Iglesia católica
El papa Francisco en Medio Oriente
El papa Francisco mostró especial atención al conflicto que venía ocurriendo en Gaza y que desembocó en la guerra abierta con Israel. Contaba: “Todos los días llamo por teléfono a la parroquia de Gaza (…) y me cuentan las cosas que pasan, incluso las crueldades que ocurren allí.Entre lo más sorprendente de las acciones realizadas por el papa Francisco destacan las relacionadas con sus sus visitas a los países del Medio Oriente, donde la diversidad religiosa está polarizada entre las colectividades musulmanas y cristianas, en esa tendencia que ha llevado al incremento de las vinculadas al islam. Hay que añadir las judías, para completar el cuadro de los tres monoteismos en la región.
Francisco, siendo jesuita, se acercó al ideario franciscano de la pobreza de una orden mendicante desde que eligió un nombre del santoral que no había sido utilizado por el papado. Pero, además, se trata de la advocación a un santo que visitó la apartada región del Medio Oriente cuando durante la Quinta Cruzada en 1219 tuvo un encuentro con el sultán Al-Malik al-Kamil en Egipto.
Casi diez siglos depués, en 2017 el papa Francisco volvió al mismo lugar, donde ahora viven sólo un 10% de cristianos, con alrededor de 270 mil personas. Al cierre de su viaje, durante la misa que ofició ante miles de fieles, Francisco rechazó el fanatismo religioso.
“El único extremismo que se permite a los creyentes es el de la caridad. Cualquier otro extremismo no viene de Dios y no le agrada”, señaló el pontífice durante el servicio religioso celebrado en un estadio en las afueras de El Cairo: la fe “es la que nos lleva a difundir, a defender y a vivir la cultura del encuentro, del diálogo, del respeto y de la fraternidad”.
Durante los dos días de su visita, el pontífice participó en una conferencia internacional para la paz en la que se reunió con el jeque Ahmed al-Tayeb de la prestigiosa institución suní Al Azhar, para decir un “no” rotundo a la violencia en el nombre de la religión. También se reunió con Teodoro II, conocido como el papa copto, en la iglesia de San Pedro en El Cairo, escenario de un atentado perpetrado en diciembre por el grupo terrorista Estado Islámico (EI), en el que murieron 29 personas. En las tres semanas previas otros atentados ocurrieron en las catedrales coptas de Tanta y Alejandría, al norte de Egipto.

Francisco lamentó en su discurso en la Universidad de Al Azhar la persecución contra los coptos y propuso dialogar sinceramente con el otro, reconociendo “sus derechos y libertades fundamentales, especialmente las religiosas”. Le escuchaba Ahmeed al-Tayeb, máxima autoridad del islam, quien respondió enfáticamente: “Si abrimos las puertas a las acusaciones contra el islam, ninguna religión, régimen, civilización o historia será inocente”.
En años previos realizó otros viajes, fue particularmente importante el que lo llevó a lo que para los cristianos es Tierra Santa, en mayo de 2014; llegó a Jordania, un país que alberga a casi tres millones de palestinos, y en Amán, la capital de país, ofreció una misa, en la que hizo un llamado: “La paz no se puede comprar, no se vende”, manifestó ante miles de personas que lo escuchaban. Después de la ceremonia se reunió con refugiados del conflicto sirio, pronunciando palabras de ánimo y de aliento, recordando el gesto del gobierno jordano para recibirlos.
Aprovechó para agradecer al soberano su papel de protector de los lugares santos y la acogida que ofrece su país a los migrantes en la zona, particularmente los de Siria, de donde más de 450 mil cristianos han sido desplazados a causa de la guerra que comenzó en 2011.
Se trataron numerosos e importantes temas, según informa una nota de la Oficina de Prensa del Vaticano: “Se hizo referencia a la necesidad de seguir desarrollando el diálogo interreligioso y ecuménico, garantizando siempre que la Iglesia católica en Jordania pueda ejercer libremente su misión”, se lee.
Al tiempo que se subrayaba la importancia de promover la estabilidad y la paz en Oriente Medio, con especial referencia a la cuestión palestina y al problema de los refugiados, se refirió la necesidad de preservar y fomentar la presencia cristiana en la región.
Visitó Belén, en Cisjordania, para oficiar en la Basílica de la Natividad, y tuvo un encuentro con el líder de Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas. En Jerusalem, acudió a orar en el muro de los Lamentos, marcado por la ritualidad judía y visitó Yad Vashem, el museo que recuerda a las víctimas del Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial.
El Papa continuó su jornada reuniéndose con familias cristianas palestinas y después se desplazó a Tel Aviv para continuar su viaje y encontrarse con el presidente Shimon Peres y el primer ministro Benjamin Netanyahu. Invitó al primero y a Abbas a rezar juntos en el Vaticano, algo que se materializó el 8 de junio. Sin embargo, un mes después, el 8 de julio, Netanyahu autorizó la Operación Margen Protector contra Hamas en Gaza que se extendería hasta agosto de ese año, dejando un saldo de más de dos mil 200 palestinos muertos, la mayoría civiles. Israel había acusado a Hamas por la muerte de tres colonos y por el lanzamiento de cohetes.

Según la ONU, esa operación del ajército israelí convirtió a 500 mil gazatíes en desplazados internos; destruyó la infraestructura eléctrica y llevó la situación humanitaria al límite de una crisis sin precedentes en la Franja, calculándose como la más grave en lo que iba del siglo.
Algo inusitado fue el viaje del papa Francisco a Iraq en 2021, el primero en la historia de ese país, entre escenas de devastación dejadas por años de conflicto luego de la invasión de Estados Unidos en 2003 y el desplazamiento de cristianos tras la invasión del autodenominado Estado Islámico (EI). Fue recibido por el primer ministro Mustafa al Kazemi, en el aeropuerto de Bagdad, para una visita de tres días que lo llevaría a Mosul, Erbil, Najaf y Qaraqosh. Entre los motivos de su viaje, estuvo sin duda el decrecimiento de los cristianos perseguidos. Se calcula que entre 2003 y 2019 disminuyeron 85%, pasando de un millón y medio a 250 apenas a mil feligreses.
El Papa dirigió también un servicio interreligioso en la antigua Ur –el lugar de nacimiento de Abraham según la Biblia– dirigiéndose a musulmanes, cristianos, judíos, yazidíes y sabaeas, expresó:
La paz no exige ganadores o perdedores, sino hermanos y hermanas que, por todos los malentendidos y dolores del pasado, están viajando de un conflicto a la unidad.
Su presencia en Medio Oriente continuó, el papa Francisco mostró especial atención al conflicto que venía ocurriendo en Gaza y que desembocó en la guerra abierta con Israel. Contaba: “Todos los días llamo por teléfono a la parroquia de Gaza. Están allí, parroquia y colegio, más de 600 personas y me cuentan las cosas que pasan, incluso las crueldades que ocurren allí. Lo que me cuentan no entiendo muy bien cómo han sido las cosas. Pero la defensa debe ser siempre proporcional al ataque.
“Cuando hay algo desproporcionado muestra una tendencia dominante que va más allá de la moral. Un país que con sus fuerzas hace estas cosas –me refiero a cualquier país–, que hace estas cosas de forma tan ‘superlativa’, son acciones inmorales. Incluso en la guerra hay una moralidad que proteger. La guerra es inmoral, pero las reglas de la guerra implican cierta moralidad. Pero cuando esto no se hace, se ve –decimos en Argentina– “mala sangre”.

Después del rompimiento de alto al fuego por parte de Israel el 18 de marzo, el Papa advirtió de una catástrofe humanitaria e hizo un llamamiento: “Paren los combates, liberen a los rehenes, ayuden a los hambrientos”.
En su última aparición pública, pidió un alto el fuego inmediato entre Israel y Hamás. En su mensaje de Pascua, pocos días antes de morir, dijo:
“Mis pensamientos están con el pueblo de Gaza y pienso especialmente en su comunidad cristiana, en medio de un conflicto que sigue dejando muerte y destrucción, ahondando una dolorosa tragedia humana”.