su capacidad de gobierno y su templanza.
Sheinbaum llegó a la Presidencia como la primera mujer en lograrlo. Esa condición le conllevó una enorme simpatía dentro y fuera del país, la cual ha mantenido, de acuerdo con recientes sondeos de opinión, con más del 70% de aprobación ciudadana.
Pero en el vaivén del acontecer nacional e internacional, su figura y capacidades han sido puestas a prueba por diversos hechos, personajes y circunstancias.
Apenas se sentaba en la silla presidencial y ya tenía encima la presión de medidas arancelarias impuestas por Donald Trump, bajo el pretexto de detener el flujo de migrantes de Centroamérica y acabar con el tráfico de drogas, principalmente de fentanilo.
Al problema del narcotráfico se sumaron la inseguridad y violencia imparables en todo el país, los conflictos internos en Morena con escándalos de abusos de miembros de la cúpula partidista, la corrupción estructural que permea en todas las áreas de gobierno y la pesada herencia de la figura de Andrés Manuel López Obrador.
Así, la miel sobre hojuelas que esperaba tener en el arranque de la administración con el plan de "100 Compromisos" se desvaneció con el paso de los días, cuando comenzaron a brotar en cascada la falta de crecimiento económico, la polémica generada por la reforma al Poder Judicial y las amenazas de Trump de cerrar la frontera, realizar operaciones militares en territorio nacional contra los cárteles de la droga, la imposición de aranceles y el término del Tratado de Libre Comercio.
El próximo 1 de septiembre Claudia Sheinbaum presentará en un acto constitucional en la Cámara de Diputados su primer informe de gobierno, donde dará cuenta de las metas conseguidas en 11 meses, pues es hasta octubre cuando en realidad cumplirá un año al frente del Poder Ejecutivo. Para entonces realizará dos actos, el político en Palacio de Gobierno y el popular en el Zócalo, siguiendo el ejemplo de López Obrador.
El primer año de la presidenta ha estado signado por diversos desafíos que requieren atención permanente, como es la inseguridad, la relación con Trump y la falta de crecimiento económico. Pero hay otros que distraen su atención porque son escándalos de varios miembros de su partido y de la familia del expresidente López Obrador.
Estos escándalos han opacado los logros conseguidos en infraestructura energética (hasta 23.4?mil millones de dólares), la promoción de la red estatal de trenes y energías limpias y la estrategia de seguridad al reemplazar la política de “abrazos no balazos” de López Obrador por acciones de acción directas como la reconstitución de la Policía Federal, las extradiciones y los decomisos de armas y drogas.
El primer año de gobierno de Claudia Sheinbaum ha sido un periodo de altos y bajos, de la concreción de reformas heredadas del gobierno de López Obrador, así como de aprendizaje y adaptación para enfrentar problemas complejos que habrán de ser resueltos con tiempo.
Lo que vendrá serán nuevas propuestas de reformas en aduanas, electoral y presupuestaria. Además de apaciguar las aguas internas que son agitadas por los mismos miembros de Morena. Pero quizá lo más difícil que enfrentará serán las presiones del presidente Donald Trump, que no quita el dedo del renglón en su declaración de combatir a los narcotraficantes mexicanos y sus vínculos con políticos de Morena.
Por cierto... uno de los cambios que urgen en Palacio Nacional es depurar la participación de algunos yutuberos que siguen cobrando por hacer preguntas intencionadas y haciendo actos propagandísticos que denigran el ejercicio periodístico.