Teatro/De este lado
“Las crónicas de Diablo”, el nazismo en México
En Las crónicas del Diablo el humor nos hace divertirnos mientras nos enteramos de los intereses de los nazis en la extracción de mercurio, y otros productos que les interesaba para la producción bélica.Los colaboradores de la sección cultural de Proceso, cuya edición se volvió mensual, publican en estas páginas, semana a semana, sus columnas de crítica (Arte, Música, Teatro, Cine, Libros).
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La Segunda Guerra Mundial ha sido poco explorada en el arte mexicano respecto a la influencia del nazismo y los intereses que establecieron y los agentes secretos que se inmiscuyeron en cuestiones políticas y económicas. Es un episodio del que poco se sabe y no se quiere recordar. Gracias al periodismo, a la memoria histórica y, ahora, al teatro, conocemos más cómo se mueve la política, los políticos y los intereses económicos de esa época en México que nos remiten a estos tiempos de guerra que estamos viviendo y que conviene reflexionar.
En la obra Las crónicas del Diablo, escrita y dirigida por Hugo Serrano, de reciente estreno en el Teatro Xola, se aborda esta problemática a través de la comedia y un poco de baile. El hilo conductor es un periodista al que le apodan El Diablo, interpretado por Elías Toscano, y el cual nos va conduciendo por los encargos que le hacen cubrir en el periódico donde trabaja, y las realidades que va encontrando.
Su modo de hablar es como el de un cronista deportivo o el de un doblaje que exalta o se burla, ríe y comenta los acontecimientos en los que se ve involucrado. Le habla directamente al espectador y entra y sale de la ficción según se requiera.
Otro personaje que juega dramáticamente en la obra es la actriz Hilda Kruger, espía nazi que se involucra en el medio cinematográfico nacional. Interpretada por Pamela Cervantes, convive también con personajes reconocibles como El Indio Fernández que dirige una película con megáfono en mano o un nazi comerciante. Vemos escenas de filmación de películas, ensayos y regaños que nos abren todo un panorama del cine y la época que nos llama la atención.
El peso de la obra radica en los actores que participan en cada número o cuadro dialogado, y se complementan con un grupo de bailarines que acompañan la historia e intervienen poco. Se desaprovecha este equipo, pero ambientan y colorean la consecución de la obra. Las actuaciones son dispares, a veces muy exaltadas u otras opacas, lo que influyó el día del estreno pues tuvieron problemas con la ecualización del sonido y el volumen de los micrófonos.
En Las crónicas del Diablo el humor nos hace divertirnos mientras nos enteramos de los intereses de los nazis en la extracción de mercurio, y otros productos que les interesaba para la producción bélica. Es interesante descubrir, por ejemplo, que José Vasconcelos, en su última etapa, estuvo cercano a los nazis. Vasconcelos, admirado por la revolución educativa que hizo crecer a nuestro país creando las campañas de alfabetización en las más remotas regiones, donde incorporó, sobre todo, a muchas mujeres antes participantes activas en la Revolución Mexicana, se convirtió en un nazi activo vinculado con agentes secretos y nazis que comerciaban con el mercurio. También lo vemos como fanático del beisbol, pues el autor y director Hugo Serrano lo muestra en varios partidos.
Los elementos escénicos de la obra son mínimos: unas sillas para ubicarnos en el palco de un estadio, un escritorio en la oficina del director del periódico, un mueble cantinero y un radio para una barra de cantina o un sillón con lámpara de piso para una casa o un lugar de descanso.
La historia de los nazis en nuestro país también fue abordada en teatro por Martín López Brie en su obra El Sapo y las minas del mercurio. Con otro enfoque y tratamiento, López Brie construye, desde el teatro documental, un thriller a partir de un personaje que guía la obra: un gatillero del gobierno al que mandaban matar sinarquistas.
En Las crónicas del Diablo, el guía es un periodista chocarrero, y a través de la risa y el baile se aborda este trago amargo en la historia; una guerra que perdieron los nazis y que Estados Unidos aprovechó sin sacrificar a sus habitantes, como ahora, para encumbrarse y colocarse en un lugar que hoy por hoy lamentamos.
Las crónicas del Diablo es una comedia que nos divierte y enseña; una buena manera de acercarnos a la historia de México y también al teatro.