Ajedrez
Ajedrez: ¿Cómo es que se llega a ser maestro?
La verdad es que el mundo está lleno de opiniones, pero claramente en ajedrez algunas ideas tienen un valor didáctico más importante que otras y es aquí donde reside -probablemente- la mejora sustancial en el nivel de juego de las personas.CIUDAD DE MÉXICO (apro).-Uno de los temas más importantes para los ajedrecistas es la preparación que se necesita para ser un fuerte jugador de ajedrez, un maestro de este difícil arte. Y para ello tenemos la opinión de muchos jugadores de alto nivel que indeican lo que hay que hacer. Algunos apelan a no estudiar aperturas, sino sólo finales, pues en ellos -dicen- se encuentran las propiedades de las piezas en su máximo esplendor. Quien conoce los secretos de los finales tiene ya un buen porcentaje de éxito en sus partidas. Otros maestros indican que hay que trabajar en la lógica del tablero, en las maniobras típicas, aquellas que se dan en ciertas posiciones específicas, pues el ajedrez está lleno de estos patrones. Y no falta quien indica que más allá del estudio que se haga, hay que jugar mucho, pues el ajedrez debe practicarse para llegar a obtener un nivel de fuerza inmportante. La verdad es que el mundo está lleno de opiniones, pero claramente en ajedrez algunas ideas tienen un valor didáctico más importante que otras y es aquí donde reside -probablemente- la mejora sustancial en el nivel de juego de las personas.
El Gran Maestro Jonathan Rowson, en su libro "Ajedrez para Cebras", sugiere que el ajedrez es un oficio, al cual le hemos aplicado la lógica de la academia para aprenderlo. Y es por ello que leemos libros de ajedrez, hacemos ejercicios de táctica y estrategia, y finalmente, intentamos tener un nivel "académico" que nos permita competir. Pero en realidad, si lo pensamos un poco, los oficios se aprenden practicándolos. No conozco nadie que aprenda carpintería leyendo libros o bien, aprenda a nadar leyendo sobre el tema en la comodidad de su cama. No funcionan así las cosas. El interesado debe practicar y hacerlo de forma contínua. Por ejemplo, en el caso de la carpintería, habrá que manejar la madera, lastimarse los dedos con astillas o bien por algún martillazo mal dado. Y de la misma forma, al aprender a nadar tenemos que meternos a la alberca, mojarnos, entrar en el choque térmico del agua fría y el cuerpo humano más caliente, tragar agua, medio ahogarse cuando estamos intentando movernos en el agua, etcétera.
La cuestión es si alguien que juega muy bien, un gran maestro, se dedica al ajedrez como si fuese un oficio. La respuesta es sí y hablamos de Hikaru Nakamura, uno de los 5 mejores jugadores del planeta, el cual -incluso desde primeras horas de la mañana- hace streaming y juega a través de los portales en línea, un número indeterminado de partidas, en donde los que retan al gran maestro pagan cinco dólares por medirse contra el fuerte maestro estadounidense.
De hecho, Nakamura se dedicó exclusivamente a esto por dos años y de pronto logró clasificar para el torneo de candidatos. Y si no lo ganó fue por la renuncia de Carlsen y el no poder concretar un triunfo importante en las últimas rondas. Sin embargo, Nakamura no se preparó como lo habrían hecho la mayoría de los jugadores, ni utilizó largas horas del día para prepararse contra sus eventuales contrincantes. Nada de eso hizo. Sólo jugaba incansablemente y así logró un nivel que lo catapultó en los primeros ratings del escalafón mundial.
Es sin embargo probable que, de alguna manera, haya que combinar este tipo de actividades de estudio del ajedrez, casi en un purismo académico, con las partidas que pueden jugarse en línea. Esto permitiría un trabajo ajedrecístico que bien podría ser mucho más beneficioso para quienes estudian y juegan. Vamos, es una combinación que bien podría funcionar aunque para ello se requiere de trabajo constante y de una metodología que nos permita desarollarnos ordenadamente en el juego ciencia.
La respuesta a la pregunta que da título a este artículo implica que nadie puede llegar a la maestría ajedrecística si no combina el estudio con la práctica. Es equivalente a pensarse en un carpintero que en la teoría sabe hacer cualquier cosa con la madera, pero que no ha usado un serrucho o martillo en su vida. Esto es, hay que combinar teoría y práctica y esa es la solución simple al problema, pero verdadera.