Incels

Incels: célibes involuntarios; la tendencia de las comunidades masculinas aisladas

En entrevista con Proceso, Silvia Soler, directora interina del Instituto de Liderazgo Social y Bienestar (ILSB), explica que los jóvenes que forman parte de estas comunidades digitales se autoidentifican como incapaces de establecer relaciones afectivas o sexuales con mujeres, pese a su interés.
miércoles, 8 de octubre de 2025 · 05:00

CIUDAD DE MÉXICO (apro).-Con el asesinato de un alumno al interior del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Sur, el fenómeno de los incels —acrónimo de “célibes involuntarios”— ha comenzado a manifestarse en la Ciudad de México, reflejando una tendencia global de comunidades masculinas aisladas que desarrollan discursos misóginos y violentos en línea.

El pasado 22 de septiembre, un joven estudiante identificado como Ashton “N” irrumpió en el CCH Sur portando un arma punzocortante y arrebató la vida a uno de sus compañeros, Jesús Israel Hernández. Posteriormente, intentó quitarse la vida al lanzarse desde el tercer piso de uno de los edificios del plantel, aunque no logró consumar el acto, y fue detenido por elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC). Según mensajes y publicaciones en redes sociales de Ashton “N” filtrados a medios, el joven mantenía vínculos con grupos y comunidades virtuales de incels, un fenómeno que ya ha sido observado en otros países –como Estados Unidos y Reino Unido– y que ahora se hace visible en México.

En entrevista con Proceso, Silvia Soler, directora interina del Instituto de Liderazgo Social y Bienestar (ILSB), explica que los jóvenes que forman parte de estas comunidades digitales se autoidentifican como incapaces de establecer relaciones afectivas o sexuales con mujeres, pese a su interés en ellas. “Inicialmente, es muy bizarro porque surge de una mujer que quería hablar de la soledad y la frustración afectiva. Con el tiempo, estas comunidades de hombres se apropiaron de esta categoría desde discursos misóginos y profundamente violentos”, señala Soler.

De acuerdo con la especialista con más de 10 años de experiencia trabajando temas de género desde una perspectiva interseccional, los incels comparten discursos de odio hacia las mujeres, culpándolas de su situación y promoviendo ideas machistas, racistas y violentas. En estas comunidades, predominan jóvenes cisgénero, heterosexuales y blancos que no cumplen con los mandatos de la masculinidad hegemónica, como ser exitosos sexualmente, atractivos físicamente o dominar socialmente.

Utilizan una jerga específica, como la noción de red pill, que en su discurso es un concepto que los ilumina cuando identifican una suerte de conspiración sexista de feministas en su contra.

En Facebook, existen diversas páginas conformadas por hombres de diferentes nacionalidades que se identifican como incels y comparten tablas o listas con términos propios de su jerga, acompañadas de sus explicaciones, que funcionan como guía interna para entender y difundir sus ideas dentro de la comunidad

Proceso tuvo acceso a una de las listas mencionadas, donde se indica la siguiente terminología:

  • Incel: “Hombres que, debido a su aspecto físico y rasgos considerados negativos por la sociedad, no pueden conseguir pareja.
  • Chad: “Lo opuesto a un incel, un hombre que por sus cualidades le llueven mujeres”.
  • Femcel: “La contraparte del incel”.
  • Stacy: “Una mujer físicamente muy atractiva, con una autoestima alta”.
  • Mentalcel: “Cree que es un incel porque nunca ha tenido novia, pero es atractivo en mayor o menor medida”.
  • Fakecel: “Cree que es un incel y sigue sus filosofías, pero a pesar de tener características de incel, oculta que sí ha tenido novia”.
  • Bluepiller: “Cree que para tener novia solo necesitas ser carismático, tener confianza en ti mismo y buenos sentimientos. Niega la importancia de la apariencia física y el dinero”.
  • Blackpiller: “Sabe que todo se reduce a genética y dinero”.
  • Redpiller: “Se ejercita y trabaja en sí mismo, sabe que todo es un juego”.
  • Cvnnypiller: “Enfermo mental que sabe que no tiene oportunidad con los de su edad y se aprovecha de la vulnerabilidad de adolescentes y niños”.
  • Whitepiller: “Sabe que todo es genética y dinero, culpa de la sociedad, pero no le importa”.
  • Pinkpiller: “Incel que decide adoptar el papel de novia”.

Soler advierte que, aunque no existe un monitoreo sistemático de estos foros en México, casos como el reciente en el CCH Sur permiten territorializar el fenómeno. “No es que sea imposible de monitorear; estadísticamente hay estudios y libros publicados desde los años 90. Lo que vemos ahora, con el auge de la extrema derecha, es que estas comunidades se destapan y se relacionan con actos de violencia en el norte global, incluyendo masacres escolares o ataques en manifestaciones”, explica.

Por ejemplo, la comunidad incel llamó la atención del mundo en 2014, cuando Elliot Rodger, un estudiante británico de 22 años, perpetró una masacre cerca del campus de la Universidad de California en Santa Bárbara. Armado con cuchillo, armas de fuego y su propio coche, atacó a transeúntes, causando la muerte de seis personas e hiriendo a otras doce, antes de quitarse la vida.

Antes de llevar a cabo el ataque, Rodger dejó evidencias de su hostilidad: envió a sus padres un diario de 137 páginas cargado de amenazas y publicó un video en YouTube, ambos contenidos reflejaban un odio profundo y un discurso sexista, en el que se presentaba como incel y culpaba a las mujeres por su aislamiento y frustración.

A pesar de los antecedentes, la directora interina del ILSB subraya que la respuesta al fenómeno no debe ser únicamente punitiva, sino integral y preventiva. “Necesitamos generar referentes, discursos y prácticas para que estos jóvenes puedan construirse libremente. No se trata de señalar una ola de violencia, sino de asumir la responsabilidad social frente a estas juventudes, que se sienten sin referentes y sin certezas sobre cómo vivir su masculinidad”, afirma.

Además, añade que la salud mental no puede individualizar ni patologizar el problema: “Es un síntoma de la deuda que tenemos para masificar las capacidades transformadoras de los mandatos de género. Las mujeres no son frágiles y los hombres fuertes y proveedores; hay muchas formas de ser hombre y de ser mujer”.

Soler reconoce que los feminismos han tenido una deuda histórica al no plantear un proyecto de transformación social que involucre tanto a hombres como a mujeres. Según la especialista, el Estado y la sociedad civil tienen la responsabilidad de generar modelos, referentes y discursos que acompañen a estas juventudes.

En suma, el caso del CCH Sur evidencia que los incels tienen presencia en la capital mexicana y funcionan como un indicador de la crisis estructural de la construcción de la masculinidad en contextos de desigualdad, aislamiento y falta de proyectos de vida, un problema que requiere atención colectiva y estructural más allá de la sanción individual.

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