Presidencia
Sheinbaum afianza su influencia ante la crisis de operadores lopezobradoristas en el Congreso
Debilitados por sus escándalos y excesos, los jefes de bancada de Morena, Adán Augusto López Hérnandez (Senado) y Ricardo Monreal (Diputados), van cediendo espacios de control al Ejecutivo federal, advierten legisladores consultados.CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– A un año del arranque de su sexenio, el liderazgo de la primera presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, avanza ante la debilidad de dos figuras políticas que lucieron fortalecidas durante el sexenio pasado, de Andrés Manuel López Obrador.
Se trata de los coordinadores de bancada de Morena en el Senado y en la Cámara de Diputados, Adán Augusto López Hernández y Ricardo Monreal Ávila, respectivamente.
El primero, exgobernador de Tabasco y después secretario de Gobernación con López Obrador, se encuentra bajo la espada de Damocles de la opinión pública por los recientes escándalos que ha protagonizado: cuando el senador morenista estuvo al frente del estado tuvo como secretario de Seguridad Pública a Hernán Bermúdez Requena, recién expulsado de Paraguay y actualmente detenido en México acusado de ser el líder del grupo criminal La Barredora.
López Hernández también enfrenta otro escándalo: el tratar de explicar el origen de sus recursos que, según él, una gran parte tiene que ver con herencias de familia.
Por si fuera poco, el jefe de los senadores morenistas está ante una rebelión interna, pues un grupo de legisladores ha denunciado que los recursos públicos de la bancada se manejan con opacidad concentrando las decisiones en una sola figura, la de él mismo.

Monreal Ávila también enfrenta dificultades, como cuando fueron dados a conocer sus viajes al extranjero en medio de los llamados de austeridad hechos por la presidenta Sheinbaum, así como una pugna entre hermanos por la sucesión del poder en Zacatecas, de donde son originarios.
Ambos jefes de bancada, el tabasqueño y el zacatecano, son señalados por sus correligionarios de imponer el voto en grupo en temas sensibles, quien disiente es señalado públicamente.
En ese contexto, el comienzo del mandato de Sheinbaum encontró resistencias a sus iniciativas. Si bien las renuencias son propias de una sana división de poderes, era algo impensable con López Obrador.
Así, en octubre de 2024 los morenistas en el Senado buscaron incluir una reserva en las leyes secundarias de la reforma al Poder Judicial relacionada con el control de las listas de candidatos, lo que se llamó “el poder de veto”.
Eso llamó la atención del Poder Ejecutivo; en una de sus conferencias mañaneras, Sheinbaum anunció su desacuerdo a dicha reserva. “Nosotros no estuvimos de acuerdo. Hablamos con… Había sido una iniciativa, no conozco de quién, pero no, no debe ocurrir eso. Debe mantenerse lo que está establecido en la Constitución”, dijo.
Momentos después, la mandataria agregó que esa reserva “se quitó”. Y en efecto, horas después la bancada de Morena se retractó y la maniobra quedó en una mera anécdota legislativa.
En el Senado, controlado por Adán Augusto, se modificó para retrasarla hacia el año 2030.
Así, como única opción para mantener el liderazgo frente a la presidenta, ambos jefes de bancada operaron una “aplastante conducción legislativa”, confirman a Proceso sus propios correligionarios, quienes consideran que, por ego o por mostrar fuerza, “querían protagonizar la agenda en ambas cámaras”.
En el Senado a Adán Augusto lo perciben soberbio, y eso y sus escándalos detonaron una rebelión en la bancada que dirige: cerca de 20 senadores levantaron la voz.
Guadalupe Chavira visibilizó que el exgobernador de Tabasco no tomaba en cuenta a toda la bancada para las decisiones del grupo parlamentario, tampoco transparentaba en qué se ocupaban los recursos públicos del grupo, por lo que le propusieron “un nuevo método”.
“De repente algo que pasa a Morena, en general, es que nos sentimos intocables. Sentimos que no hay rendición de cuentas y sí debe haber (…) Tuvimos sí una crisis producto de un estilo de quien conduce la vida del grupo parlamentario”, dice en entrevista con Proceso.
Confía que tras las protestas internas la conducción en la bancada será democrática. “No puede haber senadores A, B y C. Aquí todos somos pares”.
En la reunión que el tabasqueño tuvo con la bancada oficialista, sus pares le recordaron que ha sido complicado recorrer comunidades y enfrentarse con los reclamos ciudadanos de “seguir arropando a Adán Augusto” tras las acusaciones de que el líder de La Barredora fue su secretario de Seguridad cuando gobernó Tabasco.
En ese encuentro diversos legisladores consultados coincidieron en que vieron a un Adán Augusto preocupado y reflexivo, lejos del “aire sobrado” que tenía hace unos meses.
“El más urgido de que lo sigamos respaldando es él. No nosotros. Digo, la verdad yo no estoy en medio de ningún cuestionamiento, él sí”, comenta una de las legisladoras de la rebelión morenista.
No es menor el panorama incierto que atraviesa López Hernández por sus presuntas ligas con personajes cercanos a La Barredora. Durante el proceso interno de Morena para la nominación presidencial, Adán Augusto era percibido como un duro rival por ser amigo, cercano y “hermano” del entonces presidente Andrés Manuel López Obrador.
Chavira fue una de las principales creadoras y operadoras de la red nacional que abanderó el lema “Es tiempo de mujeres” que llevó a Sheinbaum Pardo a ganar la nominación y las elecciones presidenciales.
Ahora, la senadora confirma: “Las mujeres no avasallamos. Esa es la diferencia. Las mujeres nos reconocemos, nos respetamos (…) Ahora nos toca educar a los compañeros a que no vivimos los tiempos del patriarcado”.

Maltrato
En la Cámara de Diputados, en especial las voces de las mujeres, dan cuenta del descontento en las decisiones que impone su coordinación, como ordenarles a votar aún contra sus propias convicciones.
Ejemplo de ello, denuncian, fue la defensa sobre el exgobernador de Morelos Cuauhtémoc Blanco, acusado por violación en grado de tentativa contra su media hermana.
La defensa en favor de ese personaje es un error sobre todo cuando se destaca que en México “es tiempo de mujeres” y se recuerda la frase de la mandataria: “No llegué sola, llegamos todas”, advierten legisladoras.
María Teresa Ealy fue una de las 22 mujeres de la bancada de Morena que no dio el voto de protección al también futbolista en retiro. En ese mismo lapso recibió amenazas directas en su celular que le advertían que ya la tenían ubicada, cuál era su domicilio y que tenía precio. Le pidieron silencio.
Días después de la votación para darle protección a Blanco, su propio coordinador, Monreal, salió a llamarlas públicamente “heroínas temporales” e incluso reclamó que no votaron según un acuerdo previo de bancada.
“¿Dónde queda la libertad de pensamiento y de convicciones? Sobre todo, como mujeres en un tema que debe ser delicado”, cuestionó otra de las diputadas que también dice que ambos coordinadores (Adán Augusto y Monreal) “están ahí por recompensas”.
A su vez, Ealy dirige su enfoque en torno de que “un hombre en general nunca se va a dejar manejar por una mujer. ¿Por qué? Por su propio ego. Un hombre se va a sentir superior siempre a una mujer (…) Ser mujer y ser joven es la peor combinación en México para la política porque te dicen que ‘no tienes experiencia’, piensan que eres tonta, cuando incluso tenemos más capacidad”.

Por su cuenta, la diputada federal Gabriela Jiménez fue otro blanco de ataques por buscar votos con el PAN para que la iniciativa presidencial sobre el nepotismo se aplicara a partir de 2027 y no en 2030, como se pactó al final en el Senado.
Y ejemplo de ese trato diferencial está con el mismo Adán Augusto, quien negoció y operó para conseguir el apoyo decisivo del entonces panista Miguel Ángel Yunes para la aprobación de la reforma Judicial, en el sexenio pasado. Y aun cuando el propio López Obrador tenía satanizados a los Yunes, Adán Augusto no recibió las críticas que Jiménez.
Hice lo que estuvo a mi alcance para tratar de conseguir los votos suficientes, que pudiera hacerse realidad que se aprobara la iniciativa como la había enviado la presidenta y, bueno, no se pudo.
“No tiene nada de malo negociar con la oposición porque es parte de lo que se hace en el Congreso (…) dialogar, generar consensos. No es un pecado, al contrario, es parte de una buena práctica política lograr consensos.
“Todavía es muy difícil hacer política para las mujeres. Somos mucho más señaladas, más criticadas y también creo que subestimadas”, agrega.
Con Monreal como jefe de bancada, Jiménez ha sorteado cuatro intentos para removerla de la vicecoordinación del grupo parlamentario.
En medio de este panorama, legisladores concluyen que la figura de la presidenta está tomando fuerza, liderazgo e incluso mayor lealtad entre quienes integran el Poder Legislativo, contrario a lo que recibió tras la salida de López Obrador.