Feminicidio

Fernanda Ramírez: sobreviviente de feminicidio; su agresor sigue prófugo desde 2023

El testimonio de la víctima revela no solo la brutalidad de la agresión que sufrió, sino también las grietas en un sistema de justicia que permite que su agresor siga en libertad.
sábado, 6 de septiembre de 2025 · 20:45

CIUDAD DE ME´XICO (apro).-  Fernanda Ramírez es psicóloga y madre, pero desde el 12 de noviembre de 2023 también se convirtió en sobreviviente de violencia feminicida en la Ciudad de México, su testimonio revela no solo la brutalidad de la agresión que sufrió, sino también las grietas en un sistema de justicia que permite que su agresor siga en libertad, mientras ella vive con secuelas físicas y emocionales. 

A casi dos años del ataque, el agresor, Jorge “N”, permanece prófugo a pesar de que existe una orden de aprehensión vigente en su contra desde el 21 de junio de 2024. Durante este tiempo, ha continuado con su vida pública, participando en eventos y festivales, y compartiendo su actividad en redes sociales, sin que las autoridades hayan logrado su detención.  

En entrevista con Proceso, Ramírez compartió su historia, una que comienza como tantas otras: en el círculo social de amistades una presentación casual derivó en una relación amorosa entre ella y Jorge “N”, con quien vivió durante un periodo de nueve meses.  

Él formaba parte del mismo grupo de conocidos, y en apariencia no había señales de lo que estaba por venir, poco a poco comenzaron las actitudes extrañas como desapariciones repentinas y salidas sin explicación. Muy pronto aparecieron signos de una personalidad violenta, reactiva y agresiva.  

La violencia, primero, fue psicológica —humillaciones, manipulación, un ambiente constante de agresión verbal—, después se volvió física. 

“Anteriormente, ya me había agredido físicamente”, recordó Fernanda Ramírez, al describir que no fue un hecho aislado, sino una constante que fue escalando hasta que llegó la noche que marcaría su vida. 

El 12 de noviembre de 2023 ambos asistieron a un festival. En público, él la agredía con gestos disfrazados de juego, pero profundamente humillantes: tocamientos frente a la gente, empujones, la imposición de su fuerza. Fernanda Ramírez no se sentía cómoda, pero aun así se fueron juntos y afuera del evento, la violencia llegó a un punto brutal. 

La golpeó en repetidas ocasiones, con puñetazos y cachetadas por todo el cuerpo, la ahorcó hasta dejarla inconsciente. Los golpes en el rostro pulverizaron el cartílago de su nariz. “Hoy en día no tengo nada de cartílago, tengo puros implantes”, aseguró.  

La cirugía a la que fue sometida de emergencia duró entre cuatro y cinco horas, no solo fue reconstructiva y funcional, sino que también implicó un componente estético inevitable. Desde entonces ha tenido que someterse a revisiones médicas constantes, y probablemente deberá volver a pasar por quirófano debido a complicaciones en la reconstrucción. 

Los daños fueron múltiples: traumatismos en la cabeza, lesiones en el rostro, la nariz destrozada. Aunque no lo mencionó textualmente, el relato de Fernanda Ramírez fue claro: sobrevivió a un intento de feminicidio. 

Las heridas no son solo físicas, lleva tres años en terapia con psicólogos y psiquiatras. La violencia dejó marcas profundas que la han obligado a reconstruirse día a día, a sostenerse emocionalmente mientras enfrenta la indolencia de un sistema que debería protegerla. 

La impunidad como segunda agresión 

Fernanda Ramírez interpuso dos denuncias ante la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX), una el 24 de mayo de 2024 por delitos sexuales, de la que se desprende una orden de aprehensión activa desde el 21 de junio de 2024; y otra, el 15 de mayo de 2024 por violencia familiar.  

La Fiscalía de Investigación de Delitos Sexuales de Delitos Sexuales, dijo, ha mostrado mayor acompañamiento. Sin embargo, en la Fiscalía de Violencia Familiar se ha topado con indiferencia, rezago y la ausencia de un seguimiento real. 

Mientras tanto, el agresor sigue prófugo y no ha acudido a una sola audiencia, pese a estar notificado, su familia lo protege, lo esconde, lo ayuda a huir. No se trata de un hombre en fuga desesperada: después de la agresión, ha viajado libremente al extranjero, ha estado presente en festivales y eventos internacionales, exhibiendo su vida en redes sociales sin que las autoridades lo detengan.  

El contraste es brutal: Ramírez vive con las secuelas de los golpes, los efectos de las cirugías, la carga de la terapia constante. Él, en cambio, se desplaza sin obstáculos, protegido por la impunidad que lo ampara. 

“Lo único que buscamos es justicia, que lo encuentren, que lo agarren, que no dejen en el olvido mi caso”, exigió. 

La lucha que no se detiene 

La vida de Fernanda Ramírez ha sido atravesada por la violencia, pero también por la resistencia. Reconstruirse físicamente, enfrentar un proceso judicial, sostenerse emocionalmente y, al mismo tiempo, alzar la voz para que su historia no quede silenciada, forman parte de esa lucha diaria. 

Hoy pide que su caso no sea olvidado, que se difunda la imagen de su agresor, que se comparta lo que pasó. No es un gesto menor: la difusión pública es, para muchas sobrevivientes, la única herramienta frente a un sistema de justicia que no responde. 

Han pasado casi dos años desde aquella noche en que Fernanda estuvo a punto de perder la vida, en ese tiempo, las autoridades no han logrado detener a su agresor y él ha tenido libertad de movimiento y acceso a una vida pública sin consecuencias.  

El caso es un testimonio de cómo la impunidad y la negligencia institucional convierten la sobrevivencia en una segunda condena. 

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