Japón
Indemnizarán a un hombre que pasó 45 años esperando la pena de muerte
Quien era considerado el condenado a muerte más longevo del mundo fue exonerado del asesinato de los cuatro integrantes de una familia y será indemnizado por el tiempo que permaneció en prisión.CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El condenado a muerte más longevo del mundo, quien pasó 45 años en el corredor de la muerte en Japón, fue absuelto en un nuevo juicio en septiembre pasado y hasta ahora recibirá una indemnización por los daños causados a raíz de esto.
Iwao Hakamada, hoy de 89 años, fue condenado a muerte en 1968 por el asesinato de su jefe, la esposa de éste y sus dos hijos adolescentes. Sin embargo, tras la reapertura de su caso, el tribunal de Shizuoka determinó en 2024 que los investigadores manipularon las pruebas para inculparlo en aquel momento, motivo por el cual fue absuelto.
Recientemente, los abogados de Hakamada solicitaron la máxima indemnización posible, argumentando que su prolongada reclusión afectó su salud mental. El juez Kunii Koshi aceptó la petición el lunes 24 de marzo de este año, reconociendo que Hakamada sufrió un dolor físico y emocional severo. Como resultado, recibirá una indemnización de 1.45 millones de dólares.
En 2014, el juez Hiroaki Murayama determinó que una de las pruebas clave del caso, unas prendas manchadas de sangre, no pertenecían al acusado. En consecuencia, Hakamada fue liberado de donde estaba recluido y se le concedió un nuevo juicio.
Sin embargo, debido al grave deterioro de su salud mental tras pasar tantos años en prisión, se le permitió no estar presente en los juicios posteriores y, desde que fue liberado, ha estado al cuidado de su hermana Hideko, quien tiene actualmente 92 años.
Todo comenzó en el año de 1966, cuando los cuerpos de la familia (el jefe, su esposa e hijos) fueron encontrados con signos de apuñalamiento durante un incendio en su casa ubicada en Shizuoka, al oeste de Tokio. Las autoridades acusaron a Hakamada de haber cometido el crimen, prender fuego al hogar y robar dinero en efectivo.
Hakamada, un exboxeador profesional, trabajaba en una planta de procesamiento de miso en el año en que ocurrieron los hechos y aunque inicialmente negó su implicación en el delito, las torturas infligidas por las autoridades lo llevaron a hacer una confesión bajo coacción, así que en 1968 fue declarado culpable de asesinato, incendio provocado y fue condenado a muerte.
Aquí es cuando toman relevancia las prendas encontradas supuestamente manchadas de sangre, que estaban en un tanque de miso (una pasta fermentada de soja, sal y koji, un hongo que se usa en la gastronomía asiática) y las cuales fueron halladas un año después de que fuera detenido Hakamada.
Después de años de juicio, uno de los más largos y mediáticos en la historia de Japón, los abogados del acusado argumentaron que el ADN encontrado en las prendas no coincidía con el de Hakamada, sugiriendo que podrían pertenecer a otra persona e incluso que las autoridades pudieran haber fabricado las pruebas. Así, en 2014, se determinó que la ropa no era de Hakamada.
No fue hasta el año pasado cuando el tribunal de Shizuoka decidió que el argumento del ADN no era válido. Sin embargo, la otra premisa de la defensa, la que sostenía que las pruebas habían sido fabricadas, ganó credibilidad, ya que se consideró que las manchas rojas encontradas en la ropa podrían no ser sangre, puesto que esta no mantendría su color rojo después de estar sumergida en miso durante un año.
De esta manera, se determinó que los investigadores del caso manipularon la ropa para mancharla de sangre ellos mismos, motivo por el cual Hakamada fue, después de vivir casi medio siglo en reclusión, declarado inocente.
El corredor de la muerte en Japón se refiere a la práctica de mantener a los reclusos condenados a muerte en condiciones de aislamiento extremo, con una espera que puede durar años antes de la ejecución, como fue el caso de Hakamada.
A diferencia de otros países, en Japón los prisioneros no son informados de la fecha exacta de su ejecución hasta pocas horas antes de que ocurra, por lo que esta incertidumbre y el prolongado periodo de espera han generado controversias sobre los efectos psicológicos que puede causar en los condenados.
El caso de Hakamada ha exhibido las fallas en el sistema judicial japonés, especialmente en lo que respecta a la obtención de confesiones bajo tortura y la manipulación de pruebas.
Iwao Hakamada es considerado un símbolo de la lucha por la abolición de la pena de muerte en Japón, un castigo cada vez más cuestionado a nivel internacional debido a casos como el suyo.