Periodismo
Regina Martínez: 13 años de impunidad
La periodista fue doblemente silenciada, al ser ultimada y después al cerrarse su caso como un asunto “pasional”.CIUDAD DE MÉXICO (apro).- A finales de 2020, el presidente Andrés Manuel López Obrador se comprometió públicamente a reabrir la investigación sobre el asesinato de Regina Martínez, corresponsal de Proceso; casi cinco años después de aquella promesa presidencial, el caso continúa sin resolverse.
“Estamos en los hechos buscando que no queden impunes, no hay ninguna razón para que no se aclaren esos homicidios, esos asesinatos”, aseguró el exmandatario al ser cuestionado por la coordinadora de corresponsales de Proceso Verónica Espinosa.
–En lo que planteas de Regina estoy totalmente de acuerdo, que se busque el procedimiento para reabrir el caso.
–¿Es un compromiso, presidente?
–Es un compromiso.
Martínez investigó sobre cuestiones de derechos humanos, delincuencia organizada y vínculos entre miembros de cárteles y funcionarios de Veracruz, especialmente durante el gobierno de Fidel Herrera y Javier Duarte; este último se encuentra recluido en prisión acusado delitos de operaciones con recursos de procedencia ilícita y asociación delictuosa.
La periodista fue doblemente silenciada, al ser ultimada y después al cerrarse su caso como un asunto “pasional”, que además deja un pendiente desde el Poder Judicial quien se negó a reconocer a Proceso como víctima y que sea el Estado el responsable del asesinato de la reportera.
Regina Martínez era una periodista sumamente respetada en Xalapa, capital del estado de Veracruz.
Llegó a publicar investigaciones en profundidad sobre cuestiones de derechos humanos, delincuencia organizada y vínculos entre miembros de cárteles y funcionarios de Veracruz.
Martínez Pérez fue asesinada el 28 de abril del 2012 en el interior de su domicilio en la privada Rodríguez Clara en el barrio de El Dique. Sus victimarios la golpearon y ahorcaron con una jerga en el baño. De su vivienda se robaron un reloj, un teléfono celular y una computadora y nada más.
La entonces Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) a cargo del exlíder estatal del PRI, Amadeo Flores Espinosa, filtró a la prensa que el asesinato de Regina tenía tintes pasionales.
Conocida como “La Chaparrita” en su natal Veracruz, ejerció el periodismo durante más de 30 años, los últimos 12 en el semanario Proceso.
El homicidio de la corresponsal veracruzana ocurrió durante la administración del exgobernador Javier Duarte y únicamente ha sido detenido y sentenciado uno de los dos probables responsables del crimen: Jorge Antonio Hernández “El Silva”, quien desde 2013 afirmó que confesó haber participado en el delito que acabó con la vida de Regina Martínez porque fue torturado.
Al día de hoy, sigue prófugo José Adrián Hernández Domínguez, "El Jarocho", acusado de ser el autor material del homicidio.
Como parte del “Proyecto Cartel”, el consorcio internacional de periodistas Forbidden Stories investigó el homicidio de la corresponsal, trabajo en el que participaron 60 periodistas de 25 organizaciones y medios de 18 países, incluyendo a Proceso.
Entre los testimonios de esta investigación, se acreditó que el gobierno de Javier Duarte desplegó una operación política, mediática y jurídica para “sembrar” a toda costa la versión de que Regina Martínez fue asesinada por dos hombres a quienes recibió en su casa y que le robaron. Uno de ellos, según la versión gubernamental, era su novio y se dedicaba a la prostitución.
Antes del asesinato
Antes del homicidio de Regina, 13 periodistas fueron asesinados. El caso que más impactó hasta entonces fue el del subdirector de Notiver, Milo Vela, y su familia, acribillados en su domicilio.
El 27 de septiembre de 2011 Regina confió de manera anónima: “Vivo el peor clima de terror, cierro con llave toda la casa, no duermo y salgo a la calle viendo a un lado y otro para ver si no hay peligro”.
Tres meses después, en diciembre de 2011, entraron a robar a su casa. Cuando llegó, los intrusos apenas se habían ido, el baño aún tenía vapor. Regina sintió el miedo recorrer su espalda y respirarle en el oído.
De acuerdo con Martínez, la puerta de su domicilio no fue forzada, como cuando la asesinaron dos meses después en su casa.