Cine/Aún no
Cine aún no: La trama fenicia
Entre fallida o no su mejor película, los admiradores del director de Los Royal Tenenbaums la califican para defenderlo, o para atenuar la disonancia; pero no, no se trata de un tropiezo, es el producto acabado de años de práctica y ensayos encerrado en su laboratorio.CIUDAD DE MÉXICO (apro).-Con La trama fenicia (The Phoenician Scheme; Estados Unidos, 2025) se establece la figura de Wes Anderson como la de un director no sólo excéntrico y divertido, sino como la de un autor denso, atrapado en la lógica de su propio universo; como bien apunta una crítica del Kino Zeit, Wes Anderson es un género en sí mismo.
Entre fallida o no su mejor película, los admiradores del director de Los Royal Tenenbaums la califican para defenderlo, o para atenuar la disonancia; pero no, no se trata de un tropiezo, es el producto acabado de años de práctica y ensayos encerrado en su laboratorio.
Dentro de una trama episódica en la que aparecen espías, príncipes, revolucionarios y hombres de negocios, el magnate e inversionista Korda (Benicio Del Toro) viaja a un país ficticio, Fenicia, situado entre alguna parte del Magreb y Europa del Este; en medio de una decena de hijos, su favorita es Liesl (Mia Thriapleton), novicia a punto de tomar los hábitos. La historia comienza con un accidente aéreo, el avión que pilotea Korda cae en los Balkanes, se trata de una serie de atentados organizados en su contra.
Capitalismo, post-colonialismo, herencias, intrigas internacionales, el equipaje es de peso, el manejo, ligero en apariencia; inspirada en la figura de Fouad Malouf, difunto suegro del director, el poderoso potentado pretende dominar los negocios en Europa y Medio Oriente, y la relación que lleva con su hija aspirante a monja, que sin embargo fuma y maneja un puñal, es el talón de Aquiles de este desbordado personaje que camina después de un accidente aéreo, apenas sacudiéndose el polvo del traje. Lejos de un discurso anticapitalista, a Anderson le fascina la imagen del individuo capaz de controlar, una a una, las piezas de su juego, de no amedrentarse ante las vicisitudes. Ideal de este director que ha logrado el control total de cada cuadro, de cada gesto de sus personajes.
Por tres décadas, Korda, quien ha construido túneles, canales de agua, junto con una presa hidroeléctrica para desarrollar Fenicia, ahora enfrenta una crisis financiera y debe recurrir a inversionistas millonarios, altos ejecutivos, espías internacionales. Escrito junto con Roman Coppola, su colaborador constante, el guion ofrece un espacio, una especie de caja de zapatos, con el número apropiado para cada personaje, siempre algún actor invitado al juego del director, con un papel a la medida.
Club de amigos como Bendict Cumberlach, Scarlet Johansson, el enorme Bill Murray, visto como Dios; o círculo familiar de juniors del cine, como Roman Coppola, y ahora Mia Thriapleton, hija del director fotógrafo, Thriapleton, y de Kate Winslet; el círculo se amplía o reafirma, Michael Cera, Riz Ahmed, como príncipe árabe, Tom Hanks, Bryan Cranston, Matthieu Amalric, y varios más. Sólo que, a diferencia de las grandes superproducciones de Hollywood que utilizan la etiqueta del reparto multiestelar, Wes Anderson los invita porque le gustan, porque disfrutan que participen en su juego, y el espectador los descubre disfrutando, ninguno incómodo, gozando la oportunidad de jugar.
La trama fenicia pone en evidencia el estilo del stop motion que exige de sus actores; no es que las estupendas animaciones de Wes Anderson, Fantastic Mr Fox y La isla de los perros, representen giros en su filmografía, son una relación de continuidad. Gestos, movimientos de ojos, manera de caminar o de sentarse corresponde al control del stop motion; la comicidad del cine de Anderson resulta de esa mecánica plasmada en lo vivo, parafraseando a un gran filósofo. Pero alguien observa esos cuadros perfectos, combinaciones de color inconfundibles y diseños que integran objetos y personajes, ése es Dios (¿el director?).
Wes Anderson, graduado en arte y filosofía, admirador del filósofo lingüista, C. K. Ogden (El significado del significado) supo asociar el nombre de Fenicia con el del ave mítica del Fénix.