Cine mexicano
“Días borrosos”, de Marie Benito, una historia sobre la soledad y el sentido de la vida
"Intentaba retratar soledades modernas que suceden en grandes ciudades, donde estamos rodeados de millones de personas", explicó la directora.CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La ópera prima de la francesa radicada en México, Marie Benito, titulada “Días borrosos”, confronta la soledad, la vida, la muerte y la esperanza.
Es una ficción protagonizada por Sophie Alexander-Katz, quien hace el papel de Emilia, y el actor natural Enrique Barruel, quien recrea a Felipe. También actúan Luis Eduardo Yee y Héctor Berzunza.
La película de 92 minutos y 43 segundos se encuentra en la cartelera mexicana con una buena recepción.
Benito, quien radica en el país desde el 2002, cuenta en entrevista que en un principio era crear una historia sobre la soledad y las relaciones humanas:
“Intentaba retratar soledades modernas que suceden en grandes ciudades, donde estamos rodeados de millones de personas. Enseguida tuve muy claro al personaje de Felipe, una persona de edad avanzada exiliado, quien al final reflexiona sobre su propia muerte y su vida, lo que ha sido”. Al culminar con el proyecto y a punto de filmar la película llegó la pandemia que detuvo al mundo.
“La pandemia vino a acentuar muchas soledades, pero también a crear lazos entre extraños, entonces decidí volcar mi historia en el contexto de la pandemia, y si bien con eso la condenó a una temporalidad determinada creo que ese contexto enfatiza la soledad de mis personajes y sus conflictos internos, así como la relación que nace entre ambos”.
La trama sigue a Emilia, una bióloga soltera e independiente, cuyo objetivo principal es quedar embarazada. Al mudarse, de repente conoce a su vecino Felipe. Sus caminos convergen fortuitamente en una singular amistad donde la vida y la muerte se cuestionan. Atraviesan el caos común y global, buscan cómo hacer realidad sus más profundas creencias y deseos.
–¿Qué personaje nació primero, Emilia o Felipe?
–El de Felipe. A él lo tenía muy claro y a Emilia la fui descubriendo, fue naciendo poco a poco, luego llegó la temática de su deseo de maternidad. Y me pareció interesante que justo a estas dos personas los separa cuarenta años y los dos poseen una problemática en común: Él se halla en el límite de su vida y ella está llegando al límite de su vida fértil. Los dos tienen esa lucha contra el tiempo.
–Llama la atención que en la película no hay esta situación de la competencia, ni se victimizan, y evalúan ellos mismos quiénes son. ¿Todo eso lo tuvo siempre en mente para plasmarlo en la historia?
–Todo se fue dibujando con Emilia, obviamente es una reflexión sobre el sentido de la vida, sobre el sentido de la muerte. Son temáticas que cualquier ser humano nos planteamos en algún momento. Y además la maternidad y la paternidad, todos en algún momento nos lo planteamos. Al menos nos detenemos a reflexionar si queremos tener hijos o no. Es algo que en algún momento se reflexiona y se toma un camino. Entonces me parece que son problemáticas propias de todos nosotros y van bien con este tema de la soledad. Y retratar a ella como una mujer independiente que va hasta el final de su deseo de ser madre, mas no piensa conseguir una pareja para luego poder tener hijos. No se plantea esa vida convencional de emparejarse y luego formar una familia.
–El concepto de familia ha cambiado y se ve aquí, ¿verdad?
– Si. A estos dos seres parece que nada los ata. Pero se cruzan y nace esta historia de amor, de amistad, entre los dos. Es un llamado a abrirse al otro más allá del círculo convencional que puede ser la familia, los amigos, los compañeros de trabajo. Es abrirse al otro, a lo desconocido, porque de repente justo esa puerta puede darte entrada a un universo muy rico y de repente conoces a una persona que realmente te puede cambiar. Es plantear que al final cada quien decide cómo construir sus vidas. Y que hay otros modelos para relacionarse, para construir una familia, para pensar una vida en familia que ya no es ese modelo heteronormativo que establece una relación entre hombre y mujer. Ver que existen otras formas de pensar la vida y de cómo relacionarse con los otros.
Benito habla del elenco:
“Invité a Sophie Alexander mucho tiempo atrás. Tuve claro que fuera ella Emilia mucho antes del rodaje y para Felipe fue más complejo, por la misma edad del personaje, porque ya no hay tantos actores de esa edad. Fue un camino más largo encontrar a quién interpretará a Felipe y de repente se me fueron agotando las opciones, y un día en la calle me encontré con Enrique y físicamente me recordó a mi personaje, lo abordé y le pregunté si le gustaría actuar en una película e intercambiamos teléfonos y luego le mandé el guión, y nos conocimos, y después de mucho diálogo, muchas pláticas, le fue dando la vida a Felipe.
“Pero justo ese contraste estuvo muy bien, de tener una actriz profesional con un actor natural, quien nunca había pisado un set, no tenía ninguna experiencia en actuación. Combinar estos dos procesos estuvo sensacional, lo hicieron muy bien. Sophie ayudó mucho a que Enrique se sintiera en confianza, lo ayudó mucho para que él pudiera construir este personaje llamado Felipe, que además es muy distinto a lo que es Enrique en la vida real”.
“Días borrosos” posee su público, asegura:
“La película contiene muchos tópicos y pueden conectar con mucha gente”.
–¿El cine puede hacer conciencia de lo que somos?
–El cine es una herramienta para expresar narrativas e invitar al espectador a la reflexión, para provocar emociones también en el espectador y a mí justo ese tipo de cine es el que me gusta, el cine que se mete de lleno en ti provoca emociones y te deja pensando”.
E invitó a la guionista y cineasta argentina Paula Markovitch hacia el final de la escritura:
“Yo llevaba varios años trabajando en el guión sola y hacia el final la invité para crear una versión juntas y aportó algo muy bueno, porque me dijo: ‘Bueno sus dos personajes piden a gritos juntarse’, que vaya más allá de una historia de amistad. Cuando llegó Paula a trabajar conmigo ya los personajes existían, ya estaban diseñados, fue más bien apretar tuercas para que la historia agarrara más fuerza”.
Mariana Monroy, de Tropical Films produce el filme y la distribuye Alfhaville Cinema.