Papa Francisco
Trumpistas quieren un papa “lo suficientemente blando para controlarlo”: corresponsal en el Vaticano
La investigación de Nicolas Senèze, corresponsal permanente en el Vaticano del diario "La Croix" entre 2016 y 2020 muestra cómo los grupos de presión estadunidenses se preparan, desde la primera administración Trump, para la era post-Francisco.CIUDAD DE MÉXICO (France 24) .- El cónclave para elegir al sucesor del papa Francisco comenzará entre el 5 y el 10 de mayo. El difunto papa se alzó contra la ola mundial de nacionalismo y en las antípodas de la ideología trumpista: ayuda a los más desfavorecidos, aceptación de los migrantes y relativo progresismo. Hoy, según el investigador Nicolas Senèze, la administración de Donald Trump desearía que surgiera un papa más conservador.
Esta es una de las últimas imágenes públicas del papa Francisco: en vísperas de su muerte, el pontífice lanza una sonrisa a J.D. Vance, vicepresidente de Estados Unidos, convertido al catolicismo en 2019.
Vance nació en el seno de una familia evangélica de Ohio, el número dos de la administración estadunidense y una voz católica en el panorama trumpista, aboga por un catolicismo que vuelva a Estados Unidos conservador.
Una ideología a años luz del papa Francisco. A lo largo de su pontificado, el papa jesuita se posicionó en contra de los egoísmos nacionales, abogando por acoger a los migrantes y ayudar a los más desfavorecidos. En determinadas cuestiones sociales, Francisco defendió una postura relativamente progresista, agitando a una Iglesia históricamente conservadora.
Ya en 2016, el papa se opuso a Donald Trump. "Una persona que quiere construir muros en lugar de puentes no es cristiana", condenó Francisco la política migratoria del nuevo presidente estadunidense.
El difunto papa se levantó contra la ola nacional-populista, mucho más allá de Estados Unidos. Su compatriota argentino, el presidente Javier Milei, calificó a Francisco de "imbécil" y lo describió como "la representación del mal en la Tierra".
El pontífice también se opuso a la postura antiambientalista del expresidente brasileño Jair Bolsonaro en la Amazonía. Hasta su última aparición pública, el papa se mostró conmovido por el sufrimiento de los palestinos, condenando la guerra del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la Franja de Gaza.
Sin embargo, Estados Unidos sí tiene influencia sobre el Vaticano: millones de dólares. Aunque la unión americana, predominantemente protestante, “solo” cuenta con 20.8% de los católicos, sus donantes representan casi el 40% de las sumas donadas al Vaticano, según lo comentó en entrevista a France 24 Christine Pedotti, directora de la revista "Témoignage chrétien".
La investigación de Nicolas Senèze, corresponsal permanente en el Vaticano del diario "La Croix" entre 2016 y 2020, y autor de "Comment l'Amérique veut changer de pape" ("Cómo Estados Unidos quiere cambiar de papa"), muestra cómo los grupos de presión estadunidenses intentan, desde la primera administración Trump, derrocar al papa y prepararse para la era post-Francisco.
France 24 entrevistó a Nicolas Senèze
¿Estados Unidos realmente es el mayor apoyo financiero del Vaticano? ¿Este peso financiero les confiere una influencia particular?
Nicolas Senèze: Las cifras que se citan a menudo sobre la financiación estadunidense se refieren a lo que se conoce como el denier de San Pedro. Se trata de una colecta mundial que financia la labor de la Santa Sede. Durante mucho tiempo, es cierto que casi la mitad procedía de Estados Unidos pero las fuentes se han diversificado.
En 2023, según el último informe publicado por la plataforma oficial de donaciones del Vaticano, Estados Unidos sólo representará el 28% de las donaciones, aunque sigue siendo el mayor contribuyente, con 13 millones y medio de euros.
Cabe señalar que el denario de San Pedro recaudó unos 48 millones de euros en 2023. Sin embargo, la mayor parte de los recursos de la Santa Sede proceden de los ingresos por inversiones, tanto financieras como inmobiliarias, y de los ingresos de los Museos Vaticanos.
Estados Unidos es, por tanto, el mayor donante del denario de San Pedro, pero no la mayor fuente de financiación en sentido estricto.
No obstante, esta carga financiera puede utilizarse como medio de presión. Podría darse una forma de chantaje humanitario y financiero. Por ejemplo, el recorte de las subvenciones de USAID ha tenido un gran impacto en la labor caritativa de la Iglesia católica en todo el mundo, especialmente en África. Así que podríamos presionar a los cardenales africanos diciéndoles: “Voten bien y restableceremos la ayuda”.
Me impresionó cuando los cardenales africanos me contaron cómo, incluso bajo el mandato de Barack Obama, se presionaba condicionando la ayuda humanitaria a determinadas cuestiones como el aborto. Este tipo de chantaje humanitario está siendo utilizado ahora por la administración Trump.
¿Cómo podrían influir las redes conservadoras estadunidenses en la elección del próximo papa?
Entre los 135 cardenales electores, la influencia de los cardenales conservadores estadunidenses como el cardenal Raymond Leo Burke es bastante limitada. Son una minoría, marginales dentro del cónclave, y no tienen influencia real para conseguir que se elija a alguien que esté en línea con ellos.
Pero hay otras formas de ejercer presión. En mi libro, cuento la historia de una operación llamada "Red had report", cuyo objetivo era comprometer a ciertos cardenales. No es imposible que, en vísperas del cónclave, se haga público un dossier concreto sobre un cardenal sin que éste pueda desmentirlo. Con las redes sociales, es bastante fácil. Los cardenales-electores dirían que “no hay humo sin fuego”, y el candidato quedaría fuera del juego.
Los trumpistas también tienen en sus manos el aparato de inteligencia estadunidense, que podría ser utilizado contra tal o cual candidato. Es una forma de presionar al cónclave para intentar que salga elegido alguien, no necesariamente de su bando, pero sí alguien lo suficientemente blando como para ser controlado.
El objetivo sería descartar a todos los candidatos que podrían ser lo suficientemente fuertes como para continuar las reformas de Francisco y elegir a un sucesor que tuviera la voluntad de continuar el trabajo reformista, pero que no tuviera la fuerza.
Ya hemos visto intentos de este tipo en 2018. El arzobispo Vigano, antiguo embajador del papa en Estados Unidos, publicó una carta en la que pedía a Francisco que dimitiera, acusándolo de ser cómplice del cardenal McCarrick en casos de abusos sexuales.
Francisco encarna una visión multicultural del catolicismo, lo contrario del cristianismo identitario que promueven los conservadores trumpistas. ¿Podrá sobrevivir su visión en un mundo cada vez más polarizado?
La elección de Francisco validó un desplazamiento demográfico de la Iglesia hacia los países del Sur. Para mí, esta es una de las principales explicaciones de la oposición a Francisco: a toda una franja del catolicismo europeo le cuesta aceptar que sea posible ser católico de otra forma que no sea la europea.
Durante siglos, fue Europa la que gobernó la Iglesia, y hoy a todo un sector de católicos, en Europa como en Estados Unidos, le cuesta aceptar que se pueda ser católico con acentos culturales latinoamericanos, africanos o asiáticos.
Francisco trabajó mucho en este catolicismo multicultural. Pero para los identitarios, el multiculturalismo es absolutamente inaceptable. JD Vance es un ejemplo de ello. Su visita al Vaticano justo antes de la muerte del papa fue como una “Canossa” (referencia al emperador Enrique IV, quien acudió a esta pequeña ciudad italiana en 1077 para pedir perdón al papa Gregorio VII).
El vicepresidente estadunidense había adoptado posiciones diametralmente opuestas a las de Francisco, en particular sobre el amor cristiano. Vance defendía la idea de que las personas deben amar primero a su familia, luego a su comunidad, después a su país y, por último, posiblemente a los extranjeros. Francisco replicó que la figura del amor cristiano es el buen samaritano, que trasciende estos círculos.
Francisco es el hombre de una Iglesia globalizada y multicultural en un mundo multipolar. Hoy en día, el mundo ya no es multipolar; en realidad estamos asistiendo a la formación de imperios. Pero Francisco siempre se negó a ser “el capellán de Occidente”.
El papa concebía su rol como el jefe de todos los católicos -rusos, ucranianos, etc.- y no exclusivamente de Occidente. - Y no puede ser el papa de un bando contra otro. Siempre ha rechazado la lógica del imperio o del choque de civilizaciones.
Hoy, creo que los cardenales son lo suficientemente diversos y son ellos mismos la expresión de culturas extremadamente diversas como para no caer en la trampa de elegir a un papa que sería el papa de una sola cultura.