Los megaproyectos que impulsó Andrés Manuel López Obrador y que heredó la presidenta Claudia Sheinbaum tienen una cosa en común: generan pérdidas multimillonarias. Y su operación sólo es posible gracias a subsidios que les inyecta el gobierno federal.

Teniendo como prioridad revisiones menores, David Colmenares, titular de la Auditoría Superior de la Federación, ha operado como un auditor benévolo con el poder, limitando fiscalizaciones clave sobre los millonarios megaproyectos de la 4T como la refinería Dos Bocas.

La tortura ha existido siempre. En Grecia y Roma se imponía a los esclavos, a los bárbaros, a las no-personas que la filosofía antigua equiparaba con las bestias. “La antropología latente –dice Iván Illich– exigía que se les tratara como animales.

El titular de la Auditoría Superior, David Colmenares, acordó con Rocío Nahle una “fiscalización preventiva” de la refinería Dos Bocas, revisando sólo 0.014% de su costo triplicado y opaco. El trato refleja la benevolencia del auditor con la 4T. Ahora, éste busca permanecer 8 años más en el cargo.

En enero de 2024 Proceso publicó las revelaciones que un colaborador del Buró de Aduanas e Inmigración hizo a esta casa editorial sobre cómo, con su ayuda, agentes estadunidenses montaron una red de lavado de dinero en la Terminal 1 del AICM.

Lo que presenciamos no es una simple disputa administrativa o un ajuste presupuestario, sino una batalla por el control de los espacios donde aún es posible resistir la uniformidad ideológica.