José Mujica

José Mujica y lo años del encierro

Proceso pudo conversar en 1985 con cuatro fundadores del Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros), que por largos años integraron el grupo de nueve rehenes de los militares: entre ellos a José Mújica Cordano quien tenía 52 años de edad. El expresidente uruguayo falleció a los 89 años de edad.
jueves, 15 de mayo de 2025 · 07:30

Proceso pudo conversar en 1985 con cuatro fundadores del Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros), que por largos años integraron el grupo de nueve rehenes de los militares: entre ellos a José Mújica Cordano quien tenía 52 años de edad. Su encierro lo transformaría y años después, esa calma sería uno de sus sellos en la carrera política que lo llevo a la presidencia de Uruguay.  

MONTEVIDEO.- Son los últimos presos políticos de la dictadura. Son tupamaros. Hombres que pusieron la piel con lo que pensaban. Se jugaron el pellejo. Salen como un viejo puñado de fusiles rotos. Vienen de la muerte. Durante 12, 13 años, estuvieron enterrados vivos. Son los rehenes. Los peor, dicen, no fue la tortura, fue el aislamiento, la soledad. El pueblo uruguayo los arrancó de las cárceles.

¿Están derrotados? Admiten que es verdad, son derrotados. Siempre fueron derrotados. "Somos mariscales de la derrota", afirman. Es la dinámica de los pueblos que luchan por su liberación: perder y perder, sin solución de continuidad, hasta el día de la victoria final. Por lo tanto, la derrota no les hace mella. Y salieron para seguir luchando por el socialismo. Hoy, como partido político, en el marco de la legalidad que permite la "democracia primaveral" del Uruguay de estos días. En pos de la estrella que inventaron y de la "T", que simboliza Tupamaros. No sienten odio pos sus torturadores. Son militares políticos. Pero no descartan, definitivamente, la lucha armada. Las armas no son válidas para esta coyuntura, pero se hicieron para ser usadas, enseñó Artigas. Hoy creen en la movilización de masas y en el parlamento democrático. Pero estarán alertas, vigilantes. El futuro dirá si la violencia tiene o no cabida. El enemigo, militarmente, está intacto. Salen a la calle con ánimo de paz. Apuestan a la paz y postulan la vida. Pero sostienen que no se deben olvidar las enseñanzas del pasado. La historia del Uruguay se hizo con las armas en la mano, recuerdan.

Proceso pudo conversar largamente con cuatro fundadores del Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros), que por largos años integraron el grupo de nueve rehenes de los militares: Eleuterio Fernández Huidobro (45 años), Julio Marenales Sáenz (54), Mauricio Rosencoff (51) y José Mújica Cordano (52). Presentamos estos pasajes que hablan de los horrores de la prisión y permiten ver los próximos pasos, inmediatos, de estos luchadores sociales:

Mauricio Rosencoff: "Al amanecer sentíamos los ladridos de los perros en las unidades militares. Llegamos a tener el deseo de ser perro. Los perros recibían una ración completa de comida, corrían al aire libre, al sol, estaban bestia con bestia. Nosotros no estábamos ya ni en esa categoría... Oíamos esos ladridos y un día pensé: Le voy a pasar una solicitud al comandante para que nos dé tratamiento de perro. Si nos hubieran tratado como los perros habríamos estado felices".

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¿Existe hoy el MLN, los Tupamaros, como organización política? ¿Es la hora de las armas? Fernández Huidobro no duda, dice: "Aquí estamos los compañeros que inventaron la estrella y la T y la palabra Tupamaros, y los que un día, presos en el penal de Punta Carretas, inventaron la consigna `Patria para todos'. Salimos a la calle para la militancia, para la lucha, con ánimo de paz. Para trabajar intensamente en el marco de la legalidad vigente.

"Apostamos a la paz y postulamos la vida. La coyuntura posibilita que nos constituyamos como organización política. Con otras fuerzas aspiramos a formar un Frente de Liberación Nacional, un `Frente más grande'. ¿Nuestras armas para la etapa? Movilización de las masas y los plebiscitos a través de reformas constitucionales."

La interrogante crece: ¿Quedó atrás, para los tupamaros, la etapa de la lucha armada? "En los inicios –apunta Marenales– recurrimos a la política con armas porque las circunstancias así lo planteaban. Hoy, la realidad plantea otra cosa. El pueblo nos sacó de la cárcel. Y nosotros tenemos que respetar al pueblo. Debemos utilizar otros procedimientos. El uso de las armas no es nada más que un problema de orden táctico. La guerra, la lucha armada es la política por otros medios. Aun cuando se tenga determinada concepción estratégica, los momentos históricos determinados están condicionando los instrumentos que se deben utilizar en la lucha política. Antes usamos las armas, pero ahora las cosas han cambiado en el país. Existe una `democracia primaveral' en la que el pueblo está participando políticamente como nunca antes. La política ha entrado a las casas. Y nosotros debemos respetar eso".

¿Y si hay marcha atrás? ¿Si representa el invierno de la dictadura? La posibilidad es real. Los militares sufrieron una derrota política, pero no militar. Están enteros. La eventualidad de un regreso de las fuerzas armadas pende como una espada de Damocles. Dice Mújica Cordano: "Si desgraciadamente esta democracia primaveral nos la roban, sí, absolutamente sí, desgraciadamente sí, tendremos que agarrar otras armas. Pueden llegar circunstancias en que no basten movilizaciones de masas y un parlamento democrático para detener a los gorilas. Eso lo tenemos claro. Ningún luchador social puede desechar definitivamente la lucha armada. No vamos a cometer el error de que el pueblo uruguayo olvide sus enseñanzas del pasado, los peligros del presente y las amenazas del futuro.

"Vamos a estar alertas. Pero no vamos a recurrir a la violencia en este momento. Es probable que monten provocaciones, aunque no seremos nosotros ni por ceguera o torpeza la causa de las agresiones desde la reacción. Planteamos que las armas no son válidas para esta coyuntura, pero no nos olvidamos –como nos enseñó Artigas– que las armas se hicieron para ser usadas. Y que la historia de nuestro país se hizo con las armas en la mano. El futuro dirá si tienen cabida o no."

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Rosencoff: "¿Cómo teníamos información del exterior? Nos pasaba como a los esclavos, que estaban contabilizados como objetos. Teníamos tratamiento de bestias. No éramos nada, nadie. Y así pudimos, siempre en forma fragmentaria, enterarnos de algo. Como lo de Nicaragua. En algún cuartel, en alguna oportunidad, nos permitieron hacer nuestras necesidades fisiológicas en un baño, en el baño de la tropa. Durante años ese fue nuestro mayor problema. Hacíamos todo en la celda. En una de esas contadas oportunidades en que nos sacaron a un baño, pudimos recoger del suelo, sucio, usado por algún soldado, un pedazo de diario. Y en esas circunstancias, en ese desperdicio, pudimos leer, asombrados, que algo había cambiado en Nicaragua, que ya no estaba Somoza y que su lugar lo ocupaba algo que se llamaba FSLN".

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La estrella tupamara apuntaba al socialismo. ¿Sigue siendo ese el norte? No ha cambiado. Lo explica, a su manera, Mújica Cordano: "Nuestra lucha es la igualdad de los más. Ya hoy, y no para algún día. No se llega mañana al fin de las estrellas. No hay ningún problema que lo resuelva todo, no hay una tierra prometida al final del segundo, quinto o noveno plan quinquenal. El socialismo es una actitud concreta que empieza todos los días. Es una idea-fuerza. La palabra socialismo es bastante complicada, simplemente alcanza con lo más chiquito: luchamos por la igualdad entre los hombres. Las cosas que en política no se pueden explicar con sencillez, no son tan importantes".

¿Socialismo y democracia? No hay, para este viejo luchador social ninguna contradicción. Es imposible el socialismo sin democracia. El MLN eligió un sistema de dirección colectiva y cada día más, la complejidad de los fenómenos políticos ha ido determinando que las dirigencias son equipos. Y hoy, dice, "es la hora de tenerlo claro: frente al dilema entre centralismo y democracia hay que inclinarse por más democracia. La actitud democrática permitirá una maduración política masiva. Será un elemento de docencia y de formación, particularmente, para la juventud".

El propio Mújica agrega: "ni ayer ni hoy, reformistas. Pero, bastante viejos, sabemos también que las reformas tienen mucho valor. Hay que solucionar los problemas inmediatos de la gente. Y para ello, se debe luchar en todos los frentes". Por lo pronto, no salen con las manos vacías. Vienen con un "plan por la tierra y contra la pobreza", con tres puntos básicos: expropiación de latifundios, nacionalización de la banca y moratoria de la deuda externa. Nada nuevo: solucionar el problema de la tierra fue la primera consigna tupamara y el país conoció así, a principios de los años sesenta, la consigna de los trabajadores cañeros: "Lucha, por la tierra y con Sendic". Pero aún hoy, las aspiraciones de reforma agraria siguen siendo incumplidas.

¿Qué mecanismos, qué procedimientos utilizarán para impulsar dicho plan? Responde Fernández Huidobro: "Lo discutiremos primero con las bases del movimiento, fábricas, con los obreros, con los estudiantes, con los partidos políticos. Después iniciaremos una movilización para que se plebiscite, como reforma constitucional, en noviembre de 1985. La meta, para ello, es obtener 210,000 firmas, necesarias para presentar la iniciativa".

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Rosencoff: "Voy a contarles la pequeña historia de un caracolito. El compañero Mújica padeció, como rehén, alucinaciones auditivas y visuales. A pesar de estar solo y no tener a nadie para conversar en el calabozo –uno de los 45 por los que fuimos trasladados en todos estos años– estaba convencido que le habían colocado una grabadora en la celda y el zumbido no lo dejaba dormir. Se desesperaba y estaba a los gritos con la guardia para que se lo apagaran. Cuando Wassen (el rehén que murió de cáncer) se agravó, me hicieron retirar sus pertenencias. Entre sus cosas encontré un caracolito. Cuando hace pocos días nos levantaron la incomunicación, le comenté el hecho a Engler. Y vi que Engler empalidecía. Dijo: "Ese caracolito no es de Wassen, es de Pepe (Mújica Cordano). Lo perdió Pepe en un recreo y se ve que Wassen lo recogió. Es el caracolito que usaba Mújica cuando lo atacaban las voces y las alucinaciones. Se lo metía en la boca para no gritar".

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Les suprimieron el agua. Y entonces, inventaron un procedimiento poco ortodoxo. Fue en el Séptimo de Caballería, en Santa Clara de Olimar. El comandante era entonces el coronel Gregorio Alvarez (después presidente de Uruguay). ¿En qué consistía el procedimiento? En el reciclaje del orín. Así de simple: depositaban el orín en una lata, lo dejaban reposar, que adquiriera una temperatura potable... Y se lo tomaban. Su propio orín. Era la única solución para salvarse de la deshidratación.

¿Qué actitud van a adoptar frente a quienes los torturaron? Dice Marenales: "No estamos en el camino del odio. Ni aun contra aquellos que cometieron bajezas contra nosotros. Esto no es pose demagógica. Son principios. No nos movemos por ciertos criterios personales. Nos movemos por criterios políticos".

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