Teatro/En este lado
“Los Hardings” y las implicaciones de un accidente
La joven autora quebequense Alexia Bürger nos sumerge en un mar de preguntas y cuestionamientos sobre la responsabilidad social e individual frente a un accidente.Los colaboradores de la sección cultural de Proceso, cuya edición se volvió mensual, publican en estas páginas, semana a semana, sus columnas de crítica (Arte, Música, Teatro, Cine, Libros).
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Un accidente marca la vida de las personas. ¿Quién es el responsable?, ¿cuáles fueron los factores que incidieron en el suceso?, ¿hay culpables?, ¿hay variantes? Diferentes puntos de vista que ponen en cuestión una catástrofe basándose en el descarrilamiento de un tren que hace arder a una ciudad.
La joven autora quebequense Alexia Bürger nos sumerge en un mar de preguntas y cuestionamientos sobre la responsabilidad social e individual frente a un accidente. Dirigida con excelencia por Sandra Félix, al igual que las actuaciones de Misha Arias de la Cantolla, Antón Araiza y Gilberto Dávalos nos trasladan a un espacio de hipótesis, suposiciones, conceptos éticos y análisis prácticos de un hecho, como fue el accidente ocurrido el 6 de julio del 2013 en una ciudad de Canadá.
El caso particular se vincula a otro accidente ocurrido a la hija de uno de los tres personajes que accionan en la obra. Simbólicamente los tres se llaman Thomas Harding, y cada uno tiene profesiones diferentes, por lo cual su perspectiva difiere y se complementa entre unos y otros: un maquinista de trenes, un profesor y un agente de seguros.
La estructura dramatúrgica salta en el tiempo, y la mayor parte de los acontecimientos son narrados. Si bien en un principio resulta cansada esta narración literaria acerca de los personajes y sus circunstancias, la narración se va agudizando conforme entendemos la gravedad de los asuntos que están por abordar.
Un tren se ha descarrilado ocasionando un magno accidente y una hija ha sido atropellada cuando iba conduciendo su motoneta. Son dramas, tragedias individuales que implican a una colectividad y a un contraste en cuanto a responsabilidades. La simultaneidad del accidente y la clarificación progresiva a través de la narración, dirigiéndose al público o increpando a uno de los personajes por su actuar, nos llevan a variedad de cavilaciones respecto a la culpabilidad de los implicados: ¿Y si hubiera afianzado más los frenos para que el tren no bajara la cuesta sin control? ¿Y si hubiera revisado la motoneta antes de que mi hija se montara en ella?
De lo individual se salta a lo social discurriendo sobre las malas condiciones de las vías, el cómo la empresa infringió la cantidad y el volumen de la carga, de las condiciones de trabajo, de las reglas y el azar. Una imbricación interesante de factores que pueden incidir en un accidente, donde el agente de seguros (Antón Araiza) lanza la teoría del queso Gruyere en la cual, afirma, se alinean los agujeros del queso y se provoca el accidente como un cúmulo de elementos sin existir la casualidad.
El maquinista (Gilberto Dávalos) vive el asedio judicial y el apoyo social frente al hecho; sale libre, pero se siente culpable, en el sentido de que pudo haber evitado el accidente si…; el profesor (Misha Arias de la Cantolla) también se lo recrimina, y vamos entendiendo y compartiendo el dolor por la pérdida de su hija. Cada actor, desde la perspectiva de su personaje, nos abre un mundo de emociones y razonamientos que logran traspasar al público. Sandra Félix, con maestría, lleva a los actores a que, en un espacio vacío con dos rieles divergentes, se muevan armónicos en el escenario, creando composiciones y acciones simultáneas o alternadas que dan dinamismo y atractivo visual, en este espacio iluminado por Roberto Paredes y diseñado por Antonio Saucedo y vestuario de Indira Aragón.
Alexia Bürger, actriz, dramaturga y directora, mezcla la ficción con la realidad. Se inspira en material documental de historias reales, como este acontecimiento que incendió la ciudad de Mégantic, para poner en la mesa de la discusión de temas sociales y de principios. Esta obra, Los Hardings, fue traducida acertadamente por Humberto Pérez Mortera y publicada hace un par de años por Editorial de la Casa y Nómada producciones, junto con la obra Juan doce de Olivier Choiniere. Ahora se presenta en el Teatro El Granero del Centro Cultural del Bosque hasta este 15 de diciembre.