Economía
Con Batres y Brugada la nueva inversión extranjera en la CDMX fue peor que en la pandemia
De los 14 mil 426.5 millones de dólares que captó la CDMX en 2024 de inversión extranjera, sólo 3.1 millones de dólares representan nuevas inversiones, lo demás es reinversión de utilidades; nunca antes había recibido una cifra tan baja.CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Ni siquiera en los meses más oscuros de la pandemia, la Ciudad de México había tenido una cifra tan baja de nuevas inversiones extranjeras como la que se registró en 2024, año en el que ocurrió el cambio de gobierno entre los morenistas Martí Batres Guadarrama y Clara Brugada Molina.
En febrero de este año, el gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo celebró que al país hayan llegado 36 mil 872 millones de dólares por Inversión Extranjera Directa (IED) en todo 2024, calificándolo como un récord, bajo el argumento de que no se había alcanzado este monto en años previos.
“Es una cifra muy importante para el país. Funciona el desarrollo económico con bienestar”, publicó en redes.
Incluso, la Secretaría de Economía expuso que en ese año la Ciudad de México fue la entidad federativa con mayor captación de IED, con un total 14 mil 426.5 millones de dólares.
Sin embargo, al revisar los datos a detalle de la IED, el entusiasmo oficial se diluye. Del total, 3.1 millones corresponden a nuevas inversiones en la Ciudad de México. Es decir, el 99% de la IED restante proviene de reinversión de utilidades y cuentas entre compañías, rubros que no implican necesariamente expansión productiva ni generación de empleo.
Se trata de una cifra históricamente baja, sin precedentes en los registros. Nunca antes la Ciudad de México había captado tan poco capital nuevo del exterior, ni siquiera durante los años más críticos de la crisis sanitaria del covid-19, cuando el mundo entero enfrentaba una parálisis económica.
Para dimensionar lo que representa esa cantidad, está como ejemplo el construir una gasolinera promedio, desde los cimientos hasta su equipamiento operativo, que requiere alrededor de 1 millón de dólares.
Es decir, lo captado en todo un año por la capital apenas alcanzaría para tres estaciones de servicio.
Para entender la gravedad del dato también hay que considerar cómo se desglosa la IED. El indicador se integra por tres componentes: nuevas inversiones, reinversión de utilidades y cuentas entre compañías.
Pero es el rubro de nuevas inversiones el que realmente muestra la llegada de capital fresco, es decir, las empresas que deciden instalar por primera vez operaciones en el país, lo cual implica confianza, generación de empleos, infraestructura.
Desde que existen registros en esta base de datos (2006), el promedio anual de nuevas inversiones en la capital ha sido de 2 mil 655 millones de dólares. Aunque también se han dado picos como el de 2022, cuando se captaron 7 mil 433 millones de dólares, en lo que fue considerado un año excepcional.
Incluso en 2020, en plena crisis sanitaria global, la Ciudad de México logró atraer 1 mil 479 millones de dólares.
Por tanto, cuando esa cifra cae a mínimos históricos —como en este caso—, lo que se observa es la nula atracción de proyectos nuevos por parte de capital foráneo, a pesar de que en 2024 se señaló al fenómeno llamado nearshoring como el camino para detonar las inversiones.
El desplome de 2024 no sólo rompe récords negativos, sino que deja en evidencia la desconexión del gobierno capitalino con el sector empresarial internacional. Ni la administración interina de Batres ni el equipo entrante de Clara Brugada impulsaron medidas claras para atraer inversiones.
No hubo incentivos fiscales, estrategias sectoriales ni campañas de promoción.
Un año lleno de incertidumbres y la crisis del nearshoring
Para el profesor del Departamento de Finanzas del Tecnológico de Monterrey, Héctor Magaña, la caída histórica en las inversiones para la Ciudad de México no es casualidad, sino la consecuencia directa de un entorno político enrarecido desde mediados de 2024, cuando el proceso electoral en México dio como resultado un nuevo control hegemónico de Morena en el Poder Legislativo y así se impulsaron reformas estructurales que sacudieron los cimientos institucionales del país, como la del Poder Judicial y la desaparición de organismos autónomos.

“El clima de negocios se vio deteriorado por la incertidumbre que dichos cambios generan en las perspectivas de los inversionistas”, comentó a Proceso el especialista, apuntando al nerviosismo que dichas decisiones provocaron en sectores clave de la economía.
Pero no sólo fue el frente interno lo que afectó las expectativas.
El académico comentó que el resultado electoral en Estados Unidos, con el retorno de Donald Trump y su política económica agresiva, sumó un ingrediente más a un caldo de cultivo de dudas.
La política económica planteada por el republicano —centrada en el proteccionismo y la revisión de acuerdos multilaterales— intensificó la percepción de riesgo entre los inversionistas internacionales.