Auschwitz

Auschwitz y la semblanza del campo de exterminio y dolor símbolo del Holocausto

En los 80 años de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, la memoria del horror vuelve a estar sobre la mesa para recordar las huellas de uno de los episodios más crueles de la historia.
lunes, 27 de enero de 2025 · 11:11

(France 24).- En la víspera de los 80 años de la liberación de uno de los máximos símbolos del Holocausto, el antiguo campo de exterminio de Auschwitz, la memoria del horror vuelve a estar sobre la mesa para recordar las huellas de uno de los episodios más crueles de la historia.

Ochenta años del día en el que vivos que parecían muertos y caminaron sin fuerzas hacia el fin de una agonía extendida, entre cuerpos que perdieron la carne y dejaron a la vista los huesos frágiles de esqueletos débiles.

El hedor de un genocidio que, en el marco de la Segunda Guerra Mundial, entre los recuerdos de lo que fue el campo de exterminio considerado por expertos como uno de los máximos símbolos del Holocausto, sigue fresco, aunque haya pasado tanto tiempo.

Con la potencia de lo que no se olvida, la Organización de Naciones Unidas reseña lo dicho por Itka Zygmuntowicz, una sobreviviente del campo de exterminio nazi alemán de Auschwitz-Birkenau en una entrevista oral concedida al equipo del Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos, que rememora la ocasión en la que aquella mujer dijo que, por una vez en la vida, quería volver a tener una barra de pan entera, que ese era su sueño.

Itka no fue la única que soñó lo mismo. El fantasma de la inanición la persiguió en aquel campo en el que, lejos de las esperanzas, su único anhelo era el de volver a sentir su estómago lleno. Aunque ella murió en 2020, todavía sus palabras hacen eco en los archivos que retratan lo que sucedió, que describen la tortura como método y los lamentos que salieron de cámaras de gas antes de que cientos de almas se convirtieran en pilas de desechos.

Las "obligaciones morales" que deja la huella de Auschwitz

Y es que, con motivo del Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, cada 27 de enero el mundo vuelve su mirada a las fotografías que, en un blanco y negro eternizado, dibujan ese panorama oscuro del que en Auschwitz un millón de personas no lograron escapar.

Aquella aniquilación sistemática de la que fueron blanco niños, mujeres y hombres judíos europeos por parte de las filas dispuestas para la misión de erradicarlos, emprendida bajo orden de la Alemania Nazi, los ubica del lado de la historia que cifra en al menos seis millones los asesinatos que fueron cometidos en contra de ellos con el antisemitismo como bandera amparada en los prejuicios, la discriminación y los discursos de odio.

A menos de 24 horas del aniversario de las ocho décadas de la liberación, el historiador polaco Piotr Cywinski, que tiene en sus manos la dirección del Museo de Auschwitz-Birkenau, habló sobre lo que pocos han abordado: la obligación moral de no repetir la barbarie.

"Queremos centrarnos en los últimos sobrevivientes que están entre nosotros y en su historia, su dolor, su trauma y su manera de plantearnos obligaciones morales para el presente", señaló Cywinski en referencia al protagonismo que tendrán los relatos de las 50 personas que siguen con vida tras el exterminio, en los homenajes de este lunes en los que, a pesar de contar con la participación de delegaciones de 59 países lideradas por presidentes y figuras de autoridad, esta vez no serán las palabras de políticos de turno las que se ubicarán en el centro.

Sobre las remembranzas de quienes padecieron el horror, como Michael Bornstein, recaerá el peso de la que quizá sea la última conmemoración del aniversario de la liberación con tantos sobrevivientes vivos. Una fecha única para recordar el compromiso que dejan los hechos que, en 2019, fueron descritos por la entonces canciller alemana Angela Merkel como una de las mayores vergüenzas de la historia.

El dolor de mirar al pasado y el temor de que se repita

Hablar de Auschwitz-Birkenau y lo que sufrieron las víctimas es poner el dedo sobre una herida que todavía sangra. Es abrir el recuerdo del infierno que vivieron muchos. Uno a uno, los relatos de quienes lograron salir con vida del macabro escenario que amenazaba con reducirlos en cenizas, entre el ardor de los hornos crematorios, revive las sombras de los peores días.

La muerte como la realidad más cercana que acechó a los prisioneros desde el establecimiento de este campo de exterminio, en 1940, hoy es vista como el capítulo en el que como sociedad tocamos fondo y cruzamos los límites de la sevicia en una lucha de humanos contra humanos que el mundo sigue lamentando.

Desde la estructura del término que encierra esta tragedia, holocausto, hasta lo que significó para quienes lo sufrieron, la muerte, lo que se diga sobre lo ocurrido implica dolor. De hecho, las partes que componen esta palabra apuntan a eso, al venir del griego "olos" que implica la totalidad de algo y "kausto" que significa "quemar". En la fusión de ambas se encuentra la clave de lo ocurrido, la semblanza de lo que fue eso que logró quemarlo todo, que acabó con historias, con vidas, con un sin fin de familias y sus recuerdos.

Para el papa Francisco, según lo indicado este domingo, lo que pasó con millones de judíos y también con víctimas de otras confesiones, no se debe ni olvidar ni negar, sino rememorar como una secuela de la que califica como la plaga del antisemitismo que es necesario eliminar.

Fueron cerca de 7 mil los que se salvaron aquel día en el que las tropas soviéticas lograron lo que los prisioneros ya no tenían fuerzas para soñar, que el campo fuera liberado. Era sábado, el último de aquel enero en el que algunos recuperaron el aliento, pero no la paz, el día que desde 2005 es celebrado como símbolo de lo pasado y de la promesa de que un episodio así no se repita, de que la deshumanización no vuelva a abrazar cuerpos con la condena de la muerte.

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