Cine

En México, documental sobre la masacre de 1981 en Casablanca

En entrevista, la cineasta marroquí Asmae El Moudir sintetiza los 10 años de trabajo empleados en la coproducción de "La madre de todas las mentiras", registro de la protesta popular por la hambruna en su país en 1981, que terminó en masacre. El estreno próximo aquí es para ella “un sueño”.
sábado, 19 de julio de 2025 · 07:00

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La cineasta marroquí Asmae El Moudir recuerda en su documental La madre de todas las mentiras (Marruecos/Reino de Arabia Saudita/Qatar/Egipto, 2023), junto con su familia, cómo el ejército asesinó a unas 600 personas el 20 de junio de 1981 en la ciudad de Casablanca, al protestar por el aumento de precios en los suministros básicos de alimentos.

El filme, de 97 minutos, se le ocurrió hacia 2016, cuando se enteró por un reportaje en la televisión de un gran disturbio ocurrido en la ciudad donde creció, y del cual no tenía idea. La reconocida realizadora, nacida en Salé el 16 de febrero de 1990, platica en entrevista por Zoom que entonces empezó a peguntar sobre ese lamentable hecho:

“Deseaba saber qué había pasado y obtuve algunas respuestas, y luego busqué en internet porque quería comprender a fondo lo que sucedió en mi ciudad. Descubrí que mis pequeñas historias familiares eran sólo síntomas de otras más grandes, y así fue como empecé a trabajar en el proyecto”.

Combina su historia personal y la nacional en La madre de todas las mentiras. Sin comprender la falta de fotos personales de su familia, El Moudir descubrió que su abuela Zahra prohibía crear imágenes o tomar fotografías. Y la directora quería saber por qué sólo poseía una foto de su infancia, y por qué la niña en la imagen ni siquiera era ella. Deseaba explorar el pasado y sus misterios.

El padre, Mohamed, y Asmae, la cineasta. Foto: Cortesía de Alameda Distribución.

Por ello, El Moudir y su padre, Mohamed, abrieron un taller donde elaboraron una serie de miniaturas de arcilla y una maqueta para recrear la calle donde ella creció en el distrito de Sebata, Casablanca. Amigos, vecinos y la abuela Zahra acudían al taller para interactuar con las miniaturas, parecidas a todos ellos, y reflexionar. Al investigar la historia de su familia, El Moudir desentrañó su conexión con la historia del barrio, en particular con la reprimida “Revuelta del hambre”, llamada así por la prensa internacional.

Así fue haciéndose la cinta, en la cual participan Zahra Jedat, Mohamed El Moudir, Abdallah EZ Zouid, Ouarda Zorkani, Said Masrour y la misma Asmae. El largometraje se proyectó por primera vez en la edición 76 del Festival de Cine de Cannes, donde El Moudir ganó Un Certain Regard al Mejor Director. En México se estrena el próximo 8 de agosto.

El Moudir efectuó un máster en cine documental en la Universidad Abdelmalek Essaâdi de Tetuán, y diplomado de dirección en el Instituto Superior de Oficios Audiovisuales y Cinematográficos de Rabat.

 

El sometimiento

-¿Qué opina de esa represión del ejército? -se le pregunta a la cineasta, realizadora además de The postcard (La postal) y Guerre oubliée (La guerra olvidada).

-He leído que fue una época muy difícil para todos los marroquíes y no era fácil para la gente salir, estaba prohibido, y se trataba de parar el alto precio del pan, la primera materia de la vida. Entonces mucha gente salió a protestar, pero el gobierno no estaba contento.

Según datos de varios medios informativos, el hecho ocurrió en los “Años de plomo”, en el periodo del rey Hassan II, que abarcó desde 1960 a 1980, marcado por la violencia estatal y la represión contra los disidentes políticos y activistas por la democracia.

Marruecos se encontraba en una situación económica difícil tras seis años de guerra en el Sahara Occidental. El 28 de mayo de 1981 el gobierno declaró un aumento de precios en los alimentos, en aplicación del programa de ajuste estructural impuesto por el Fondo Monetario Internacional. Las personas salieron a quejarse. Resultaron alrededor de 600 víctimas. Murieron por un disparo o asfixiados en celdas.

Asmae El Moudir. 10 años de trabajo. Foto: Cortesía de Alameda Distribución.

El Moudir rememora que el problema es que únicamente existe una imagen fija del día de los “Disturbios del pan” que ha sobrevivido: una foto en blanco y negro de personas muertas en una calle. Y especifica:

“Todas las demás fotos fueron destruidas. No hay archivos nacionales en Marruecos. Por eso me pareció relevante hablar sobre mi país”.

-¿Hubo justicia?

-Creo sí, porque hay cierta reconciliación. El rey marroquí Mohammed VI creó lo que llamamos un caso de equidad y reconciliación con las familias, y se habló abiertamente en televisión. Todo el mundo se ha referido a lo que pasó. Hoy no hay tabú para hablar de eso. No hay nada que ocultar. No soy la primera persona que hará una película sobre esto, pero quizás tenga la forma original de contar la historia.

“A mí me inspiró esta reconciliación que surgió, creo que a finales de 2016. Y sí, hoy en día existe cierta conexión con ese pasado, y decimos que sí sucedió”.

El 6 de septiembre de 2016, la agencia española EFE informó que las autoridades marroquíes enterraron ese día, en una ceremonia pública, a 81 víctimas de los “Disturbios del pan”. El Consejo Nacional de Derechos Humanos de ese país anunció que las investigaciones demostraron que la responsabilidad de aquellas muertes “se debieron al uso excesivo de la fuerza pública o por las condiciones inhumanas de detención arbitraria de los arrestados”.

Las 81 víctimas fueron encontradas en una fosa común en los locales de Protección Civil de Casablanca, a donde habían sido llevadas, y sobre los que durante años se mantuvo un total secreto.

Se lee en varios medios internacionales que el entierro en tumbas individuales de ese 2016 y en presencia de sus familiares “constituye uno más de los actos de reparación y reconciliación realizados durante el reinado de Mohamed VI con el reinado de su padre Hasán II, y particularmente con los llamados “Años de plomo”.

En 2004 Mohamed VI, a cinco años de su llegada al trono, creó la denominada Instancia Equidad y Reconciliación, que mediante audiencias públicas supuso el reconocimiento público y oficial de la represión ejercida sobre miles de marroquíes en décadas anteriores.

El cementerio de las víctimas de los sucesos de 1981 constituye el último acto de reparación de unos sucesos en los que hubo, según diferentes fuentes, cientos de muertos, muchos más que los inhumados.

 

Las figuras

Los muñecos de arcilla que representan a la familia de la directora (incluso ella misma) son recreados, y la maqueta que reflejaba el lugar donde vivían fue idea de su papá:

“Mi padre no estaba solo. Éramos un equipo, pero la propuesta proviene de él, porque cuando de niño era muy difícil salir a jugar en Marruecos, y mi papá solía crear algunas casas de muñecas para que pudiéramos entrar y jugar. Y cuando me encontraba atorada con el documental, ya que no conseguía permisos para filmar en algunas zonas (estaba prohibido), mejor optamos por crear todo y llevar a los personajes reales a sentarse junto a los muñecos. No fue fácil: ocho meses de construcción. Trabajé con un equipo muy bueno: mi padre fue el escenógrafo de la película.

“Comencé a filmar mi propio archivo con mi pequeña cámara, de 2016 al 2019. Después del covid-19 empezamos a rodar. Fueron ocho meses de construcción y dos meses de iluminación de esa escenografía. Así que toda la película me llevó unos diez años. No trabajaba todos los días, pero fueron diez años de labor”.

La abuela Zahra. Reconstrucción de la historia. Foto: Cortesía de Alameda Distribución.

Filmó 500 horas, y el taller estaba ubicado a tres horas de Casablanca.

La abuela de El Moudir es el personaje principal y se ve en la cinta cómo se enoja al ver su figura de arcilla, ya que reclama que la deformaron de la cara. Se cuestiona a la también productora, escritora y editora de La madre de todas las mentiras si su abuela sabía que la filmaban, y responde:

“Sí. Pasé tres años intentando convencerla. Rompió mi primera cámara. Empecé a llevarle sólo sonido porque quería entender por qué las cámaras asustaban a todos. Y después de entender, empecé a llevar mi segunda cámara una y otra vez. Al final observé que era su terapia”.

-¿Cómo convenció a su familia para filmarla?

-No es fácil hacer una película con la gente que solías encontrarte en la cocina y el salón. Fue muy difícil, pero lo más importante es que mi padre estaba contento conmigo. Mi madre también, ella creó el vestuario para los muñecos. La persona más difícil fue mi abuela, porque no se sentía cómoda moviéndose de su casa de Casablanca para ir a Marrakech, donde estaba el set. Y luego fue muy difícil convencerla de que asistiera en tiempos de covid porque tenía miedo.

En Casablanca no rodamos porque me dijo que las paredes oyen, y yo le expresé que simplemente me creyera, que confiara en mí. Que construiría nuevos muros sin oídos y luego lo destruiríamos todo. Entonces esos muros nunca habrán existido, nunca tendrán oídos. Y ella de muy buena manera liberó palabras y dejó que la gente hablara libremente sobre el pasado sin tener miedo.

Su abuela aceptó ser grabada con la cámara cuando su nieta le llevó las fotos de tres actrices marroquíes, porque no estaba segura de salir en el filme:

“Le dije: ‘Tienes que elegir una’. Y cuando la eligió, le dije: ‘Ésta serás tú en mi película’. Y no le gustó nada. Estaba enojada y dijo: ‘No, ésta es mi historia. ¿Por qué trajiste a gente fea para que estuviera en mi lugar?’. Entonces, en ese momento, decidió venir y contar su historia”.

Respecto a que el documental se verá en México, El Moudir enfatiza:

“Se siente genial porque cuando era niña me encantaban ver las telenovelas mexicanas con mi madre. Creo que estrenar mi documental en México es uno de mis sueños más grandes. Estoy muy contenta porque no es fácil estar allá”.

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