Narcotráfico
Esquivel exhibe el doble discurso del gobierno de EU sobre los cárteles
Durante la presentación de su libro “Los cárteles gringos”, el corresponsal de Proceso negó que exista un “triunfo” de la política contra las drogas por parte de Washington.CIUDAD DE MÉXICO (apro).-El gobierno de Estados Unidos entregó a la administración del entonces presidente Andrés Manuel López Obrador un informe que detallaba las operaciones de los grupos criminales del narcotráfico y ese documento se le entregó a Marcelo Ebrard, entonces titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, indicó J. Jesús Esquivel, corresponsal de Proceso en Washington.
Durante la presentación de su libro Los cárteles gringos editado por Penguin Random House, el periodista detalló pasajes de la operación de los estadunidenses dedicados al tráfico de drogas.
El gobierno estadunidense, dijo Esquivel, usa un doble discurso para evitar llamarlos cárteles, tildándolos de grupos criminales, para así, no contribuir a una crisis mediática y en las gestiones de política exterior, “cargar” a México el gran problema del narcotráfico y de sus líderes.
“En promedio se están muriendo 150 personas al día por la crisis de fentanilo”, indicó Esquivel. Mientras aseguró que este dado refleja que no existe un “triunfo” de la política contra las drogas en Estados Unidos.
Por su parte, el periodista Julio “Astillero” Hernández aseguró que el corresponsal muestra en el libro con “documentos, una realidad que existe”, pese al discurso del gobierno de Donald Trump. “Allá existe la otra contraparte”, dijo.
El libro fue presentado en el Centro Cultural Bella Época del Fondo de Cultura Económica (FCE) y al lugar acudieron cerca de 300 personas.
Un adelanto del libro se publicó en la edición mensual 24 de Proceso, correspondiente a junio.
En “Los cárteles gringos: La crisis del fentanilo en Estados Unidos y el fracaso de la DEA para combatirla”, J. Jesús Esquivel, corresponsal de la revista Proceso en Washington, D.C., expone una investigación periodística que desmantela la narrativa tradicional que responsabiliza únicamente a México del problema del narcotráfico.
A través de entrevistas con agentes de la DEA, como John Callery, y el análisis de numerosos documentos judiciales, Esquivel revela la existencia de redes criminales estadunidenses —pandillas, clubes de motociclistas como los Hell’s Angels y estructuras jerárquicas que operan como “franquicias”— que controlan la distribución de drogas, especialmente el fentanilo, en territorio estadounidense.
El libro destaca que estos “cárteles gringos” no solo trafican sustancias, sino que dominan rutas, controlan territorios y lavan dinero con la complicidad de bancos, desafiando el discurso oficial que señala a los cárteles mexicanos como los principales culpables.
El eje central de la obra es la crisis del fentanilo, un opioide sintético barato, letal y fácil de producir, que ha desencadenado una epidemia de sobredosis en Estados Unidos, matando a miles cada año.
Esquivel argumenta que esta crisis no puede explicarse únicamente por el tráfico transfronterizo, ya que la distribución y el consumo están profundamente arraigados en la sociedad estadounidense.
El autor señala que el 95% de los narcotraficantes son ciudadanos estadunidenses, predominantemente hombres blancos, lo que contradice los estereotipos racistas que asocian el narcotráfico exclusivamente con México o América Latina.
Esquivel también aborda la hipocresía del gobierno estadounidense, que históricamente ha adoptado una postura pasiva frente al consumo de drogas y ha construido una narrativa victimista que culpa a países como México y Colombia.
Desde los años setenta, según el autor, Washington ha evadido su responsabilidad en la crisis de adicciones, prefiriendo señalar a otros mientras ignora a las estructuras criminales dentro de sus fronteras.
El libro documenta cómo el término “cártel” se evita deliberadamente en el discurso oficial estadunidense para no alarmar al Congreso y garantizar financiamiento, perpetuando así una estrategia que desvía la atención hacia México y oculta la magnitud de las redes criminales domésticas.