Jorge Bravo
Trump: destino manifiesto digital
El “destino manifiesto digital” no busca un choque de civilizaciones, porque la tecnología ya ha nivelado esas diferencias. En su lugar, establece un nuevo paradigma: la tecnología como el lenguaje universal de la hegemonía.El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos marca un nuevo punto de inflexión en la política internacional, donde lo digital y tecnológico no son la excepción.
Su retorno a la Casa Blanca no es una continuación de su primera administración; es la emergencia de una nueva doctrina imperialista digital que redefine el concepto tradicional del destino manifiesto estadunidense.
Este segundo mandato tampoco es una continuación de su política nacionalista y proteccionista de su primer periodo, es la consolidación de una visión imperialista que persigue un “destino manifiesto digital”.
Trump se muestra como el líder de una misión intervencionista, donde la tecnología es la base expansionista, económica y práctica de una nueva era de dominación global.
En su primer mandato Trump representó al presidente nacionalista que miraba hacia adentro, buscando proteger Estados Unidos de las amenazas externas. Fue el mandatario que prohibió empresas chinas de las redes de telecomunicaciones, impulsó la carrera 5G, desmanteló la neutralidad de la red y criticó las plataformas de internet como Twitter por sesgo político, a Facebook e incluso Apple por fabricar sus “máquinas” (iPhone) fuera de la Unión Americana.
El Trump de este segundo mandato es un líder que, bajo la bandera del “destino manifiesto digital”, dirige su atención hacia el exterior porque ahora sí busca expandir la hegemonía tecnológica estadunidense. Este nuevo Trump imperialista ambiciona la expansión territorial tradicional –con sus declaraciones sobre Groenlandia, el Canal de Panamá y el renombramiento del Golfo de México–, pero también establecer una hegemonía digital.
La revocación de la Orden Ejecutiva sobre Inteligencia Artificial de Biden y la nueva sobre libertad de expresión señala una ruptura con las políticas regulatorias previas, al tiempo que favorece un enfoque más agresivo y menos restrictivo del desarrollo tecnológico estadunidense.
Este cambio no es un simple giro estratégico, es un aprendizaje y un replanteamiento imperialista: la tecnología es un sector estratégico para reconfigurar el orden mundial en favor de Estados Unidos.
El concepto de “destino manifiesto” ha sido tradicionalmente asociado con la expansión territorial de Estados Unidos en el siglo 19. En esta nueva era digital Trump reinterpreta esta doctrina como una justificación para expandir la influencia estadunidense a través de la tecnología.
La idea que subyace es que Estados Unidos no sólo debe liderar en términos económicos y militares (Trump presume que no inició ningún conflicto bélico), también en el ámbito digital mediante el control de infraestructuras críticas, la imposición de estándares tecnológicos y la exportación de valores democráticos como “libertad de expresión” a través de plataformas digitales y redes sociales.
Con un enfoque renovado hacia la inteligencia artificial y las criptomonedas, pero menos impulso hacia la electromovilidad, Trump está dispuesto a eliminar regulaciones que limiten el crecimiento tecnológico. La integración de un gabinete con funcionarios provenientes del sector tecnológico y la creación del Departamento de Eficiencia Gubernamental, liderado por Elon Musk, son evidencias de cómo integrar el sector privado en la administración pública para optimizar procesos y fomentar la innovación, a partir de quienes la desarrollan desde las corporaciones.
Las acciones iniciales de Trump reflejan esta posición renovada y distinta de su primer mandato. Declarar el crimen organizado en México como terrorismo. Imponer aranceles de 25% a productos mexicanos para ejercer presión económica. Proteger plataformas como TikTok bajo la bandera de la libertad de expresión, rompiendo con su posición inicial contra empresas chinas.
Rodearse de las Big Tech (Meta, Google, Amazon, Apple y SpaceX) como brazos de la hegemonía tecnológica y digital, como otrora lo fueron los grandes conglomerados de medios de comunicación.
Apostar por la conquista de Marte como una extensión del “destino manifiesto digital”, para hacer de EU la potencia interplanetaria. La conquista de Marte en esta doctrina expansionista no es casual: el espacio exterior se convierte en la nueva frontera del destino manifiesto, de la mano de las empresas que más lo ambicionan: Blue Origin de Jeff Bezos y SpaceX de Elon Musk.
El “destino manifiesto digital” de Trump busca posicionar a Estados Unidos como el centro del mundo tecnológico. Quiere que las empresas estadunidenses lideren la innovación pero sin compartirla con los adversarios. La tecnología era un instrumento del poder blando de la Unión Americana, ahora empieza a endurecerse.
Plataformas como Google, Meta, Amazon y Apple son los nuevos pilares de una estrategia global que combina economía, diplomacia y tecnología.
En este modelo, Trump propone proteger los intereses de estas empresas, pero instrumentalizándolas como herramientas para exportar valores democráticos, consolidar mercados y establecer estándares globales.
Más allá de lo económico, el liderazgo digital estadunidense es presentado como una misión civilizadora, en la cual Estados Unidos lidera y dicta las reglas del juego.
El segundo mandato de Trump es un momento definitorio para el orden mundial. El “destino manifiesto digital” no busca un choque de civilizaciones, porque la tecnología ya ha nivelado esas diferencias. En su lugar, establece un nuevo paradigma: la tecnología como el lenguaje universal de la hegemonía.
Hoy el mundo se divide entre quienes lideran la innovación y quienes se adaptan a ella. Estados Unidos busca consolidarse como el epicentro de este nuevo orden, mientras Europa, China y América Latina deben encontrar su lugar en un tablero global dominado por unos y ceros. El futuro no será definido por las civilizaciones, sino por quienes controlen los datos y la infraestructura tecnológica que los produce y transporta.
X: @beltmondi