Cine
El caso “Las Poquianchis”, serie de Luis Estrada basada en Ibargüengoitia (VIdeo)
El cineasta siempre quiso adaptar "Las muertas", en la cual el escritor alcanzó la cima de su oficio; pero no pensó que acabaría realzando una serie de seis capítulos que hacia el final suponía no poder concluir, debido al ambicioso proyecto, a estrenarse el 10 de septiembre en streaming.CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Al cineasta Luis Estrada le tomó más de 30 años concretar su sueño de adaptar Las muertas, de Jorge Ibargüengoitia, una de sus novelas favoritas. Primero soñaba con un largometraje. Ahora el resultado es una serie de seis capítulos dirigidos por él, por lo cual no fue necesaria una segunda unidad, y eso es inédito.
El proyecto lleva el mismo título del volumen del escritor guanajuatense publicado en 1977, Las muertas. Estrada (Ciudad de México, 1962) declara en entrevista:
“Me siento muy contento de la manera que se pudo trasladar la historia del lenguaje literario al lenguaje cinematográfico. La serie se trabajó con rigor y cuidado”.
La aventura ha sido ardua. Junto con su equipo Estrada elaboró una carpeta de producción con estructura de libro con ilustraciones que contenía la trama, los personajes, el diseño de producción, las locaciones y el vestuario. La presentó a Netflix para obtener el financiamiento. Desde la elaboración de la carpeta pasaron dos años para hacer realidad la serie, la cual se estrenará este 10 de septiembre en la famosa plataforma de streaming que abarca 190 naciones.

La serie ficciona el ascenso y la caída de las hermanas Arcángela y Serafina Baladro (apodadas Las Poquianchis), quienes construyeron un imperio de prostíbulos en el México de los años sesenta, quedando marcadas en la historia como las asesinas seriales más despiadadas y temidas del país. Todo sucede en la provincia mexicana, en los estados imaginarios de Plan de Abajo y Mezcala. Estas hermanas operan una red de trata de personas, generalmente mujeres jóvenes de familias humildes que han sido compradas o secuestradas para prostituirlas en sus burdeles.
A Estrada -conocido por las películas La ley de Herodes, Un mundo maravilloso, El infierno, La dictadura perfecta y ¡Que viva México!- se le pregunta cómo fue para él estar al frente no sólo como director, sino como showrunner (coescritor y productor), y conversa con muy buen ánimo:
“Recurrentemente he tenido temas, historias, y una fascinación no solamente por el cine, que es mi profesión, sino también por el estado de este país. Y la novela Las muertas se volvió una especie de obsesión de algún día poder llevarla a la pantalla. En un principio siempre pensé que haría una película a partir de ella, por supuesto, basada en un hecho de la vida real, que en su momento fue muy escandaloso y dramático, pero que de alguna manera tenía coincidencias sobre los tópicos que a mí me preocupan.
“Lo maravilloso de Las muertas es que a pesar de haber tomado como inspiración un hecho de la vida real en el que la genialidad de Ibargüengoitia lo transformó en una sátira con humor negro, es que sigue teniendo una vigencia y una relevancia que juegan casi como un espejo en el tiempo y en el espacio”.
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“Este país que retrató Ibargüengoitia sigue teniendo de alguna manera muchos de esos problemas de los que se habló en su momento, siguen igual de presentes en la vida del país. Uno puede escoger cualquiera de ellos, la corrupción, la impunidad, la trata de personas, el abuso de menores, la violencia en todas sus formas, pero lo más importante del acercamiento de Ibargüengoitia, que hace un relato sobre el mal, es sobre cómo una sociedad por diferentes circunstancias no permite que en esta historia nadie se redima, nadie se salve, sino que todos aquellos -aún a pesar de haber sido víctimas-, cuando tienen la oportunidad se pueden convertir también en verdugos. Entonces creo que es una reflexión ética y moral sobre un país que se parece mucho al que vivimos actualmente”.
La serie Las muertas abarcó seis meses de investigación hemerográfica sobre el caso de Las Poquianchis. Hay más de 150 actores y actrices y 5 mil extras. Se construyeron 220 sets. Y fueron 21 semanas de rodaje; su filmación más larga había sido de 11 semanas con ¡Qué viva México! En la semana 15 pensó que no lo iba a lograr. Dormía de tres a cuatro horas diarias.
El elenco principal lo integran, por orden de aparición, Paulina Gaitán (Serafina Baladro), Arcelia Ramírez (Arcángela Baladro), Joaquín Cosío (Capitán Bedoya), Alfonso Herrera (Simón Corona), Mauricio Isaac (La Calavera), Leticia Huijara (Eulalia Baladro), Enrique Arreola (El Escalera) y Fernando Bonilla (Ticho).
También participan Salvador Sánchez, Tenoch Huerta, Dagoberto Gama, Carlos Aragón, Elías Toscano, Ximena Romo, Adrián Vázquez, Yessica Borroto, José Sefami, Diego Jáuregui, Paloma Woolrich, Jorge Zárate, Sonia Couoh, Sofía Espisona, Eligio Meléndez, Juan Carlos Remolina, Enoc Leaño, Marco Zetina, Edwarda Gurrola, Katia Rigoni, Patricia Loranca y Cecilia de los Santos. Y la participación especial de Tony Dalton, Rodrigo Murray, Arturo García Tenorio (+), Raúl Méndez y Plutarco Haza.
La ironía del autor
-¿Fue difícil adaptar esa ironía que caracteriza a Ibargüengoitia?
-La novela en esencia tiene muchos elementos tanto en la construcción dramática como en la manera en la que están las descripciones de los personajes y los arcos dramáticos. La novela es muy cercana a lo que es un guion cinematográfico. Ibargüengoitia no abusa de figuras retóricas o poéticas, en particular posee casi este tono de investigación periodística. Ibargüengoitia se vale de varios recursos que para mí fueron fundamentales para pasar la adaptación, la polifonía, los testimonios, los encuentros, los careos, y todo ello creo que nos permitió ser muy fieles y respetuosos para que quien conozca la novela, la reconozca en la serie, pero quien también vea la serie y después vaya al libro, lo reconozca.

“El gran reto era encontrar el tono para justamente poder trasladar estos hechos tan graves, dramáticos y escandalosos con cierto morbo por todo lo que despertó el tratamiento mediático que se le dio al caso de Las Poquianchis, las hermanas González Valenzuela, pero a un tono de sátira, un tono que a pesar de que esté tratando estos temas de tanta gravedad también te pueda despertar esta especie de sonrisa cómplice, que a veces te lleva a preguntarte ¿de qué me río? y ¿cómo me puedo reír de esto?, pero creo que esa es la maravilla del genio de Ibargüengoitia”.
-Fueron 21 semanas de rodaje. ¿Qué experiencia le deja filmar una serie a diferencia de sus largometrajes, y cómo cambió su forma de trabajar o no?
-Voy a ser muy sincero: No cambió nada. Quizá la mayor transformación tiene que ver con la ambición. Las muertas es una superproducción, el que todo haya sido de época. Hubo que transformar muchos espacios. Trabajamos en cuatro estados, Guanajuato, San Luis Potosí, Veracruz y en los Estudios Churubusco construimos todos los burdeles.
“Creo que la manera de abordarlo fue literalmente como hacer no una, sino seis películas, pero con el mismo rigor. Tuve la suerte de contar una vez más, como ha sido a lo largo de mi carrera, con un extraordinario reparto donde creo que están varios de los mejores actores y actrices de este país, y un equipo del que siempre me gusta hablar porque creo que son parte esencial de mi manera de construir ese mundo”.
Sin embargo, acepta que el proyecto “implicó muchísimo más trabajo y fue mucho más agotador, porque además fue un proyecto que preparamos con mucho cuidado”. Especifica:
“Hicimos una gran investigación histórica, fuimos muy cuidadosos y detallados, tanto en las ambientaciones como la reconstrucción de los espacios. Hicimos una gran búsqueda hemerográfica, porque igual hay algunos episodios de los hechos de la vida real que Ibargüengoitia tomó, y hay algunas referencias de fotografías. Entonces creo que el gran reto, más que lo que implicó la producción que fue enorme y ambiciosa, fue justamente encontrar ese tono para llevar esta novela a la pantalla para todos los espectadores”.
-¿Siempre pensó en Paulina Gaitan y Arcelia Ramírez para representar a las hermanas Baladro?
-A lo largo de que la historia rondó por mi cabeza, fueron pasando diferentes actores, pero cuando ya se materializó la posibilidad de hacer la película, pensé en ellas, y afortunadamente las dos hacen un trabajo extraordinario. Además, hay muchos actores con los que yo he trabajado varias veces a lo largo de mi carrera, como Joaquín Cosío, Alfonso Herrera, Mauricio Isaac y Enrique Arriola. El proyecto, al final de cuentas, fue tan atractivo para todos que pude, así como en el caso de Arcelia y Paulina, que eran mi primera opción, casi tener a todos los actores a los que se les ofreció, porque creo que el libro despertaba mucha curiosidad y la posibilidad de qué iba a ocurrir con esa novela en mis manos con mi punto de vista y un poco mis ideas y mis obsesiones, y cómo se iba a trasladar eso a la pantalla.
-¿Cómo trabajaron el lenguaje? Eran los años sesenta, pero también ahora es distinta la expresión, incluso corporal. ¿Cómo fueron trabajando todo eso?

-Creo que tiene que ver un poco con el cuidado, el rigor y el respeto con el que abordamos el texto original. Para mí era esencial efectivamente tratar de buscar un tono que fuera complementario en la forma y el fondo, y que los actores, que como bien sabemos siempre vienen de diferentes escuelas, con diferentes experiencias, aquí tuvimos la posibilidad de efectuar una preparación, un análisis de los textos… por supuesto todo el mundo leyó la novela, pero también como que fuimos desmenuzando cada una de las partes del guion para tratar de encontrar lo que es la esencia de lo que propone Ibargüengoitia, trasladado a otro lenguaje.
Concluye:
“Aquí están representadas una vez más todas las fuerzas vivas, el Ejército, la Iglesia, la policía y el Poder Judicial en el marco de esta historia sobre el mal, sobre dos madrotas que lograron hacer un imperio, y que una serie de errores, peripecias y malas decisiones las llevaron a terminar sus días en la cárcel”.